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Sección: Estado de Veracruz

Arzobispado llama a alcaldes asumir su gestión como vocación y no como privilegio

- Tampoco les ayuda iniciar desconociendo y criticando el trabajo de sus antecesores

- Pide que reconozcan obras y proyectos trascendentes lo que reflejará su auténtica vocación política

Xalapa, Ver. 05/01/2011

alcalorpolitico.com

Con la llegada de los Reyes Magos concluirá el mexicanísimo maratón que inició con las fiestas guadalupanas. Tal parece que todos llegaremos a la meta, aunque nos espera la fatigosa cuesta de enero que cada año eleva su grado de inclinación por el aumento de los precios.

Por su parte, los 212 municipios de la entidad veracruzana han recibido esta semana, conforme lo establecen nuestras leyes, a los nuevos presidentes (as) municipales elegidos en los comicios del 4 de julio de 2010. Asimismo, los diputados (as) de la LXII Legislatura se disponen a iniciar su gestión en el Congreso veracruzano para el trienio 2010-2013.

El momento histórico que vive nuestro Estado requiere mucho más que sólo las cordiales palabras de bienvenida a las nuevas autoridades municipales y legislativas.

Realmente se trata de un momento favorable para trascender en su labor política a favor de los más necesitados. De hecho para muchas personas el inicio de una nueva administración representa una verdadera esperanza de cambio que repercutirá directamente en su vida, así como en la estructura y convivencia social.

Por eso queremos aprovechar estos momentos -que para los cristianos son también tiempos de gracia- a fin de poder dirigir algunas reflexiones a nuestras nuevas autoridades municipales y legislativas, sabiendo también que se encuentran al inicio de su administración, definiendo sus proyectos y plataformas, en la medida en que van escuchando las aportaciones y señalamientos de los ciudadanos.

Los Alcaldes y las autoridades en general no son reyes en el sentido medieval o clásico de este término. Con mayor frecuencia en el lenguaje cotidiano se les designa como servidores públicos, porque precisamente eso se espera de ellos, que se distingan más por su capacidad de servicio. Se les confía una altísima responsabilidad para servir a los demás y sobre todo para promover a los más necesitados.

Este aspecto hace falta explotarlo al máximo para poder superar la tentación del autoritarismo y del excesivo cuidado de la imagen. Por eso actúan de manera incorrecta quienes los adulan de manera interesada y también quienes critican sistemáticamente cada una de sus acciones, simplemente porque «no es de mi partido, de mi ideología o de mi religión».

Por otra parte, no ayuda a iniciar una nueva administración desconociendo y criticando todo lo anterior, como si la vida de nuestras comunidades iniciara con las nuevas autoridades. Llegar a reconocer obras y proyectos trascendentes, aún cuando hayan sido realizados por personas de distinta afiliación política, habla bien de la persona, subraya su calidad humana y refleja la auténtica vocación política.

En efecto, si la labor política se asume como una vocación y no como un privilegio, entonces se podrá garantizar el verdadero compromiso y la preocupación por realizar una buena gestión. Ciertamente será una empresa complicada resolver todos los problemas, pero se pueden tomar decisiones firmes y valientes para beneficiar al mayor número de personas.

Giorgio La Pira fue alcalde de Florencia a mediados del siglo pasado. Entendió la política precisamente como una vocación que puede hacer emerger todo el humanismo y el espíritu cristiano de las autoridades.

Es un modelo de cómo administrar una ciudad, pensando sobre todo en los más necesitados. Su fama de santidad llevó a la iglesia diocesana de Florencia a iniciar su proceso de beatificación el 9 de enero de 1986.

Proponemos la vida de este «Alcalde santo» como un referente para todos los que tienen esta altísima dignidad de servidores públicos y particularmente para los nuevos Alcaldes que están iniciando su administración. También los alcaldes pueden llegar a ser santos si consideran esta labor como una misión que se les encomienda para trabajar por el bien de los demás y por el mejoramiento de las condiciones de vida.
Calle.