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Sección: V?a Correo Electr?nico

Por los veneros del petróleo

?ngel Lara Platas 06/02/2013

alcalorpolitico.com

La ciudad aún suspira por tan terrorífico acaecimiento. El edificio B2, adjunto a uno de los más emblemáticos de la Ciudad de México -la Torre de PEMEX-, fue blanco del desastre y daño a víctimas que solo se dedicaban a sus nobles tareas de servir responsablemente a la institución petrolera.

Demasiado perjuicio como para cargarlo solamente a un mero accidente por descuido o falta de mantenimiento. En esos edificios se cumple con las rutinas de supervisión y mantenimiento con la periodicidad convenida. Cualquier retraso en las prácticas de la supervisión no hubiese derivado en algo tan fatal.

En el momento que los funcionarios involucrados en la investigación afirmaron que no había evidencia de fuego, en automático se descartó que el severo daño al edificio y a las personas, hubiese tenido como causa el descuido por parte de alguno de los empleados por el uso de aparatos eléctricos para uso personal. Aparte que la afectación hubiera sido local y no general ni simultánea.

De acuerdo a lo que observaron los expertos, la explosión fue seguida de un efecto similar a una implosión lo que nos induce a pensar que lo ocurrido no fue casual o espontáneo, así se diga lo contrario.

El daño humano lacera, provoca heridas sociales. Irreparables las pérdidas, insustituibles los hombres, las mujeres y, al parecer, una niña que mientras su papá cumplía con su responsabilidad de empleado administrativo, la pequeña lo hacía con sus tareas escolares.

La tragedia tuvo la respuesta inmediata del titular del Poder Ejecutivo. El Lic. Enrique Peña Nieto y algunos de sus colaboradores llegaron al lugar del siniestro poco tiempo después del fatídico accidente, a pesar que el Presidente andaba de gira por uno de los estados de la zona del Pacífico.

Atentos, los ciudadanos seguían paso a paso las acciones que con la urgencia del caso tomaban los grupos de reacción de las dependencias con responsabilidad en el evento. Sin embargo, en el contexto de la lúgubre tragedia, quien pereció que estaba sin tocar tierra aún fue el Director General de la Paraestatal Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austin, cuyo viaje por la República de Corea fue truncado por la explosión.

El discurso que ofreció en el lugar de la desgracia fue poco afortunado, tanto que evidenció los protocolos de atención inmediata de la propia paraestatal y la asistencia de instituciones para la atención de emergencias.

Con actitud titubeante y el rostro desencajado, dijo que “los afectados no estuvieron solos: los vecinos acudieron al apoyo de las víctimas”. Hasta donde se sabe, esas instalaciones, por sus dimensiones y por la gran cantidad de personal que alberga, cuenta con personal paramédico y con médicos para la atención de los empleados. Hasta donde se sabe, también hay grupos debidamente organizados y capacitados para intervenir de manera inmediata en casos de emergencia.

Por normatividad, las dependencias federales deben integrar brigadas internas de protección civil para actuar en eventualidades, y esas instalaciones no pudieron haber sido la excepción.

Lozoya, en su discurso dio a entender que ante la carencia de la respuesta inmediata de quienes tenían la responsabilidad, tuvieron que entrarle los vecinos, así carecieran de los conocimientos adecuados para el manejo de heridos en medio de situaciones de altísimo riesgo.

Pero eso no quedó ahí. En otra parte de su alocución aseguró que “de esta tragedia PEMEX va a salir fortalecido” Esas palabras suenan fuerte ya que sugieren que los accidentes o las tragedias fortalecen a las instituciones. Lo cual es una falsa idea. Si bien es cierto que de su boca salieron mensajes sin ninguna insana intención, ante situaciones tan lamentables y delicadas se esperan frases mejor pensadas. Mayormente si el mensaje es leído. Lo expresado por Lozoya insinúa que las instituciones tienen que padecer una desdicha para fortalecerse.

Otra de las frases del Titular de PEMEX, sin acomodo en el marco de las circunstancias, fue: “PEMEX no está solo”. Ante lo sucedido, esta frase carece de sentido toda vez que se trata de una empresa. Más bien, quienes no han estado solos son los afectados, los heridos y sus familias; y el resto de los empleados que también se vieron afectados emocional y psicológicamente por la contigüidad del suceso. Así lo confirman las repetidas visitas del Presidente de la República al edificio B2 y a los hospitales que atienden a los heridos.

Dio la impresión que a Lozoya Austin no le sienta nada bien trabajar bajo presión. En las imágenes se le vio emocionalmente deshidratado.

Por lo acontecido, a tiempo estaría el área de Protección Civil del Gobierno Federal para llevar a cabo visitas de inspección a todas las oficinas gubernamentales, donde en la mayoría de las mismas, comparten los mismos espacios computadoras, cafeteras, cajas llenas de papeles, hornos de microondas y muchos muebles de material altamente inflamable.