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Sección: Vía Correo Electrónico

Algunas verdades sobre el anarquismo

Jorge Salazar García 23/01/2023

alcalorpolitico.com


Nos marginan porque decimos la verdad*


Ahora que los conservadores han logrado fijar en la mente del ciudadano que la democracia electoral a cargo de los partidos políticos e instituciones del Estado es el único camino para alcanzar el bienestar y la felicidad, parece oportuno revisar cuánto de cierto tiene esa aseveración comparando las concepciones que del Estado tienen los pro y anticapitalistas.

El Estado en el capitalismo



Noam Chomsky define el Capitalismo como “un sistema de mercantilismo corporativo, con inmensas y en gran parte inauditas tiranías privadas ejerciendo un vasto control sobre la economía, los sistemas políticos, y la vida social y cultural”. Es así porque el capital concibe al Estado como un estorbo para las libertades individuales y la iniciativa privada, pero necesario para garantizar la propiedad privada de los medios de producción y comunicación. Entre menos Estado, mejor; sobre todo en las áreas económica, recursos naturales, comercio y trabajo. Porque como dijera Ronald Reagan “el Estado no es la solución a nuestros problemas: el Estado es el problema”. Desde entonces el poder económico sometió al político acelerando la morbosa concentración de la riqueza en el 1 por ciento de la población (OXFAM, 2023). Teniendo de cómplices a los partidos políticos y utilizando toda su parafernalia mediática han glorificado la codicia, la competencia y el individualismo menospreciando todo lo que implique solidaridad y colaboración social. Los capitalistas, anteponiendo la libertad individual de los ricos a la igualdad y justicia social, tienen como objetivo vital tener dinero y poder. La única verdad existente es la del mercado. Su prioridad, entonces, es formar buenos consumidores antes que buenos ciudadanos (Antonio Franco). El hombre y la naturaleza sólo son activos empresariales.

El Estado en el socialismo

En este sistema los medios de producción y comunicación no son de propiedad privada sino del Estado. La producción, el comercio y el aprovechamiento de los recursos naturales se planean centralmente. Las elecciones se realizan a través de comités de bases con ciudadanos afiliados al partido de Estado. Se educa para SER mejores personas y ciudadanos. Todos tienen garantizadas educación, comida, techo, vestido y trabajo. Se privilegia la igualdad y la justicia social por sobre la libertad individual. La verdad, en este caso, proviene del Estado o del partido. Algunas de sus máximas son: “Por una sociedad sin clases” y “cada cual según su capacidad y necesidades”.



En la actualidad, por la crisis del capitalismo, vuelve a ponerse en discusión si el socialismo es buena opción para los explotados, si realmente fracasó o fue vencido como lo presume el imperio más nefasto de la historia mundial: el estadunidense. Las siguientes cifras comparadas con la “dictadura” socialista cubana resuelven de algún modo la duda. De los 200 millones de niños sin techo, de los millones de personas sin cobertura médica, sin escuela ni techo, de los miles de luchadores sociales y periodistas asesinados, de los millones de hambrientos que hay en el mundo, ninguno es cubano.

El Estado en el anarquismo

Rudolf Rocker opina que lo mejor del socialismo y capitalismo confluyen en el anarquismo para “reconstruir la vida económica de los pueblos desde la base”. El anarquismo rechaza todo tipo de poder impuesto, llámese Iglesia, Estado, Gobierno o partidos. Ya que sin importar si es por derecho divino o regla de mayoría todo gobierno, en esencia, “es tiranía” (Waldo Emerson), Igual que George Bernard Shaw, el anarquismo concibe al Estado como una “inmensa máquina para robar y esclavizar al pobre con la fuerza bruta” y lo consideran responsable del caos, violencia y genocidios ocurridos en todo el mundo, pues su meta es la subordinación absoluta del individuo. Por ello busca abolir el Estado, los partidos políticos y eliminar la propiedad privada; porque, de acuerdo a Proudhon, “es un robo”. Dichas estructuras (Estado y partidos) son instrumentos usados por el capital para someter al explotado. En el anarquismo nadie puede ser igual si no es libre el otro y no hay una verdad sino muchas y todas tienen igual valor. La ley debe emanar de acuerdos colectivos, no provenir de la violenta imposición del Estado o de caudillos.



Un anarquista norma sus acciones conforme al concepto budista que dice: “El acto será ‘bueno’ si representa una victoria del alma sobre la carne; será ‘malo’ si es la carne quien ha dominado al alma: ‘no hay otra regla para juzgar la bondad del hecho’”. Para el anarquista nada bello es ver sufrir a los demás pero sí lo es abrir los brazos y partir el pan. El verdadero anarquista es capaz de sacrificarse por una causa común. El siguiente relato podría ejemplificar lo anterior: Cuando una banda de monos ha visto caer a uno de los suyos herido por la bala del cazador, sitian su tienda para reclamar el cadáver a pesar de las amenazas de ser fusilados. Cuando, por fin el jefe de la banda entra, con decisión amenaza primero al cazador, suplicando después y obligándole, por fin, con sus lamentos a devolverle el cadáver, que la banda lleva gimiendo al bosque. Los monos obedecen al sentimiento de condolencia, más fuerte que todas las consideraciones de seguridad personal. Este sentimiento ahoga a todos los otros. La vida pierde para ellos sus atractivos, en tanto no se aseguren de la imposibilidad de volver de nuevo a su camarada la existencia. Tal sentimiento llega a ser tan opresivo que los pobres animales lo arriesgan todo por desembarazarse de él. Ricardo Flores Magón, entre otros anarquistas mexicanos, fue así de solidario con los desposeídos.

El anarquista intenta hacer del trabajo un instrumento de gozo, esperanza, fuerza y armonía asequible al más pobre de los hombres. “Ningún dominio del hombre sobre el hombre” reza el lema anarquista que condena cualquier represión a la libertad.

Para sustituir al Gobierno propone, después de derrocarlo mediante la huelga general, crear un órgano administrativo, sintético y central que solvente los intereses comunes, materiales y concretos. Mediante este órgano es posible constituir una comunidad autogestora centrada en el beneficio colectivo y, además, liberaría a la sociedad “del gasto y de los desperdicios que causa mantener a una clase ociosa y del, igualmente, gran gasto de la parafernalia de protección que esta clase de haraganes requiere (Kropotkin).



¿Es posible el Anarquismo?

La globalización de la codicia está desenmascarando la farsa de la democracia capitalista. Más temprano que tarde, por instinto de sobrevivencia, el hombre derrumbará los totalitarismos económicos legitimados por elecciones controladas. Consecuentemente la liberación debería empezar por rescatar la soberanía y libertad personales cedidas con el voto en los procesos electorales. Utilizar la abstención, reconstruir los lazos comunales, promover formas de autogestión productivas en los barrios, centros de trabajo y el campo, podría restar progresivamente legitimidad al gobernante hasta obligarlo a realizar reformas que restrinjan, al menos, las condiciones de explotación. El fruto más inmediato sería que algunos partidos ¡perdieran el registro! por no alcanzar el mínimo de votación requerida.

Dentro de la asimetría política, los capitalistas representan la derecha; y, los socialistas y anarquistas, la izquierda. En México tenemos hoy un gobierno capitalista con ribetes izquierdistas y tendencia nacionalista. Respecto de los partidos, todos sin excepción, al aliarse con otros que ideológicamente representan intereses contrarios traicionan a sus afiliados. Son patéticos ejércitos parasitarios del erario público conformados por más generales que tropa. Los dirigentes, corrompidos y enriquecidos sin medida, cumplen las funciones de engañar y polarizar a los gobernados cada vez que necesitan el voto, bloqueando sistemáticamente su liberación.



*De la canción “Grito subterráneo” del grupo Kaos