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Sección: Estado de Veracruz

Sursum Corda

“La ciencia no debe imponer ninguna filosofía, como un teléfono no debe decirnos de qué debemos hablar”

Pbro. José Juan Sánchez Jácome 02/09/2019

alcalorpolitico.com

Con el inicio del curso escolar, las principales ciudades del Estado se enriquecen con la presencia de tantos jóvenes que llegan de distintos pueblos y comunidades a continuar sus estudios profesionales.

En la mayor parte de los casos se trata de jóvenes que vienen de familias cristianas, con una importante experiencia de Iglesia. Estos jóvenes han crecido en una cultura católica, por lo que tienen como punto de referencia los diversos valores evangélicos. De hecho, una de las primeras preocupaciones cuando se mudan de casa -para continuar sus estudios- es insertarse a la vida de una parroquia o conocer los distintos grupos de Iglesia para continuar su formación cristiana.

Además del reto que representa para estos jóvenes adaptarse al modelo de vida que imponen las grandes ciudades, uno de los principales desafíos que enfrentan está relacionado con los cuestionamientos sobre su fe y sus bases religiosas.



En el caso de las tradiciones y su vida de fe, muchas veces sus valores y sus hábitos son cuestionados en el ambiente académico y no necesariamente por una metodología científica, sino por prejuicios personales o visiones ideológicas que descalifican de diversas maneras el hecho religioso.

Desde luego que también la religión tiene que pasar por el análisis científico y por la discusión metodológica, pero hace falta que el método racional que se aplica en la universidad y en los centros educativos no venga rebajado cuando se traten temas de religión o cuando se critique la vida de la Iglesia, porque muchas veces se habla muy por debajo del status científico que sobre todo debe garantizar el mundo universitario.

Ahora que deseamos que los jóvenes se mantengan en sus valores y convicciones hace falta salvaguardar los valores inculcados por la religión y la formación con enfoque humanista que las familias les han ofrecido a sus hijos. En muchas ocasiones y como producto de prejuicios e ideologías, se les arrancan los valores a estos jóvenes, pero no se les inculcan bases sólidas con las que puedan enfrentar los desafíos actuales.



En la universidad y en los reconocidos centros educativos, la discusión sobre temas religiosos no se puede hacer por abajo del nivel científico que se espera. Cuando se parte de un estatuto científico, la discusión de temas religiosos se hace incluso apasionante, pero cuando la crítica y la descalificación de la religión proceden de prejuicios personales e ideologías, corremos el riesgo de desdibujar el método científico que es una de los principales fundamentos del mundo académico y universitario.

El estado laico, además de la solidez de sus instituciones y de la orientación de sus leyes, también requiere de ciudadanos leales, responsables y honestos que comulguen con los principios que inspiran a esta gran nación. La religión fortalece la formación de las personas, así como su solidez y la proyección de sus valores. Por eso, esperamos que las instituciones educativas consideren como una fortaleza las convicciones religiosas de los jóvenes.

Decía Chesterton que: “La ciencia no debe imponer ninguna filosofía, como un teléfono no debe decirnos de qué debemos hablar”. En este caso ni la universidad ni el Estado deben imponer una visión antirreligiosa, muchos menos en estos tiempos de emergencias sociales, crisis y descomposición social.