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Columnas y artículos de opinión
La furia de los dioses
Helí Herrera Hernández
27 de julio de 2015
alcalorpolitico.com
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twitter: HELÍHERRERA.es
 
Toda la ira que la fuga de Joaquín Guzmán Loera generó en Enrique Peña Nieto y su gabinete se está volcando en contra de los maestros miembros de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, mejor conocida como la Coordinadora del estado de Oaxaca.
 
Azuzado por Claudio X González y su vocero Carlos Loret de Mola, entre varios de los comunicadores que tiene en su nómina el presidente del grupo Primero México, enemigo de la educación pública, científica y laica, el ejecutivo federal ha cedido ante las exigencias de este hombre conservador que exige actos de gobierno en contra de maestros y maestras de aquella entidad federativa, opositores a la reforma laboral-educativa, y les ha mandado poco más de seis mil elementos de distintas corporaciones policiacas y militares, que se traduce en un mensaje clarísimo de lo que les espera si persisten en su lucha de exigirle al Estado neoliberal más recursos para eficientizar la educación pública nacional.

 
Mientras no ha caído el verdadero responsable de la fuga del Chapo, el Secretario de Gobernación que es el que tenía la obligación legal de vigilarlo y resguardarlo, dado que para eso le pagamos, a quien no sólo debió despedirlo Peña Nieto sino indiciarlo en una averiguación previa por los delitos que le resulten, a los maestros Rubén Núñez Ginés y Francisco Villalobos, Secretario General y de Organización de esa sección 22, la Secretaría de Hacienda, a través de la unidad de inteligencia financiera, les congelaron sus cuentas personales, léase bien personales, para que no tengan ningún flujo de dinero y empiecen a sentir la fuerza del Estado represor.
 
Tal parece que los enemigos de México son los profesores, todos aquellos maestros y maestras miembros de la coordinadora en los 26 estados donde tienen militancia y no los delincuentes de cuello blanco, aquellos que como banqueros cobran a lo charro comisiones por lo que sea, sin que el ciudadano pueda defenderse de ellos; tampoco los grandes empresarios e industriales que corrompen a las autoridades hacendarias para no pagar impuestos o pagar menos; o aquellos patrones que explotan a sus trabajadores no pagándoles el salario mínimo y poniéndolos a trabajar hasta 10 y 11 horas diarias; o aquellos líderes sindicales afines al PRI-gobierno que se han enriquecido como Carlos Romero Deschamps, y hasta lo hacen Senador de la república por ese partido; o aquellos funcionarios de medio pelo que cuando entran a cumplir con la función que les encomiendan tienen una casa de interés social, y tres o 6 años después disfrutan infinidad de residencias, son dueños de plazas comerciales, de extraordinarios restaurantes, de tiendas departamentales, de vehículos de colección.
 
¿Quiénes son más peligrosos: los maestros que luchan porque el Estado dote a todas las escuelas de la infraestructura física que requieren, porque miles no tienen baños, ni techo, ni pizarrones, ni butacas, o aquellos funcionarios que de la noche a la mañana se han enriquecido? ¿Los maestros y maestras que tienen que andar mendigando a los presidentes municipales la computadora, el cañón, el piso firme, los balones para que los niños y niñas puedan jugar en el recreo, o aquellos funcionarios que aplican políticas publicas educativas que han favorecido al Tec de Monterrey, a la Universidad Anáhuac (hasta terrenos les han donado), a la UDLA y demás otras que forman profesionistas para los grandes consorcios industriales, financieros y empresariales que son los que alimentan al capitalismo depredador?

 
Frente a un Estado conservador, de derecha, sólo se puede luchar en las calles, levantando la voz, exigiéndole a sus integrantes que destinen dinero público a las instituciones surgidas de la revolución mexicana en beneficio del pueblo, como fueron el IMSS, el ISSSTE, la educación pública, infraestructura carretera gratuita y generación de empleos bien remunerados.
 
No me cabe la menor duda, desgraciadamente, que al maestro Rubén Núñez Ginés Peña Nieto lo va a encarcelar, acusado hasta de lavado de dinero, porque para eso de fabricar delitos son muy eficientes estos políticos, pero no para encarcelar a todos los miles y miles de funcionarios corruptos que hay en todo el país, que han endeudado a la nación y a los estados y que, gozan de cabal salud gracias a su militancia tricolor.
 
El menguado presidente piensa que, frente a su desprestigio internacional y nacional por la fuga del líder del cartel de Sinaloa, la represión al movimiento magisterial puede posicionarlo como un mandatario fuerte. Lea usted el discurso que el sábado pronunció ante sus correligionarios del PRI donde culpó al “populismo” y “la demagogia” de ser los causantes de los problemas que enfrentan otros naciones, como si demagogia no fuera que alguien prometiera que si llegaba a ser presidente de México no iba a subir los impuestos; que iba a bajar los precios de los combustibles, que iba a combatir la corrupción y la impunidad, que íbamos a tener crecimiento del 6% del Producto Interno Bruto y que, casi casi, como su compañero de partido José López Portillo, iba a defender nuestro peso de las fauces de la moneda norteamericana. ¿No es eso demagogia?

 
Lo que puede desencadenar la represión que ya ordenó Peña Nieto contra la sección 22 de Oaxaca puede tener efectos jamás pensados por el dueño de la casa blanca. Por lo pronto 7 entidades federativas más el distrito federal ya cerraron filas en apoyo a sus compañeros oaxaqueños y se declararon en alerta para iniciar una jornada nacional de movilizaciones.
 
Congelarle a la sección 22 de Oaxaca su cuenta bancaria, así como las personales a los dos principales dirigentes, fue el primer error que cometió el tan errático presidente que tenemos, porque ya generó el apoyo de maestros de 26 entidades federativas a dicha sección, porque la lectura que le damos a estos mensajes, estemos de acuerdo o no con el método que la Coordinadora realiza para luchar, que Peña Nieto va contra todos aquellos maestros que defendamos la educación pública.