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Sección: Estado de Veracruz

Ante violencia en México, es necesario que todos procedan al arrepentimiento: Obispo

Eduardo Cervantes invitó a los fieles a efectuar el ayuno de crítica, de injusticia, de respuestas agresivas

Lissette Hernández Orizaba, Ver. 26/02/2020

alcalorpolitico.com


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México vive una situación difícil en la actualidad, donde hay mucha violencia, donde es preocupante y triste ver que los ciudadanos tengan que salir a exigir y reclamar porque haya respeto y dignidad hacia toda persona, cuando que eso no se tendría que pedir porque por derecho se debería de tener, expresó el obispo de la Diócesis de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, quien dijo que por ello es necesario que todos procedan al arrepentimiento.

"Es triste la situación que vivimos en la actualidad en este país con tanta violencia, con tantas cosas dolorosas y tristes que pasan. Qué triste ver el reclamo justo de hermanos que hacen manifestaciones abiertas sobre el respeto y dignidad que merece toda persona y no sólo por feminicidios".

Por eso, el prelado invitó a los fieles a efectuar el ayuno de crítica, de injusticia, de respuestas agresivas, de igual forma dijo que toda persona debe pedir la ayuda de Dios para poder vivir la abstinencia de diversas situaciones.



"También ayunamos juntamente con Jesús, que siendo Dios tomó nuestra condición humana. Tenemos que ayunar de nuestro orgullo, soberbia, sobre aquel pensar que siempre tenemos la razón".

Añadió que el problema es que se han descuidado esas pequeñas situaciones que comienzan en la casa con los gritos, con el maltrato que se da en algunos matrimonios de pensar que la niña es diferente al niño. Agregó que a estas situaciones no puede ser indiferente el católico.

"Somos conscientes de la fragilidad pero los cristianos hemos recibido la nueva vida en Cristo. En el tiempo de la Cuaresma, Dios nos ofrece volver a él para que nosotros que hemos dicho sí a su plan de salvación nos purifiquemos y reconozcamos nuestros pecados y volvernos al proyecto de Dios".



Añadió estos 40 días, la iglesia vuelve su mirada a Dios, tomados de la mano de Jesús y como fruto del encuentro es reconocer las debilidades y pecado.