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Columnas y artículos de opinión
Peña Nieto en su laberinto
Helí Herrera Hernández
27 de abril de 2015
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Ningún otro presidente en sus dos primeros años de mandato había tenido una crisis de credibilidad como el que hoy despacha en Los Pinos.
 
Enrique Peña Nieto, su gobierno, los poderes fácticos y los grupos económicos que controlan el país viven actualmente su peor pesadilla sin visos de que la situación nacional vaya a mejorar, a pesar de los extraordinarios discursos del director del Banco de México, Agustín Carstens, quien precisó la semana pasada que tenemos "un arsenal de 270 mil millones de dólares para enfrentar cualquier crisis económica nacional", como si no ya estuviéramos inmersos en una de terribles consecuencias para el bienestar de más de 90 millones de compatriotas.

 
Los casos de corrupción gubernamental no paran. A los de la <casita blanca> y los viajes a Beverly Hills de la primera dama con toda su parentela, para comprar vestidos de 20 mil dólares (310 mil pesos cada uno), mientras uno de cada dos niños mexicanos padece de desnutrición por no tener sus familias para comprarle alimentos, se suman los chalets del secretario de gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, los del secretario de Hacienda, Luis Enrique Videgaray y los relojes de más de dos millones de pesos del dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, miembro del círculo de amigos del Ejecutivo Federal, más los que se acumulen en esta semana porque parece que alguien está destapando la cloaca.
 
Esta tan podrido el sistema que los soportes que le daban sustento empiezan a quebrarse, dado que los medios poderosos de la radio y la televisión que lo sostenían están siendo cuestionados a nivel internacional por sus contrapartes que observan, cómo en un país que se dice democrático se coarta la libertad de expresión, se silencian las voces críticas dando sólo cabida al periodismo oficialista adulador, que ha hecho del moche y la extorsión el medio para enriquecerse.
 
La acción emprendida desde palacio nacional contra la periodista Carmen Aristegui por investigar y dar a conocer los embutes de los grupos industriales al presidente Peña, logrando que el grupo MVS de la familia Vargas la despidiera del programa de radio y televisión de esa empresa que pasaba de lunes a viernes por la mañana, ha desatado, otra vez, una andanada de críticas y reclamos sociales porque mientras los periodistas “chayoteros” del gobierno tienen manga ancha en esos medios, a los que informan la verdad hacen que los despidan, que los corran, violentándoles sus derechos laborales.

 
Sólo que el Presidente Peña Nieto, los grupos de poder económico de este país y los poderes fácticos nunca consideraron que la prensa internacional les iba a pasar factura de todas sus tropelías, logrando que del <mexican momento> se pasara al México corrupto, denunciado semana tras semana por los grandes diarios norteamericanos, ingleses, franceses y españoles que dan cuenta de todas las fechorías que tanto el gobierno como los industriales y empresarios afines a él cometen, en perjuicio del erario público, de las instituciones constitucionales, así como de la sociedad mexicana en su inmensa mayoría.
 
Peña Nieto se ha convertido, en menos de dos años, de aquel presidente que fue noticia en el periodismo internacional por las reformas constitucionales que impulsó a través del pacto por México, con el apoyo de los legisladores de su partido, del PAN, del PRD, de los verdes y del panal en un pasivo, dado que su promesa de progreso, desarrollo, crecimiento económico y democracia ha sido un verdadero cuento chino, y ha conducido al país y a su pueblo a una situación de inestabilidad y hartazgo social.
 
Los escándalos en su gobierno en lugar de disminuir aumentan. No puede controlar los apetitos exhibicionistas de su mujer, que al fin actriz de televisa, busca siempre los reflectores olvidándose de los protocolos que, en ánimo de ayudar a su marido, debería cuidar.

 
Tiene razón el periodista Jorge Ramos, uno de los 100 personajes más influyentes del mundo según la revista TIME, cuando exige al nuevo Congreso mexicano (el que se va a votar este domingo 7 de junio), una investigación profunda, independiente sobre las denuncias de corrupción contra Enrique Peña Nieto: “Si bien en México no existe la figura de revocación de mandato ni referéndum revocatorio, sí cuenta con el artículo 86 de la Constitución federal que establece, que el cargo de Presidente de la República solo es renunciable por causa grave, que calificará el Congreso de la Unión". "Que se acuse al Presidente de corrupción es grave, que se le acuse a su esposa y secretarios de lo mismo es grave, la masacre de Ayotzinapa es grave".
 
Referencía que si en Estados Unidos Michelle Obama hubiera financiado una casa privada con un contratista del gobierno, su esposo, el presidente Barak Obama ya no estaría en la Casa Blanca.
 
Es aplaudible que en la cena de gala convocada por la revista TIME para galardonar a Jorge Ramos, ante cientos de periodistas norteamericanos y de otras naciones, el exnovio de la veracruzana Ana de la Reguera manifestara: "Es increíble que en México cuando un grupo de periodistas denuncian corrupción a las más altas esferas del gobierno mexicano, quien renuncia no es quien comete el acto de corrupción, sino que renuncian a los que los denunciaron" refiriéndose a Carmen Aristegui y sus colaboradores.

 
Al siguiente día la prensa internacional dio cuenta de esta denuncia, la siguió durante toda la semana, pero Televisa y televisión azteca que un día sí y al otro también acusan al gobierno de Venezuela de no respetar la libertad de expresión, acá ocultan la difusión que en el mundo están haciendo del periodista mexicano Jorge Ramos, respecto a los actos de corrupción del presidente, de su esposa, de sus secretarios, así como del acallamiento de las voces críticas a su gobierno.
 
El laberinto de Peña Nieto no parece, ni lejos, encontrar una salida a las pesadillas y tormentas que él mismo generó y no ha podido controlar, porque en su casa misma parece ser que la que toma las decisiones es la actriz y no el Presidente. Quizás por eso va en un tobogán tomando más y más fuerza hacia el desfiladero. Lo peor es que nos lleva entre las patas.