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Sección: V?a Correo Electr?nico

# Yo soy 133

Manuel Mart?nez Morales 25/05/2012

alcalorpolitico.com

Se tardaron, pero que bueno que ya llegaron.
Atentamente,
La Patria

Escrito en una manta durante la manifestación “Yo soy 132”.

Estoy aquí porque esta es la manifestación de la inteligencia contra la barbarie, dijo Javier Sicilia. Y no podría ser de otra manera, a la clase en el poder y en particular a la partidocracia se les apareció un cisne negro1: la inesperada irrupción de un movimiento encabezado por jóvenes estudiantes universitarios perturbando el escenario de una elección “arreglada”. Donde menos lo esperaban les saltó la liebre: en la Universidad Iberoamericana (UIA). Aunque es justo decir que, más allá de algunas apreciaciones simplistas, este centro de estudios –aún cuando es “de paga” y da la impresión de ser una universidad para las élites– desde hace tiempo se ha distinguido por ser promotor de la conciencia social en una de sus mejores expresiones: el compromiso con los más pobres, con los despreciados por el sistema, con los nadie, como dicen los zapatistas. Así que reclamarle a Peña Nieto por su responsabilidad en la criminal represión que ordenó –cuando fue gobernador del Estado de México– sobre los pobladores de Atenco, no fue una ocurrencia.

Sólo el ignorante candidato presidencial priísta y su corte de asesores y aduladores, así como los igualmente ignaros dirigentes del PRI, pudieron imaginar que la visita a la UIA sería un día de campo. Y peor aún, estancados en las pestilentes aguas negras del diazordacismo y el echeverrismo, después del abierto rechazo a Peña Nieto no tuvieron mejor argumento –repetido por los medios que apoyan la candidatura del muñequito– para descalificar la protesta que apelar a las “oscuras fuerzas” movidas por ocultos provocadores e infiltrados. Y seguramente estuvieron muy ocultos pues nadie los vio y los muchachos de la Ibero de inmediato respondieron identificándose, cada uno de los manifestantes, con credencial en mano. Las propias autoridades de ese plantel respaldaron a los jóvenes, avalando su pertenencia a la UIA.

Se tardaron, pero que bueno que ya llegaron los jóvenes a refrescar el enturbiado ambiente de las campañas electorales. Lo han expresado sin ambigüedades: están hartos de escuchar la misma palabrería vacía de contenidos, de todos los candidatos y sus partidos. Su movimiento es apartidista y llaman a que cada quien vote por quien mejor le parezca, y si ningún candidato los convence pues que así lo expresen. Repiten sin cesar que lo que exigen es que todo ciudadano tenga la posibilidad de emitir un voto razonado e informado, por lo que demandan la democratización de los medios de comunicación: que éstos dejen de ocultar y manipular la información y mantengan la objetividad, absteniéndose de inclinarse a favor de uno u otro de los candidatos. A Enrique Peña Nieto lo acusan de ser el candidato de Televisa.

El movimiento se extiende. Jóvenes estudiantes de distintas universidades –públicas y privadas- hacen suyas las consignas del movimiento “Yo soy 132”, y salen de las aulas a manifestar su descontento, no sólo contra el candidato priísta, sino su inconformidad con el sistema prevaleciente que ha cancelado su futuro, que los condena al desempleo, a la falta de oportunidades, que les plantea casi como única opción: incrementar la población de ninis, o sumarse a las filas de la delincuencia organizada.

Sorprendidos por la aparición de un cisne negro, dirigimos la mirada hacia estos miles de jóvenes que salen a la calle a darnos una inteligente lección de civilidad. Pero nos olvidamos que esta multitud de jóvenes no ha estado durmiendo. Si acaso nos parecía una masa durmiente y apática era solamente porque no apreciamos, en su momento, lo que estos muchachos y muchachas han tratado de decirnos.

En nuestro pequeño universo local, ¿Cuántas veces, en años recientes, los estudiantes han salido a la calle a manifestarse? ¿Recuerda usted cuando salieron a protestar por el alza a las tarifas del transporte urbano? ¿Conoce usted la asamblea estudiantil que, entre otras cosas, se ha sumado al movimiento por la justicia y la paz encabezado por Sicilia? ¿Y a los estudiantes universitarios que se han inconformado por decisiones autoritarias tomadas en el seno de la Universidad Veracruzana? ¿Y a los muchachos que se organizan autogestivamente para, por ejemplo, abrir y operar un comedor popular en la Unidad de Humanidades?.

Desafortunadamente, al igual que en caso de la UIA, nunca falta el acomedido que acusa a nuestros jóvenes de mentirosos, de alborotadores, de ineptos (pues, cómo van las autoridades a apoyar proyectos destinados al fracaso: el comedor popular), de ser manipulados por fuerzas extrañas, etcétera.

Considero que el movimiento “Yo soy 132” debe hacernos reflexionar, escuchar y atender las legítimas demandas e inquietudes de nuestros jóvenes, pues ellos son poseedores de un gran potencial social, constituyen la generación que pronto tendrá en sus manos el destino de nuestra nación. Debemos caminar a su lado, no tan sólo para pasarles algo de nuestra experiencia y proporcionarles los elementos que les permitan prepararse para hacer frente a los retos que la historia les depara, sino también para alentarlos y aprender de ellos y con ellos.

Tal vez porque soy un sexagenario nostálgico de la generación del 68 es que me declaro: “Yo soy 133”, uno más en la retaguardia del movimiento. Me alegra que éste sea encabezado por jóvenes profundamente motivados –así lo han manifestado– por su deseo de que México sea una mejor nación, con más democracia, justicia, paz e igualdad.

Y me apego al consejo de Carlos Fuentes: “O te mantienes joven o te lleva la chingada.”