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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Agua: crisis en puerta

José Manuel Velasco Toro 16/05/2019

alcalorpolitico.com

La semana pasada me enviaron una foto en la que se aprecia el fondo seco de la laguna de Metztitlán. Espacio lacustre que conocí hace cuatro décadas y disfruté de ver garzas y pelícanos que en él habitan durante el invierno. Ahora su fondo parece una costra cuarteada por la sequedad y su volumen se ha reducido considerablemente a consecuencia de la disminución de las lluvias estacionales que le alimentan. La laguna se encuentra en el municipio de Metztitlán, en el estado de Hidalgo, y su toponimia náhuatl significa “lugar de la luna”. Me impresionó ver cómo una fuente de vida y abasto de agua para consumo humano desaparece como resultado de la acción humana. Como también me impresionó el video que está circulando en redes sociales en el que claramente se ve el deshielo del glaciar del Pico de Orizaba, fuente de agua que alimenta la región Orizaba-Córdoba y al río Jamapa, escurrimiento del cual se abastece del preciado líquido parte de la zona metropolitana de Boca del Río-Veracruz. Pero claro, basta dirigir nuestra mirada para ver la cima de nuestro gallardo volcán que ya no está coronado por el blanco de la “nieve eterna”, sino por el color grisáceo del suelo pedregoso. También no puedo dejar de sorprenderme que en este mes de mayo Uxpanapa esté, entre otros 72 municipios de Veracruz, con declaratoria de sequía moderada. Algo no concebible en una de las regiones más lluviosas de Veracruz y surcada por ríos de antaño cristalino caudal. Tres ejemplos cercanos, por no mencionar otros, del impacto que está teniendo el cambio climático que afecta directamente las fuentes de agua necesarias para la vida. Estamos en la antesala de un desastre medioambiental como el que ya ocurrió con el Mar de Aral, laguna situada en Asia Central que con sus 67 mil kilómetros cuadrados era una de las más grandes de nuestro planeta, pero ahora se encuentra en peligro de desaparecer con el consecuente impacto negativo en pesca, agricultura, actividad comercial y el abasto de agua para consumo humano. Y así podríamos seguir enumerando ejemplo tras ejemplo en el que se muestra cómo están desapareciendo las fuentes de agua que son base de la actividad agrícola, pesca y consumo humano rural y urbano. El factor causal múltiple: la actividad humana que contamina y destruye los sistemas naturales, la deforestación, el desarrollo agrícola que altera los sistemas hídricos y el creciente aumento de la población urbana que ya concentra alrededor del 60% y exige del abasto de enormes volúmenes de agua, la cual desecha contaminada y desperdicia al darle un uso inadecuado o por fugas constantes en las redes distribuidoras.

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), entre los datos que aporta sobre el calentamiento global, señala que el 80% de la población mundial enfrenta situaciones que amenazan el abasto de agua por poner en peligro los sistemas hídricos. Especialmente por el aumento demográfico que tiende a concentrarse en las ciudades, uno de los focos de los que fluye la mayor contaminación, seguida del exceso de fertilizantes químicos utilizados en la agricultura. Y esto no sucede sólo en otras partes del planeta. A nivel local, en el entorno metropolitano de Xalapa, ya se vive una situación de amenaza hídrica, pues no sólo estamos empezando a sufrir el desabasto del líquido que es origen y sustento de la vida, sino también los efectos del cambio climático expresados en trombas repentinas y oleadas intensas de calor. Erróneamente pensamos, por carecer de un sistema de información claro, verás y educativo, que el cambio climático consiste sólo en un aumento de la temperatura cuyos efectos son ocasionales o que sólo suceden en otras latitudes. Este pensamiento local y lineal impide ver la realidad. El cambio climático es global e interconectado, y el efecto en cualquier región tiene consecuencias en otras regiones del mundo. La deforestación de nuestro entorno a cambio de la mercantilización urbana, como la destrucción de la selva amazónica, afecta en lo local, regional y planetario, porque se pone en peligro la captación de agua, rompe con las condiciones tróficas que son sustento de la biodiversidad, reduce drásticamente la captación de dióxido de carbono, liberación de oxígeno y conservación de la humedad y el resultado, claro, menos agua, más calor, mayor cantidad de polvo y partículas de todo tipo en el ambiente, y un largo etcétera que, al final, desembocará en serios conflictos sociales, cuyos destellos ya se han percibido en otros lugares.

Lo que el porvenir nos depara, si no actuamos decidida y adecuadamente, es una crisis hídrica que desembocará en el descontento social creciente y peligrosamente desbordante. Para evitar una situación de esa envergadura, se requiere actuar con visión prospectiva, decisión política, educación ambiental integral articulada en política pública que implique la acción interinstitucional e intergubernamental, pero, sobre todo, inter social con base participativa más allá de posturas partidistas y corpusculares de interés político mezquino. Sobre todo porque implica una estrategia con acciones de corto, mediano y largo plazo, como es: frenar la deforestación a la par de reforestar el entorno y áreas de donde proviene el agua que abastece a la región metropolitana; reconfigurar el crecimiento urbano mediante el fomento de construcción vertical de vivienda para conservar y ampliar áreas verdes; alentar una educación hídrica consistente y bien informada; realizar obras múltiples que permitan captar y utilizar agua de lluvia; recurrir al reciclado industrial, comercial, público y doméstico; mejorar la red y atención a la red de distribución para evitar fugas, reducir drásticamente las condiciones que contaminan los mantos freáticos, introducir sistemas de riego agrícola que ahorran agua y hacen más eficiente su uso. Medidas éstas, entre otras pequeñas y grandes, que coadyuvarían a evitar una crisis hídrica al tejer una participación social y política para la adecuada gestión del agua, para hoy y el futuro. De no actuar localmente con visión global, la guerra por el agua será más violenta que cualquier otra de la historia.