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Columnas y artículos de opinión
Economía y sociedad
Economía veracruzana. Crimen, pobreza y crisis
Hilario Barcelata Chávez
1 de diciembre de 2014
alcalorpolitico.com
La economía veracruzana es ajena a la expansión económica de industrias clave para el crecimiento económico. Por ejemplo, de las 287 empresas que componen la Industria Aeronáutica ninguna está asentada en Veracruz. De los 15 mil millones de dólares (mdd) que se han invertido en esta industria en los últimos años, ni un solo dólar se ha radicado en Veracruz. Y se trata de una de las industrias más dinámicas dentro del sector manufacturero de México que entre 2005 y 2013 cuadruplicó sus exportaciones y el número de empleos que genera, colocando a México como el sexto abastecedor del sector en Estados Unidos. Se espera que para 2020 México se convierta en el décimo país del mundo con mayor producción en el sector aeronáutico. Veracruz no compartirá los beneficios de esa expansión.
 
 
Veracruz tampoco participa en la expansión de la Industria Electrónica. Ni una sola de las 860 empresas de esa industria se encuentra localizada en territorio veracruzano y ni un solo dólar de los 9,791 mdd de inversión extranjera con que cuenta se han invertido en Veracruz. Y esto es lamentable ya que se trata de un sector que genera anualmente una producción de 55,703 mdd, que exporta 75,537 mdd, genera el 4.7% del PIB nacional, contribuye con el 27% del PIB manufacturero y genera un total de 248 mil empleos. Ninguno de estos beneficios llega a nuestro estado. Es tan importante este sector que ha colocado al país como el principal exportador de pantallas planas, quinto exportador en computadoras y decimo en teléfonos celulares. Aparatos que por desgracia no se producen en Veracruz.
 
Veracruz tampoco participa de los beneficios de la expansión de la Industria Automotriz, ya que no existe en el Estado ninguna empresa de este sector, aunque se trata de la rama industrial más importante de todo el sector manufacturero del país, la cual produce 3 millones de vehículos al año y exporta 2 millones de unidades, con un crecimiento del 7.5% anual en su producción y 8.7% en sus exportaciones. Esta industria mexicana desplazó a Japón como segundo proveedor en EU y se ha convertido en el octavo productor de vehículos ligeros a nivel mundial. Su producción representa el 4% del PIB nacional y el 20% de la producción de manufacturera, concentrando el 6% del total de la inversión extranjera directa en el país.
 
La ausencia de industria manufacturera de punta en Veracruz habla de la incapacidad del Estado para atraer inversiones que detonen el desarrollo estatal y ello se debe en buena medida a que existe un clima de inseguridad pública muy grande que inhibe a las empresas que pudieran localizarse en el estado. Hacer negocios en Veracruz se ha convertido en una de las actividades de mayor riesgo. Y es que Veracruz es líder nacional en cuatro indicadores escalofriantes. El primero se refiere a las fosas clandestinas derivadas de la presencia del crimen organizado. De acuerdo a información publicado por El Universal
http://www.eluniversal.com.mx/graficos/graficosanimados14/EU_Fosas_Clandestinas/ el estado ocupa el segundo lugar por el total de estas fosas encontradas en su territorio en el período 2006-2013.

 
 
El segundo indicador tiene que ver con la calidad de la policía estatal. Los resultados del Proceso de Certificación Policial publicados recientemente por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad (http://www.secretariadoejecutivosnsp.gob.mx/) revelan que Veracruz ocupa el primer entre todos los estados con el mayor porcentaje de policías que reprobaron la prueba de confianza en 2014. Un 47.3% de los elementos estatales del total que fue evaluado. Se trata de exámenes periódicos para comprobar el cumplimiento de los perfiles de personalidad, éticos, socioeconómicos y médicos; observancia de un desarrollo patrimonial justificado en el que sus egresos guardan proporción con sus ingresos; ausencia de alcoholismo y no uso de sustancias psicotrópicas y estupefacientes, y ausencia de vínculos con organizaciones delictivas.
 
 
El tercer indicador tiene que ver con la calidad de la policía municipal. Según el mismo informe mencionado, Veracruz ocupa el primer lugar a nivel nacional con el 43.5% del total de policías municipales que no fueron aprobados en las mismas pruebas de confianza.
 
 
 
El cuarto indicador se refiere a las posibilidades de ser secuestrado en territorio veracruzano. En lo que va de 2014 en el estado se han registrado 133 secuestros, lo cual ubica a Veracruz en el tercer lugar a nivel nacional entre los estados en donde existe una mayor incidencia de este delito.

 
 
Adicionalmente hay que considerar otros factores como la escasa confianza, tanto el gobierno estatal como los gobiernos municipales, para garantizar un clima de negocios adecuado para atraer inversiones que detonen el desarrollo estatal. Y es que estos gobiernos han propiciado una crisis de las finanzas públicas veracruzanas, resultado tanto de una torpe y rudimentaria administración pública, como de la descarada corrupción que existe en su interior, todo ello acompañado de una burda política económica incapaz de impulsar el crecimiento productivo. Lo que sin duda se ha visto influido también por los enormes rezagos en materia de infraestructura que los gobiernos de los últimos años no han podido resolver por el uso ilícito e ineficiente de los recursos públicos. A ello hay que sumarle la escasez de mano de obra calificada, lo cual es resultado de una miope política de educación superior estatal que no ha sabido conducir a las universidades privadas del estado a la preparación de los profesionales que el mercado está demandando.

Mucha gente me pregunta, ¿por qué si está claro lo que hay que hacer para impulsar el desarrollo del estado, no se hace nada? Y la respuesta es simple: La estructura institucional de Veracruz está en crisis. Primero como resultado de la profunda corrupción institucional en todos los ámbitos y a todos los niveles. Funcionarios y políticos que desperdician, despilfarran, se roban los recursos públicos o se venden para beneficiar a otros. Segundo, por la incompetencia de muchos responsables de áreas claves para el desarrollo que simplemente no saben qué hacer. Tercero por la existencia de una especie de funcionario público y político que se reproduce a gran velocidad: el “tránsfuga” o “saltimbanqui”. Maromero profesional que va buscando escalar puestos o cargos de elección popular cada vez más altos, pero siempre de paso, sin comprometerse, siempre ocupado en su estrategia personal de crecimiento personal y no en cumplir con su responsabilidad. Los tres tipos tramposos, charlatanes y embaucadores.
Por ahí hay que empezar. Reconstruir nuestras instituciones, depurar su administración y elegir, vigilar y evaluar de un mejor modo a quienes las dirigen. [email protected]