El primer cara a cara entre Donald Trump y Hillary Clinton se preveía tenso, y lo fue casi por inercia. El tono de la campaña ha convertido la carrera presidencial en una lucha constante no sólo de propuestas, sino de formas, caracteres y el debate fue más una continuación de todo lo vivido hasta ahora, que un punto de inflexión.
El Republicano se dedicó a presentarse como un
outsider que enfrentará a la política tradicional de la demócrata, a quien atacó por su escándalo por los correos electrónicos y su posición fluctuante en temas de comercio. Sin embargo, Hillary se llevó la noche, de acuerdo con los resultados de un sondeo que de inmediato lanzó la cadena CNN. Para 62%, ella fue la ganadora; 27% le dio el triunfo a él.
Clinton provocó al temperamento de Trump, criticó su falta de programa y desconexión en la realidad. Mientras él se iba poniendo visiblemente más nervioso, ella mantenía la calma e incluso reaccionó divertida ante los ataques de su rival.
Horas antes, las dos campañas habían dicho a El Universal que esperaban que sus candidatos fueran ellos mismos, y fue algo que sí consiguieron.
La experiencia y preparación de Clinton le sirvió para llevarse el debate realizado en la Universidad de Hofstra, en el que actuó con la cabeza, con muchos datos y lista para rebatir cualquier frase de Trump.
El republicano siguió la tendencia que le permitió alzarse sorpresivamente con la candidatura republicana, dejándolo todo a su manejo de los medios de comunicación. Y se notó.