Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Estado de Veracruz

Falta de amor les causa tristeza a ancianos, aunque algunos más que eso, piden respeto

- Luz María Pelayo cuenta que hace dos años llegó al asilo Sayago por su propia voluntad

- Lamenta que ya nadie respeta a las personas mayores, ni a los enfermos ni a los niños

Mercedes Aguilar Xalapa, Ver. 15/06/2012

alcalorpolitico.com


Click para ver fotos
“No queremos que nos quieran, queremos que nos respeten como ancianos, como prójimos”, fueron las palabras de Luz María Pelayo Muñoz quien hace dos años y medio llegó por su propia voluntad al asilo Mariana Sayago. Con una maleta en la que cupieron todas sus propiedades dejó sus recuerdos en la calle y sin avisarle a sus únicos dos primos, se dispuso a vivir en el asilo.

Hoy a sus 83 años recibe comentarios de que aún está muy fuerte para estar en el asilo, ella trabajaba de sirvienta, pero en los últimos años se cansaba mucho y le dolía su espalda, por lo que fue al DIF, donde recibía atención médica y le recomendaron dejar de trabajar; “tú ya no estás para trabajar, están para que te cuiden”, fue la expresión de la doctora que la atendió, por lo que después de mucho pensarlo le hizo caso y dejó el trabajo.

Fue casada pero no tuvo hijos, aunque luego de su experiencia en el asilo, asegura que aunque hubiera tenido hijos, tal vez también se hubiera quedado sola; “si Dios no quiso que tuviera hijos fue por algo”.

Enfatizó que la vida del asilo es difícil, pues nunca se comparará con vivir en casa. Pero aún así ella ve cada día como una nueva oportunidad para gozar de la vida, ella es la única que puede salir del asilo, por lo que ayuda con los mandados y alguna que otra vez se va a dar una vuelta al centro pues de 9:00 a las 18:00 horas ella pueda salir si lo desea, pero no es muy común que salga, pues prefiere ayudar a los demás habitantes del asilo.

Eso sí, todos los domingos va a misa, pues asegura que es “católica dominguera” y su apoyo moral es Dios, “Mi fe es muy grande y es lo que me sostiene”, enfatizó.

En el asilo tiene todo, sabe que gracias al gobierno y a los beneficiarios que llevan su contribución para que ellos puedan cubrir sus necesidades básicas.

En su experiencia los adultos mayores son discriminados en las calles, no les dan el paso, no los dejan caminar despacio sobre la acera y ya no los toman en cuenta, pero también en las casas el abandono es igual, pues le ha tocado ver varios casos de ancianos que por horas permanecen en un mismo sitio y que por estar en silla de ruedas no pueden moverse o repelar.

Aseguró que son los adultos los que menos respetan a los ancianos; “creen que no van a llegar a la edad de nosotros, pero no que no recuerdan es que como nos ven se verán porque como están estuvimos”.

La falta de amor al prójimo es lo que más le causa tristeza, pues si ésta existiera, así como los principios y los buenos sentimientos, el maltrato a los ancianos no existiría; “hay que respetar al niño, al anciano y al enfermo, esos son los que merecen mucho respeto, pero ya todo eso se acabó”.