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Sección: Estado de Veracruz

5ª Sinfonía de Mahler y el vals “Emperador”, bajo la batuta de Sylvain Gasançon

Excelente programa de la OSX para este viernes en el Centro cultural Tlaqná, en Xalapa

Jorge Vázquez Pacheco Xalapa, Equez., Ver. 23/10/2014

alcalorpolitico.com

La Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX), bajo la dirección de Sylvain Gasançon, interpretará este viernes 24 de octubre la Quinta sinfonía de Gustav Mahler, una de las más gustadas entre el “gran público”. La cita es  a las 20:30 horas en la sala de conciertos del Complejo Cultural Tlaqná, del Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte de la Universidad Veracruzana.
 
La Quinta sinfonía fue escrita entre 1901 y 1902, y estrenada en Colonia en octubre de 1904 con la orquesta dirección del autor.
 
El programa se complementará con el vals “Emperador” del vienés Johann Strauss hijo (1825-1899), en un programa contrastante por la naturaleza de cada una de estas partituras.
 
La serie de nueve sinfonías terminadas –en rigor serían 10, si se toma en cuenta Das lied von der Erde– no muestran un claro proceso evolutivo, como fueron los casos de Mozart, Beethoven o Sibelius. En Mahler se integran ciclos que tienen poca semejanza uno con otro.
 
Luego de una Primera sinfonía puramente instrumental, Mahler inició su trabajo sobre las tres sinfonías siguientes, todas con el empleo de la voz humana y con textos tomados de la colección de Arnim y Brentano Des Knaben Wunderhorn (“El cuerno mágico del doncel”): la Segunda, denominada “Resurrección”, con texto final de Friedrich Gottlieb Kolpstock (1724-1803); la Tercera, con contralto, coro femenino y coro infantil; y la Cuarta, con soprano solista.
 
Al término de este “ciclo Wunderhorn”, el compositor volvió a la forma sinfónica orquestal y en las siguientes tres emplearía sólo la instrumentación orquestal.
 
La Quinta sinfonía abre este ciclo importante y es una de las obras en su catálogo que, al igual que la Tercera, impactan por una introducción sobrecogedora. Un solo de trompeta nos conduce a una arrasadora marcha fúnebre de acentos trágicos y arrebatados, que avanza poderosamente hacia un final tan cortante como inesperado. El segundo movimiento contiene fragmentos igualmente abigarrados, mientras que el tercero es un casi juguetón Scherzo al que habrá de seguir uno de los momentos más memorables en el repertorio de Mahler: el Adagietto.
 
Escrito utilizando exclusivamente las cuerdas con arpa, este fragmento se erige como el respiro que el autor se permite antes de abordar el brillante y extrovertido final. El Adagietto fue empleado como música de fondo para algunas de las escenas de la realización cinematográfica Muerte en Venecia (sobre la novela homónima de Thomas Mann) de Luchino Visconti, filme que presenta un personaje central cuyo derrotero vital y pensamientos guardan algunas similitudes con Mahler.
 
La obra de Mahler apenas puede ser descrita con palabras. Su arte logró producir un universo musical tan complejo que resulta terriblemente difícil de analizar en los términos comunes. Cada sinfonía, cada movimiento y, con frecuencia, cada una de sus frases musicales, están dotadas de vida propia, mediante temas independientes que interaccionan y se mezclan en un tejido de formidable complejidad imposible de comprender y analizar sin antes tratar de conocer su tormentosa existencia.
 
No existe forma de someter la obra de Gustav Mahler a examen alguno, como no sea el de la percepción y captación emotiva. Es aquí donde experimentar resulta más conveniente que tratar de explicar. No hay manera de traducir en palabras el efecto que produce en el oyente la marcha fúnebre del tercer movimiento de la sinfonía “El Titán” ni de describir el poderoso inicio de la Tercera. De la misma forma, resulta inútil describir lo que es o lo que significa el Adagietto mencionado, así como la Marcha fúnebre con que inicia la tempestuosa Quinta sinfonía.
 
En México la popularidad de Mahler se disparó a raíz del primer ciclo con las nueve sinfonías, que efectuara Eduardo Mata dirigiendo a la Orquesta Sinfónica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, en 1975. Hoy es el compositor “de moda” en México y en muchas partes del mundo. Se le contempla no sólo como el revolucionario que abrió las puertas de la modernidad a la música del siglo XX, también como el generador de la música que de muchas formas se ajusta a la turbulencia de los tiempos que nos ha tocado vivir.
 
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