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Columnas y artículos de opinión
¡What a wonderful World!
Helí Herrera Hernández
8 de septiembre de 2014
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Una alumna en el aula, dentro del análisis del tema “globalización” me cuestionó sobre el futuro de México, a partir de las reformas estructurales que acaban de aprobar los legisladores del Partido Revolucionario Institucional, del PAN, los del verde, del panal y en algunos casos hasta del PRD, y que a decir del presidente Enrique Peña Nieto servirán para el despegue de esta nación, en beneficio, desde luego, de sus habitantes, principalmente de los que menos tienen.
 
Le explique frente a todos sus compañeros, que falsamente a lo que se piensa, mi mejor deseo ha sido siempre, con todos los anteriores presidentes de la república y con éste, que sus promesas y predicciones hubieran sido ciertas, verdaderas, porque de ser así este país estaría formando parte de las naciones industrializadas, del primer mundo, desarrolladas, pero que lamentablemente unas han sido sus visiones sobre México como candidatos, y otras muy distintas ya como titulares del Poder Ejecutivo.

 
Hicimos un recorrido histórico no tan profundo, pero sí leyendo las posturas de Miguel de la Madrid, de Carlos Salinas, de Ernesto Zedillo, de Vicente Fox y de Felipe Calderón en los aspectos económicos, políticos y sociales como candidatos, llegamos a una conclusión: Si hubieran cumplido ni siquiera un 100% lo prometido, sino tan solo un 60, no tendríamos el desempleo que existe; el campo no estaría abandonado y produciría lo necesario para ser por lo menos autosuficientes; los trabajadores manuales tendrían un salario digno y con una capacidad de compra que le generaría bienestar social; las escuelas públicas no serían tercermundistas y contarían con la infraestructura requerida para brindar una educación de calidad; los maestros saldrían mejor preparados de las normales; las universidades no serían elitistas como hoy donde sólo un escaso 30 por ciento de los solicitantes pueden cursarlas; la infraestructura carretera y portuaria permitirían que tuviéramos superávit en nuestra balanza comercial.
 
Si sus promesas de combate a la corrupción las hubieran cristalizado, PEMEX sería quizás la empresa petrolera más importante del mundo, lo mismo la industria eléctrica. Las cárceles estarían llenas de líderes ferrocarrileros, magisteriales, petroleros, mineros y más; también estarían allí varios empresarios, banqueros y muchísimos políticos de todos los niveles, incluyendo más de un expresidente de la república que se han enriquecido explotando el dinero de las clases medias y pobres, y nuestros recursos naturales; nuestra deuda externa sería una décima parte de lo que es hoy y sería manejable; nuestro peso tendría fortaleza frente al dólar; el mercado interno seguiría reactivándose y seguramente no existirían los más de 8 millones de compatriotas miserables que actualmente tenemos, mientras que los pobres se ubicarían en ese número y no en los casi 70 millones que ya son.  
 
De haber honrado la palabra empeñada no existirían los programas sociales como oportunidades o como pomposamente se llama hoy: prospera (la misma gata, sólo que mas revolcada); el Procampo no se conocería; los relacionados con el adulto mayor o la tercera edad nunca hubieran nacido porque todos ellos disfrutarían de sus jubilaciones. Tendríamos medios de comunicación veraces, objetivos, imparciales; un costo de dinero en plástico parecido a los del primer mundo, y también, estoy seguro, no tendríamos la inseguridad que hoy permea de norte a sur, de oeste a este; de la costa a la montaña y del desierto de Sonora a la selva lacandona.

 
Pero no, ese es el México que todavía seguimos soñando y que nos vende, como lo dice la alumna, el Presidente Peña Nieto hoy con su segundo informe no frente al pueblo trabajador, no frente a la exigua clase media, no frente al sector intelectual, académico o científico, sino otra vez frente a los banqueros, frente a los dueños de los monopolios de la radio y la televisión, frente a las 14 familias más ricas de México; frente a la clase política corrupta y demagoga; frente a los altos mandos militares, navales y aéreos para mantenerlos quietos, no sea que vayan a despertar con la mala idea de tomar el poder en sus manos, frente al hombre más rico del mundo, don Carlos Slim.
 
¿Qué si no quise que le hubiera ido bien a De la Madrid, a Salinas, a Ernesto Zedillo, a Fox y a Calderón? Por supuesto que sí quise. En mis artículo de aquella época lo afirmé y allí están consignados esos buenos deseos. Lamentablemente afirmé que nunca lo iban a lograr por la demagogia e intereses a los que servían.  
 
Por eso, cuando esta alumna me cuestiono que si no quería que le fuera bien a Enrique Peña Nieto con sus promesas de generar empleos bien remunerados, generadores de bienestar social, de inmediato le conteste que sí, que cualquier persona cuerda lo desearía porque en efecto, si todo lo que afirmó frente a ese selecto grupo de la elite mexicana lo cumpliera, comenzaríamos a vivir un paraíso, sólo, hasta este momento, en nuestra imaginación.  

 
El asunto es que como candidato con Enrique nos prometió también no subir impuestos, y los subió; nos prometió detener los aumentos a los precios de las gasolinas, la luz y el gas, y no lo hizo; Nos prometió meter al bote a todos los corruptos, y nada ha hecho con Carlos Romero Deschamps; con un líder ferrocarrilero que ni su nombre conozco; con un líder minero que se burló de la justicia mexicana, con empresarios ladrones como los de Oceanografía; con políticos como su tío Arturo Montiel que viola ley un día, y el otro también; nos prometió reducir los índices de criminalidad y éstos han aumentado. Entonces ¿Cómo creerle a alguien que ha venido mintiendo ya no sólo como candidato, sino como funcionario, inclusive?
 
Creer que con las simples reformas México va a despegar es infantil y más, cuando observamos que los beneficiarios de las mismas no son la sociedad nacional sino, para variar, selectos grupos de poder económico de dentro y fuera de este país.
 
Mientras siga viendo que en las cárceles están unos indígenas de la isla de Holbox por haber macheteado unas plantas, en su afán por abrirse veredas, mientras el dueño del grupo minero México Germán Larrea Mota Velasco, que acaban de contaminar ríos, pastizales, agua potable generándole un daño irreversible a la ecología y a la vida animal y humana siguen libres, pues sinceramente no le creo a don Enrique.

 
Y entre las patas, lamentablemente, se llevan a México y los mexicanos.