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Columnas y artículos de opinión
Reflexiones
Guillermo H. Zúñiga Martínez
4 de octubre de 2014
alcalorpolitico.com
Desde hace algunas semanas hemos estado reflexionando, con intelectuales que disfrutan el tema, sobre la amistad.
 
Pensadores veracruzanos expresan que creen en los seres humanos, aunque las mentiras sobresalen a cada momento, cuando tratan con sus conocidos los enfoques filosóficos sobre la existencia.
 
Las personas quieren ser agradables para quienes confiaron en ellas, desean despejar bondades cuando sienten que merecen ser acogidas y valoradas, dado que sus servicios fueron generosos.
 

También reclaman íntimamente el carácter y la limpieza de sus acciones; tienen fe en gentilezas y en la gracia de sus actos, porque afirman que, a través de éstos, siempre trataron de encontrar el bienestar de sus semejantes.
 
No faltan los que sienten que son superiores a los demás, que marcan el progreso y la sonrisa de los éxitos, porque se apartan y abstraen, con base en la trascendencia de sus propuestas. Para ellos, la sociedad marcha hacia el enfrentamiento con la fuerza de sus ideas y están seguros que pueden demostrar la eficiencia de su imaginación. Lo único que importa es que puedan probar que son tan hábiles como para persuadir a los grupos sociales sobre la riqueza de sus intenciones.
 
En el momento en que se leen distintos pensamientos ante seres creativos, se apagan los ideales y se refunden las concepciones, porque lo que sobresale es la concreción que el hombre da a su habilidad manual, cuando demuestra la grandeza de sus actos y el resultado de sus obras.
 

Al proceder con limpieza se proyectan en el momento en que justifican su bondad y desinterés. Impulsarse en sociedad es exclamar que se busca servir a los demás. Es lo más difícil dentro de la convivencia.
 
Lo controversial entre los semejantes se localiza en la experiencia de cada quien, porque exigir lealtad, fidelidad, sinceridad, congruencia y axiomas íntimos son pruebas verdaderamente angustiosas para cada indagador; nadie se siente satisfecho de vivir sin tener ante sí el respeto y la misericordia que deben prevalecer en el corazón.
 
Vivir sin miserias, existir sin sentir traiciones, caminar sin recordar tropiezos, son deseos que pocas veces se cumplen, porque el sentimiento dejaría de vivir si se extinguiera la memoria y la indiferencia se impusiera en el camino de cada hermano.
 

La crítica es propia de la miseria humana, cuando no tiene fundamento; en otras ocasiones se derrama como requisito para justificar un conjunto de acciones. Señalar y fundir el ser en medio de fallas y truculencias, es justificable para quienes no tienen capacidad de entender y menos de comprender los actos de los demás.
 
Provocar que la deshonra se manifieste a cada instante, permitir que la deshonestidad se comparta para solventar necesidades materiales, son argumentos que también surgen de la insatisfacción.
 
Reconocer los errores, manifestar y dar a conocer lo que ha sucedido, constituiría un triunfo con reliquias incompartibles; por ello, promocionar estas actitudes sería dar un paso gigantesco para encontrar la felicidad.
 

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