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Columnas y artículos de opinión
2014: del optimismo gubernamental, al derrumbe social
Helí Herrera Hernández
29 de diciembre de 2014
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Que no nos venga a salir el presidente Enrique Peña en su mensaje mediático de año nuevo, que 2015 va a ser mejor, porque entonces, los miembros de la clase media alta tendrán que hacer maletas para huir de México y, de ese status para abajo no solo persignarnos, sino encomendar nuestra alma al diablo, inclusive, porque más peor ya no nos puede ir.
 
Y es que hace 365 días el residente de Los Pinos auguró, después del Pacto por México y con las reformas estructurales constitucionales allí orquestadas, que 2014 iba a ser un año bueno para los mexicanos, extraordinario en resultados benéficos primordialmente para “los que menos tienen”, rezaba la propaganda oficial. Que gracias a las Reformas políticas, energéticas, educativas, financieras, laborales y de telecomunicaciones, por mencionar sólo cinco de 11, a México le iba a ir bien y que con ellas, aplicadas a la realidad, los niveles de bienestar en los grupos marginados, pobres y clasemedieros subirían sustancialmente.

 
De esa manera, la nomenklatura mexicana convirtió a 2014 en el augurio de un año de despegue de nuestra economía, del combate a los bajos rendimientos académicos, de la guerra a la impunidad y la corrupción, de la lucha contra los poderes fácticos, contra la concentración de la riqueza y ¡oh realidad!, no se logró un ápice de avance en estos rubros, sino que pasó a ser el año del México próspero, del México que nos hizo soñar la clase política gubernamental, al México de las pesadillas, del miedo, del terror, del temor, de la insatisfacción, del odio, del estrés, de la desconfianza, de la resignación para miles y de la inconformidad para millones.
 
2014 probó que una cosa es ser candidato y prometer menos impuestos, detener el alza de los combustibles, meter a la cárcel a todos líderes sindicales y funcionarios gubernamentales corruptos y ladrones, cobrarle impuestos a los barones del dinero, -intocables hasta hoy-, imponer la paz por encima de los que la quebrantan, y otra muy distinta implementarlos y ejecutarlos ya estando en el poder.
 
Ejemplos sobran para fotografiar este gobierno Peña-Nietista que sigue protegiendo (además que es Senador de su partido), al secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, Carlos Romero Deschamps; que los casos de corrupción empresariales como el de Oceanografía son recurrentes; que en México encarcelan a quienes prenden fuego a una puerta pero nunca a los responsables de los incendios en las guarderías ABC; Que pueden suceder asesinatos en grandes tiendas departamentales y nunca clausuran esos negocios; que andan recogiendo maquinitas tragamonedas en los tendajones pero no tocan a Caliente, ni Play City; que pueden tener casitas blancas, rosadas o pintas sin que siquiera se les abra una investigación por los presuntos delitos de corrupción, o tráfico de influencias, dado que su salario no les alcanza para esos gastos.

 
Y allí esta Pasta de Conchos. Y allí está la contaminación del río Sonora donde especialistas ya detectaron en la población ribereña cadmio y cobre, que están generando enfermedades humanas y al medio ambiente, daños estimados en miles de millones de pesos sin que Germán Larrea –amigo personal del presidente Peña-, haya sido citado a declarar.
 
¿Dónde quedó pues la bonanza económica prometida? porque el reciente aumento al salario mínimo de 4.2 por ciento (dos pesos con ochenta centavos), si acaso alcanza para un huevo o un pan; mientras que los banqueros cobran las comisiones más altas por los servicios que prestan, cobrándoselas en la mayoría de los casos a “lo charro”, obteniendo todos, absolutamente todos, miles de millones de pesos anuales de ganancias. ¿Es ese el bienestar que prometieron?
 
Sus pronósticos económicos, provenientes de economistas que gozan de maestrías y doctorados en las mejores universidades neoliberales del mundo siguen siendo desacertados, es decir, ni a eso le atinan a pesar de sus títulos rimbombantes. Cuando ellos afirman que vamos a crecer hay que entenderles lo contrario. Cuando ellos hablan de la fortaleza del peso hay que prepararnos para su devaluación. Cuando ellos hablan de la pujanza de nuestra economía basada en los resultados macroeconómicos hay que estar preparado para la inflación (aumento de precios de todas las mercancías).

 
Los hombres y mujeres del Estado mexicano ya no pueden hablar de moralidad cuando en sus actos reflejan una vida de lujos y de mentiras, todos ellos están balcanizándolo y prueba de ello está con la ingobernabilidad que existe en varios estados de la República como Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán o Guerrero, donde los grupos al margen de la ley mantienen territorios bajo su influencia.
 
Por eso inicio este artículo escribiendo que ojalá y Peña, en su mensaje de año nuevo televisado y radiado no nos vaya a decir que 2015 nos va ir mejor, porque entonces ¿qué significó para México y los mexicanos la tragedia de Iguala, donde es incapaz de brindar seguridad a una población, cuando son los propios cuerpos, encargados de brindarla, los que la violan?
 
Los 43 que nos faltan son los miles que lloran ya en hogares nacionales, que ya enterraron o que se encuentran desaparecidos. Esto no puede ni debe continuar porque si nosotros lo permitimos, seremos cómplices de estos gobiernos para cuyos integrantes, como dijera José Alfredo Jiménez, la vida no vale nada.

 
Mejor que se calle la boca y no salga a predecir, lo que con sus acciones generará. ¡Más dolor, más miseria, más desempleo, más corrupción, por favor, ya no!