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Columnas y artículos de opinión
La vieja estación del ferrocarril
Guillermo H. Zúñiga Martínez
9 de agosto de 2014
alcalorpolitico.com
Hace unos días conversaba con un gran amigo sobre pormenores de la vieja estación del ferrocarril. La verdad, se identifica con el progreso de Xalapa debido a que los servicios ferroviarios exigían la participación de muchos trabajadores eficaces en el transporte de mercancía por la vía angosta. Me hablaba del puente construido donde inicia el hospital del IMSS y a cuyo término principia la carretera Xalapa-Coatepec; era un medio sobresaliente pues las máquinas de vapor lo cruzaban para ir a otras ciudades y a la capital de la república.
 
Ese puente lo conocí, era corto y fue proyectado para que sus arcos permitieran la circulación del agua de lluvia y la utilizada por familias que habitaban alrededor del aserradero que pertenecía a un señor de apellido González, conocido en Xalapa como autor de maleficios en el Cofre de Perote, porque lo convirtió en un monte calvo ya que mandaba cortar gran cantidad de árboles para vender la madera y hacer negocio, sin que le importara la ecología ni plantar uno solo. Ya que hablo del puente, es importante saber que aquella antigua terminal era adecuada porque tenía en actuación a muchos expertos en el manejo mecánico y técnico de las máquinas de la empresa nacional que era dirigida por funcionarios pero que tenía que atender a un sindicato muy agresivo que, como usted recordará, planteó una huelga en el año de 1959, cuando me correspondió observar que el ejército mexicano cuidaba a los funcionarios y al tren para servir a la sociedad. El líder de aquel movimiento era Demetrio Vallejo, a quien detuvieron por instrucciones del Procurador General de Justicia del país, Lic. Fernando López Arias.
 
En esas vetustas instalaciones, muchos colaboradores se especializaban en revisar las máquinas, los vagones de carga y los que se dedicaban al pasaje, así como el cabús que era una especie de morada que transitaba por la república mexicana.
 

La estación, que era amplia y cómoda, cumplía su obligación social porque numerosos obreros empezaron a adquirir terrenos para fundar sus hogares que con el tiempo dieron origen a las colonias que actualmente se conocen como Salud, Represa del Carmen, Rivera Cambas, San Pedro, Guadalupe Rodríguez, el Paso, Francisco I. Madero pues había terrenos que adquirían con gran facilidad pero respetando la ecología ya que poseían patios grandes donde cultivaban árboles de naranja injerta, china, jinicuiles, café, maíz, guayabas, frijol, otros cultivaban flores, y era muy sencillo conseguir en esas casas epazote, ruda, albahaca, tomillo, chiles verdes, y algunas yerbas como quelites, yerba mora, etc., que servían para la alimentación. Era una sociedad muy agradable porque los colonos se preocupaban por conseguir agua con su propio esfuerzo, dado que tenían que cavar pozos para extraer la indispensable para sus necesidades.
 
Así es que, cuando voy platicando con mi amigo sobre la presencia de aquel antiguo punto de conexión, admiramos a quienes arriesgaron su vida y tuvieron la desdicha de perderla en percances ferroviarios cuando operaban directamente la máquina; me decía también que recordaba, entre otros, a Santiago “Paquín” Durán Ortega el esposo de Angelita, y a Andrés Cabrera Espinosa esposo de mi hermana Velia, quienes soportaron sufrimientos bárbaros cuando se accidentaron; asimismo sería conveniente, me expresaba, que algún día aquellos que fueron trabajadores del riel, los recordaran públicamente en un homenaje, porque es injusto que operarios de esa talla permanezcan en el olvido. Recalcaba que al inicio de los sesentas ya casi no quedaba nada de la vieja estación, dado que, aquí en la capital, se creó la Nueva al final de la avenida Miguel Alemán, la cual destruyeron porque acabaron con el servicio del ferrocarril puesto que las vías anchas se empezaron a utilizar normalmente y después Ernesto Zedillo Ponce de León lo hizo desaparecer en todo México y cerraron esas fuentes de trabajo para venderlo como fierro viejo, sin mayores ganancias ni beneficios para la población mexicana; las vías del progreso se perdieron, porque eran las de metal, y cobraron una nueva dirección hacia la entrega a los Estados Unidos.
 
Este tema lo agradezco a Gildardo Pérez, quien sinceramente no acepta la actitud del presidente Zedillo, que sustituyó a Carlos Salinas de Gortari en la presidencia. Los lectores que encuentren interesante este tema, sería conveniente lo expresaran para poder analizar públicamente lo que ha sucedido con las vías, las estaciones y con todo lo inherente a esta empresa de carácter nacional, ya que lo único que se ve en la actualidad es el grupo de jubilados que todavía sueñan de manera enérgica y capaz con las funciones de los Ferrocarriles Nacionales de México.
 

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