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Columnas y artículos de opinión
El Hombre y la esperanza
Guillermo H. Zúñiga Martínez
11 de octubre de 2014
alcalorpolitico.com
Cuando el ser humano plasma sus pasos en la realidad, no puede aceptar retorno; seguirá avanzando, superando los obstáculos que se levantan para impedir su pleno desarrollo.
 
El tránsito en su peregrinación lo quiere experimentar sin problemas, porque el ente siente que lo merece todo y desea perdurar en la ternura, la alegría y calidad humanas; además, cree que tiene derecho a la comprensión y al regocijo compartido; por ello, en diversas etapas quiere acometerlo con fuerza y experiencia permanentes en medio del aprecio de los demás.  
 
Considera que es acreedor a todo bien y si las circunstancias de salud le impiden vivir en plenitud, entonces se reclama y se reprocha sus inadecuadas inclinaciones.
 

El camino del hombre es corto y pocas veces luengo; la vivencia se manifiesta en diversos proscenios, a solas o en coordinación con los demás, pero no es extraño que se obligue a comprender circunstancias que no calca ni esculpe, porque le nacen sin su consentimiento.  
 
Al tener que enfrentarse con un escenario que no puede vencer personalmente, dado que su fisiología le impide el control interno, sin darse cuenta, en los momentos más felices, sufre fenómenos fisiológicos y psicológicos imposibles de soslayar con el conocimiento de su propia esencia.  
 
Cuando sufre las dificultades de su proceder tiene que pedir ayuda, atención y amor a los profesionales de la medicina, pero principalmente, sabiduría expresa y divinidad humana en sus manos, que es lo que caracteriza al Doctor Roberto De Leo Vargas, veracruzano singular que agrega años a la existencia de sus pacientes, porque con sabiduría y prestancia, traza lecciones y recobra experiencias de vida entre sus iguales, quienes le reconocemos no tan sólo esa gran virtud, sino la bella riqueza de su corazón, mente y voluntad al servicio de la humanidad.
 

Por las razones anteriores, no existe duda de que están destinadas a enaltecer al hombre que engrandece la esperanza, por lo que merece todo el honor que pueda surgir de los corazones, para manifestarse y afirmar que es el más sublime y talentoso Médico de México y América Latina.
 
Al comunicar estos pensamientos, siento la necesidad de decir que en un momento crucial estuve a punto de entregar mi entidad y explorar nuevos mundos, pero esto no ocurrió, porque la ciencia y el conocimiento manejados por el varón que hoy honramos, me hicieron saber después de tres horas y media, que seguiría viviendo porque en la operación que me practicó, suprimió células malignas y me dotó de salud al provocar una experiencia que me permitirá deleitarme nuevamente con mi familia y con el mundo en el que vivo.  
 
El Doctor Roberto De Leo Vargas, siempre será dueño de gratitud y aprecio, porque es un ejemplo que deben seguir todos los que practican la medicina, que es la más bella profesión del amor.
 

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