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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Lo que queremos los priistas
Rebeca Ramos Rella
11 de agosto de 2015
alcalorpolitico.com
Trillado pero vigente. México es un país surrealista. Acá todo es posible. Nos pisotean la dignidad nacional; nos engañan; se burlan en nuestra cara; nos ofenden; nos defraudan; nos exprimen; nos usan; nos quiebran esperanzas, confianza y proyectos y, lo impensable, no pasa nada más allá de la queja furibunda; el chiste ingenioso; ahora el meme que ridiculiza; la mentada que a nadie estremece y la crítica vehemente en el café, en la sobremesa; en el taxi, pero nadie, nadie sale a la calle, espontáneamente ni invictos de logotipos a exigir respeto, ley, renuncias, mejoras, reversa en medidas que afectan la economía individual, el trabajo, el salario, la fábrica, la casa, la escuela, el entorno; menos tenemos ganas de reclamar efectividad, honestidad, corrección en las mañas y conductas de servidores públicos a todo nivel y en instituciones; no hay tsunami social vacunado contra los sesgos de intereses partidistas, no hay movilizaciones ciudadanas en esencia. ¿Es el conformismo? ¿Es la inercia? Es el desgano frente a lo irremediable que ya es cotidiano. No sobresalta.
 
No hay ni ánimos para gritar en despoblado contra la corrupción, la impunidad, la complicidad, el cinismo; contra la insistencia institucional por querer tapar el sol con un dedo y pretender seguir viéndonos como torpes e iletrados; no exigimos congruencia, patriotismo; ni un poco de vergüenza; menos cuentas claras; porque otros se ocupan de presionar a los gobiernos, a la élite política y no necesariamente son los ciudadanos, sino un cúmulo de personas pagadas por grupúsculos tenebrosos que otros empoderados desde las sombras manipulan, financian y sostienen para dizque protestar y para según ellos, cambiar las cosas.
 
La apatía, el conformismo, la impotencia, la estrechez en la mira, el fatalismo, nos paralizan. ¿Para qué quejarse? Nada va a cambiar, se piensa en los adentros. Estamos más obsesionados con pagar las deudas; las colegiaturas; los recibos; estamos ocupados en el ahora, en la quincena, todo ajustadísimo. Nadie quiere perder su trabajo; nadie quiere atiborrar el ejército de desempleados; nadie quiere problemas más de los que ya tiene. El país que somos todos se reduce a lo que ellos, la elite política hace y deshace. La sociedad se expresa en las redes sociales; en las encuestas; en los porcentajes y mediciones de indicadores sociales, económicos y de preferencias políticas; en las charlas dolientes. Esta es la desgracia. No nos vemos. Somos la estadística. La masa. Ese ente amorfo que es el pueblo al que se refieren los potentados en sus anuncios de más beneficios; obras y mejoras, que no se sienten; que no hacen tierra.
 

En el debate cotidiano de noticias, sucesos y en el análisis de las declaraciones, acciones y decisiones que se leen y se escuchan en los medios, la postura de la oposición política es previsible: deambula desde la agudeza en la crítica hasta el radicalismo resentido y absurdo. Más en estos tiempos en que los iluminados andan de campaña interna para renovar las dirigencias de los partidos mayoritarios. Todo prometen; vociferan cambios: la revolución institucional y el entierro de la sana distancia en el PRI; la regeneración y volver a ser la verdadera esperanza del país, en el PAN; relanzamiento y transformación en el PRD.
 
Un escenario distinto en las reglas y en las acciones para levantar al sistema de partidos en crisis gravísima de credibilidad social. En el resquebrajamiento de estructuras y vicios ventaneados en redes sociales por hechos y conductas que siempre han existido pero que ahora sí se saben y se confirman, los partidos quieren renacer como ave fénix; piensan que nuevos rostros impactarán en la confianza de la ciudadanía, pero la realidad es que las correcciones que pretenden deben ser desde las tripas y las posturas congruentes en las acciones. Ya veremos.
 
No obstante y desgraciadamente, en estos tiempos el cinismo permea en todos los colores; estratos de poder y logotipos. A nadie se le cree nada. La sentencia social, muy trillada también “Todos son iguales” sigue vigente. La conducta política de los actores ya se sobrepasó de ser descaradamente cínica a volverse sincera, parafraseando a Monsiváis.
 

La transición democrática, que acorde a los especialistas inició en 1988 y la alternancia política que se fortificó, en serio en 1997 y se concretó en 2000, en la Presidencia de la República, no nos han arrojado mejores gobiernos ni gobernantes; tampoco la pluralidad en la representación política del Congreso federal y de los locales ha transformado de raíz el sistema político arcaico, rancio, vertical, Suprapresidencial, autoritario, pero vivo en las peores prácticas y ambiciones de siempre.
 
El tema de fondo es el sistema de partidos que no quiere, porque los que los agrupan no lo permiten, cambiar. Piensan que con nuevos dirigentes y comités nacionales y con el nuevo discurso es suficiente; pero en la privacidad de las reuniones de estrategia, es la misma cantaleta; la misma maroma. Todo, comprometerse, expresar, declarar de todo, antes que renunciar a privilegios y perder posiciones de poder; curules y gobiernos locales que se renuevan el año que entra. Todo lo que escuchamos es electoral. Para allá van.
 
Cierto es que todos los que militamos en un partido político y que en el camino hemos participado activamente en tareas, espacios y procesos electorales, conocemos los usos y costumbres -las víceras del Sistema- y de la concepción y acción en el ejercicio del poder en México. También sabemos de los errores, los desplantes y excesos; de las contradicciones, las grillas y los abusos; así también, hay que reconocerlo, de los logros; los avances y los aciertos.
 

En los partidos, porque así lo dicta nuestra costumbre política, nos dicen que ser leal, disciplinado e institucional es alta virtud en política y, lo son, éstos, los valores que en el oficio político y en el servicio público se deben observar y demostrar. El grave problema en nuestro sistema de partidos, músculo del sistema político, es que muchos y muchas confunden lealtad, con vasallaje y sumisión; disciplina con silencio, parálisis y suicidio político e institucionalidad, con complicidad.
 
A poco más de 10 meses, desde la matanza de Ayotzinapa y sus secuelas que desataron una gravísima crisis política, que ha transcurrido por el escándalo de la Casa Blanca de la Primera Dama; las mansiones, las costosas propiedades y las prácticas despóticas en el uso de recursos y bienes públicos a cargo de personajes del Gabinete presidencial; las otras matanzas sospechosas; los informes de organismos internacionales que señalan violaciones contra los derechos humanos por parte de elementos del laureado Ejército Nacional; hasta la segunda fuga del siglo, la del peor enemigo público, el mega narco el Chapo Guzmán; todo lo que ha afectado la imagen del país y que nos ha indignado a la sociedad; que ha desprestigiado más al Sistema político y a los partidos; que ha debilitado a las instituciones del Estado mexicano; que ha impactado la credibilidad en el Presidente y en su partido, en prestigio, eficacia, gobernabilidad, yo pregunto ¿Cómo se sienten los priistas? ¿Qué piensan? ¿Qué opinan?
 
En estos meses han callado afuera y en público, pero en corto no han dado crédito a la avalancha de desaciertos; incompetencias; corrupción ventilada en la prensa nacional e internacional; la omisión; la postura incomprensible de no atinar; no prever; no ser precisos cuando se requiere. Tapan; evaden, sesgan; defienden lo indefendible. Muchos otros deambulan desmoralizados, decepcionados ante la bola de nieve de errores e incongruencias, que es gigantesca.
 

Estoy segura que los mexicanos aplaudiríamos una muestra franca y valiente para asumir errores y rectificar de cara a la Nación. Celebraríamos los manotazos en la mesa con el garrote de la ley y la justicia sin distingos a los cuates, a los colaboradores; a los ineptos, déspotas, resentidos sociales, rateros que ellos sí, atendiendo sus más ruines ambiciones, traicionan a sus jefes, es decir, al Presidente. No conocen el significado, ni el textual de los diccionarios, ni el simulado en la praxis política sobre las tres máximas virtudes que mencioné. Traidores, han debilitado al gran Tlatoani y de paso, exhiben a México en el mundo, como tierra de ladrones, asesinos, mentirosos y cómplices. Un México como el Estado fallido, que emergió del hoyo de la regadera de la celda del Chapo Guzmán.
 
Una tras otra.
 
Del doloroso tema de Ayotzinapa, nadie sabe nadie supo porqué sigue libre el exgobernador de Guerrero Ángel Aguirre. Primero porque él permitió la huida del infame Alcalde de Iguala y de su siniestra esposa; hay sospecha fuerte sobre el origen ilícito de los recursos que financiaron su campaña y además de su alianza con el crimen organizado y, en segundo lugar, nada se informa sobre la red de corrupción que obviamente él ordenó tejer a su hermano, para desviar recursos públicos y cobrar comisiones en la construcción de obra pública en aquel estado. Este malhechor corrupto, cercanísimo amigo del Presidente, vive en libre impunidad. No hubo acciones contundentes para exigir a sus empleados por qué no previeron, ni alertaron sobre hechos tan lamentables, si tenían información real en el Cisen y en la PGR de estos criminales y de sus avances políticos en Guerrero.
 

La reacción tardía del Presidente, dos meses después de la matanza, fue el Decálogo de acciones para “fortalecer las capacidades institucionales en materia de seguridad pública, procuración y administración de justicia”, mismas que en gran parte, siguen congeladas en el Congreso, porque los mismos partidos y el suyo, no han querido legislar al respecto. Como si no fuera urgente y vital.
 
En ese periodo, dicen los enterados, López Obrador usó y filtró la premisa que tiempo antes había descubierto Marcelo Ebrard y la perseverante periodista Carmen Aristegui, para revelar la adquisición y embellecimiento de la Casa Blanca de la Primera Dama, en pago por los contratos millonarios a empresa de construcción muy poderosa y favorita de Los Pinos. El Presidente enojado, le pidió a su subalterno, el reciclado Secretario de la Función Pública, atender e investigar, pero hasta hoy se desconoce qué o quiénes son los culpables del eufemístico “conflicto de intereses” que no es otra cosa que actos de corrupción y desde su casa. Confieso que este hecho me decepcionó dolorosamente.
 
Más cuando en una decisión totalmente equivocada, fue la Señora Rivera, iracunda y regañona quien según explicó al pueblo y de paso nos restregó su “indignación” por dudar de su honorabilidad en las maniobras para comprar su majestuosa y ofensiva súper mansión en La Lomas de Chapultepec. Pero ahí sigue la investigación y nada aclaran.
 

Se bien porque lo aceptan, este hecho y su publicidad, tumbó la moral de miles de priistas, a esos, los de trinchera como nos autodenominamos, los que trabajamos por años, décadas, por convicción y en la precariedad pero con la camiseta bien puesta siempre. Convencidos del gobierno transformador de Peña y festejando que los dudosos y sagaces analistas tuvieran que reconocerlo, nuestro Presidente era el modelo del nuevo PRI; del nuevo México. Lo fue. Puede serlo añoramos los idealistas; los que tenemos principios.
 
Pero ni remedio, a la pobreza, la escasez, la lujosísima mansión de doña Angélica fue la respuesta: una genuina grosería al pueblo de México. A los mexicanos que señala el Coneval en reciente reporte: 53.3 millones que padecen pobreza, de los que 11.5 millones apenas sobreviven desde su pobreza extrema y a los 8.5 millones de mexicanos que incrementaron en dos años en 7% y que pese a tener acceso a educación, servicios de salud, seguridad social, alimentación y servicios básicos en la vivienda, sólo ganan un salario o tienen ingresos por debajo de la “Línea de Bienestar”, situación que los empuja a ser pobres. Reporta el Coneval que en los últimos 30 años los salarios e ingresos de las familias no han subido; peor han declinado…pero cada seis años, vemos y sabemos hay nuevos millonarios…
 
Si algo ha logrado la democracia virtual del Twiter, Facebook, Instagram y demás sitios es evidenciar y propagar en segundos la arbitrariedad, las raterías, la corrupción que se sabía pero que ahora es más visible. Es tema viral con todo y las muestras. Así se supo de la casa de Malinalco del genio hacendario; de los pisos en Manhattan producto de ”herencias”; de las vacaciones frustradas de un director general en avión institucional. Ya no digamos de los videos que acumulan presidentes municipales emanados de diversos partidos; de legisladores y dirigentes que pululan y vemos los excesos de poder, la codicia, la disipación, el nepotismo, la ineptitud, el cinismo una y otra vez.
 

Nadie se salva del dedo colectivo que los acusa y los sentencia como corruptos. Quizá por eso se protegen y nada a fondo corrigen. Pero la corrupción acorde al Banco Mundial nos cuesta 9% del PIB, unos 1.5 billones de pesos cada año y la respuesta del Gobierno federal y del Legislativo tenía que darse en la reforma constitucional que a iniciativa presidencial creó el Sistema Nacional Anticorrupción, en mayo pasado. No obstante si algo sabemos los mexicanos es que por leyes no paramos, lo que falta es la aplicación de la ley; las cabezas rodantes; los culpables en la cárcel; la justicia ciega; la ejecución de la Constitución sin consentimiento. Y no vemos quiénes paguen por sus arbitrariedades todavía.
 
Los padres de los 43 insisten y ha sido la CIDH la que ha evidenciado lo malhecho y chambón en las investigaciones de la PGR. Han dado agua a los germinados de la duda nacional y desperdicio a los carroñeros politiqueros.
 
De las Mansiones de los amigos en el Gabinete y de la Casa Blanca, aún nada se sabe. Sólo que no se ha vendido como lo afirmó la Sra. Rivera y que ella, ya se erige para los cerebros consejeros cercanos en un serio dolor de cabeza para la popularidad menguada de su esposo; chismean que él regresa de las visitas de Estado, solito, mientras se asegura, ella se queda para el shopping y para turistear con su familia. Viaje a bordo del avión presidencial.
 

Tampoco se sabe nada del capo huido. Se esfumó por ese túnel que durante semanas fue motivo de recorrido “fantástico” como lo dijo Rubido, para legisladores, altos funcionarios y reporteros. Tan estupefactos quedaron a la vista nacional, que lograron convertirse en los mejores cronistas de la súper fuga del siglo y en sus narices. Por días el Chapo Guzmán fue el héroe que puso en ridículo al Gobierno de la República, que no convence a la sociedad; que la tiene indignada y que ante el gancho saca aire que les asestó, mediante la asunción vengadora del Chapo se desquitó desde el rencor nacional que crece por los masacrados en Guerrero y en Michoacán y, por las pésimas investigaciones e historias increíbles; por el regaño de la Primera Dama y su casota presuntuosa; por todos los corruptos que abusan de sus posiciones y se clavan los recursos; por la gasolina carísima; por el peso ponchado frente al dólar; por los nuevos pobres, vulnerables por ingreso y a los que lo son por carencia social, que ya no forman parte de la clase media de este país, porque no les alcanza su salario…ni les alcanzará.
 
Ya lo dijo muy claro Alicia Bárcena de la CEPAL, cito: “Si bien se han creado más empleos en México, la mayoría pagan entre uno y dos salarios mínimos. México no resiste salarios tan bajos; sigue teniendo un mercado informal, precario, (…) ha habido mayor creación de empleos pero de menor calidad (…) La forma más eficaz de disminuir la pobreza es con ingresos. Lo que persiste son las desigualdades, la concentración del ingreso en pocas manos y por eso se requieren acciones redistributivas a partir de reformas fiscales, de programas sociales y de inversiones productivas en donde sea más necesario (…) El salario es la llave maestra”.
 
El círculo vicioso de la pobreza y desigualdades obliga a elevar salarios y generar empleos mejor pagados; pero los políticos, los gobernantes, los legisladores se sirven con el cucharón del mole; aún manejan programas sociales a discreción y para tiempos electorales y exprimen a las bases medias con mutilaciones o ahorcamientos salariales, disque para dar muestra de “austeridad”, misma que, por ejemplo, los senadores y los diputados se nota, no conocen; menos padecen.
 

En los primeros dos años de la LXII Legislatura, el Senado se auto-pagó dos mil millones de pesos en asesores; viajes senatoriales; reuniones plenarias; apoyo a actividades y presentaciones de informes legislativos, incluidos pago de impresiones y labores de difusión; este año erogaron más 32.9 millones de pesos para asegurar coches, gastos médicos, bienes y sus oficinas; en el primer trimestre del año, el Senado gastó 5 millones 548 mil 122 pesos para boletos de avión y viáticos para sus giras internacionales.
 
Y lo más despreciable es el finiquito de los diputados que concluyen su “quehacer legislativo” y se auto-premian con más de un millón 155 mil 357 pesos en promedio, para cada uno. Serán, -por lo menos eso publicitaron…a saber si es más dinero-, algo como 577 millones de pesos, que les pagaremos con nuestros impuestos, esfuerzos y precariedades; así se auto-agradecen su gran labor, que no es más que el estricto cumplimiento de su responsabilidad política, nada extraordinario, ningún favor excepcional al pueblo; es su deber, su chamba.
 
Y aún, las encuestas recientes no los estremecen, porque eso no se ve más de lo que se lee en los discursos llenos de frases contundentes y mediáticas de los asegurados dirigentes nacionales del PRI y del PAN y en la fuente del “Bacheletazo” al estilo perredista que optó por renunciar a toda la dirigencia actual, en búsqueda de nuevas caras y no las de las derrotas; y también en la célebre oratoria del Presidente de la República arropado por su partido, que tardío reaccionó a la lluvia tupida de críticas y señalamientos y al derrape en la popularidad de su primer líder, la más baja que nadie en los últimos 15 años, para cantar el valor “ de la Unidad para la transformación” y de paso contener ambiciones sucesorias adelantadas, frente a otros atrabancados.
 

Ellos a los que les preguntaba cómo se sienten y con la moral en el suelo, se les convocó y se les incluyó en los renglones de los mensajes para despabilarse de tanto yerro, golpe y porrazo; para superar la hoja del capítulo doloroso y ensombrecido vivido y coronado con la burda y burlona fuga del Chapo y de toda la cloaca de complicidades en el Gobierno federal, que ha destapado y, los conminó a cerrar filas con el mero Preciso, para seguir en la ruta de los grandes movimientos que están reconfigurando al país...y que han sufrido algunas imprevisiones y sorpresas, como las quieren hacer ver.
 
Pero para muchos millones de mexicanos, éstas, sólo han sido las pruebas irrefutables de que los elevados priistas no quieren ni van a cambiar en lo profundo. El manotazo contra la CNTE fue lerdo pero aplaudido; pero las formas del dedazo persisten. Habrá líder priista completo como le halagan. Cierto. Pero a todos nos queda claro que los procesos, asambleas y demás salen sobrando. Las unciones esta vez se han hecho abiertamente en la verticalidad del Presidencialismo priista arcaico que, al parecer, está de vuelta.
 
Al anunciar el borrón de la distancia entre el partido y el gobierno, que en otros tiempos fue la estrategia para acabar con la crítica cansada contra el régimen de Partido de Estado, autoritario y unipersonal; contra el régimen de Partido Hegemónico, antidemocrático, que el recién galardonado por México, Giovanni Sartori describió de esa extraña e interesante simbiosis entre el PRI y el Gobierno o de aquel concepto suyo, que bien descifra a nuestro sistema como Suprapresidencial o Superpresidencial; y asimismo para asentar que el Gobierno federal para todos gobierna sin distingos de colores ni inequidades en procesos electorales, se le informa al pueblo de México y a los partidos opositores que el partido en el Gobierno de la República, vuelve a la carga echando mano de gobiernos afines, recursos, bienes, planes, programas y demás para imponerse en el mando; que la competencia electoral será respaldada desde Los Pinos y por tanto, será desigual para los opositores. El PRI y el Gobierno serán lo mismo, como antes, pero ¿Y la ley electoral? Ya auguro muchísimas denuncias electorales contra el binomio.
 

Que el Suprapresidencialismo sigue vivo y ahora revitalizado, tras tanto knock out. Esto es.
Nada nuevo. Es lo que no cambia. Sólo que ahora lo publican. Bien. Así lo hacen en muchos países del mundo. La cuestión es que el presidencialismo fuerte, ya lo sabemos y lo padecen en muchos estados y municipios, tiende al autoritarismo vertical; a veces represivo e impositivo, que es manantial para la corrupción y la impunidad que tanto agravia a los mexicanos y que según, la elite quiere combatir. Las contradicciones y las máscaras.
 
Lo que está en análisis objetivo es saber, a ciencia cierta, si los partidos que mutan dirigencias con un mensaje de renovación, revolución, relanzamiento, en verdad lo proponen porque aceptan el caos y la honda desconfianza que se han ganado; si lo harán y lo ratificarán en la realidad, en las formas y en las acciones o si sólo es el arranque de la retórica electorera para prevenir los descalabros que lograron en el elección de este año.
 
Lo que sigue es resolver con Razón de Estado, los pendientes. Los normalistas; las mansiones; los muertos con tiro de gracia; limpiar la reputación del Ejército y castigar a los que la manchan; el Chapo y sus cómplices; los excesos de los legisladores y gobernantes de igual signo partidista; la economía, los pobres y los salarios y, aplicar la ley sin consentimientos ni protecciones. No más conflictos de interés, dígase corrupción.

 
De otra forma todo será una simulación tan cínicamente sincera, como lo que ya hemos visto y corroborado en videos, fotos y ventaneos. Ojalá que los lemas que usan los partidos para recuperar la credibilidad social, sean de convicción y para la acción.
 
No entienden que no entienden, esto consensan los analistas y expertos que observan decisiones y tumbos de la cúpula del poder nacional. Ojalá en esta ola de cambios de caras y de protagonistas; en estas horas de inyección de fuerza al mando presidencial, las palabras vayan en serio, porque las formas y costumbres son las mismas. Y en todos los partidos.
 
Algo, aunque todo debería cambiar a fondo. Por lo pronto suena bien, aunque ostentosa, la “Revolución Institucional” que parafraseó la Secretaria General de la CNOP en uno de los actos de apoyo al progresista Beltrones.

 
Nos gustaría que desmenuzaran y explicaran en qué consistirá esta evolución, porque un PRI nuevo le urge al país. Por lo menos los priistas, miles, eso quisiéramos; eso mismo esperamos.
 
A lo mejor, ahora sí entienden que para transformar al país y hacer vivas las reformas alcanzadas, primero hay que reformar al sistema y modernizar al régimen político, que pasa por los partidos y que debería referenciar el PRI-Gobierno, porque ya se comprobó que el sistema y los partidos siguen, en sus adentros, podridos en las conductas; en las concepciones y en las acciones.
 
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