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Columnas y artículos de opinión
La fiesta a Rusia puede ser una tragedia para México
Luciano Blanco González
25 de marzo de 2022
alcalorpolitico.com
La bestia dejó de rugir en su cueva y salió al bosque, sedienta de sangre a sembrar el terror y la muerte de sus inermes vecinos ucranianos ansiosos de libertad, de independencia y de justicia, lo hicieron igual que el acomplejado y desquiciado dictador alemán, el fuhrer Adolfo Hitler, que con el pretexto de conquistar territorios para asentar a la raza elegida y borrar de la faz de la tierra a sus odiados enemigos el pueblo judío y a todos los hombres que pertenecieran a las razas con sangre impura, comenzó invadiendo primero a Polonia en septiembre de 1939.
 
En 1940 invade Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia y Grecia, previamente ya había retirado a Alemania de la sociedad de las naciones y de la conferencia de desarme, al igual que el rechazo del Tratado de Versalles que pretendía mantener a Alemania desarmada, más adelante, en 1938, el ejército alemán ingresa a Austria, donde el fuhrer ya era admirado y por lo mismo bien recibido, de ahí se siguió triunfal a Checoeslovaquia.
 
Al igual que ahora, se celebraron ingenuamente reuniones y conferencias para la paz como la de Múnich, en la que las potencias europeas estuvieron de acuerdo con las anexiones y celebraron ingenuamente sus resultados que se subsumían en el compromiso de que Hitler ya no invadiría más territorios, celebrando todos con este acuerdo el haber logrado una paz para todo el siglo, de lo que sucedió después ya lo referimos.
 

La invasión a Polonia justificada en una provocación montada por los mismos alemanes, provocó una reacción de Inglaterra y Francia que se pusieron del lado de Polonia y ahí se inició la segunda Guerra Mundial y la Alemania derrotó y ocupó Polonia (atacada en septiembre de 1939), Dinamarca (abril de 1940), Noruega (abril de 1940), Bélgica (mayo de 1940), Holanda (mayo de 1940), Luxemburgo (mayo de 1940), Francia (mayo de 1940), Yugoslavia (abril de 1941) y Grecia (abril de 1940). consecuente formación de los bloques militares y políticos que inmiscuyeron a todo el mundo.
 
Uno denominado de los Aliados, encabezado por El Reino Unido, La Unión Soviética, China, Estados Unidos y Francia apoyados por más de 24 países más, entre ellos México. Y las potencias del Eje encabezados por Alemania, Italia y Japón apoyados por 20 países más.
 
Aquella reprobable y dolorosa tragedia, que costó a la humanidad entre 50 y 70 millones de seres humanos que dieron sus vidas para luchar en contra de la salvaje dictadura fascista que se desarrolló entre los años 1939 y 1945, parecen un capítulo remoto e irrepetible.
 

Sin embargo, los cincuenteros vivimos sus efectos de manera directa, en aquel capitulo que la crónica denomina guerra fría, en que la diplomacia mundial con toda su sutileza, agraviaba a la sociedad mundial con un golpeteo y restricciones a veces imperceptibles y otras ríspidas, mediante un espionaje y sabotajes terribles, cuya trascendencia hacían temblar al mundo entero.
 
El saludo o un gesto de amistad de un país a otro lo colocaba irremediablemente en un sospechoso colaboracionismo que conllevaba sanciones económicas drásticas.
 
Las agencias de espionaje mundial, como la Central de Inteligencia Norteamericana C.I.A. y la KGB Comité de Seguridad para el Estado, era el arma de control rusa que utilizaban para desestabilizar gobiernos mediante la gestación de movimientos populares y militares cuya profunda huella marcó para siempre a América Latina, África y Asia con la imposición de gorilatos mediante el asesinato de gobernantes y líderes que no convenían a los intereses de alguna potencia.
 

El soborno, el chantaje, el asesinato, el espionaje y la intimidación eran, entre otros, los medios favoritos y quizás más eficaces que utilizaban sus agentes diseminados por todo el mundo con el consentimiento de las autoridades locales, que eran cómplices silenciosos ante el atropello y la operación impune con la que colaboraban los funcionarios de todos los niveles
 
En México, se dice de varios Presidentes y secretarios de Gobernación y los altos mandos policiacos y militares, estaban en las nóminas secretas de aquellas agencias, se ha rumorado que los más destacados y visibles en su tiempo fueron, entre otros, Luis Echeverría y Fernando Gutiérrez Barrios.
 
Pero no tan sólo en México, estas acciones se repetían en todos los países, tanto que en las reseñas contemporáneas nos ilustra el escándalo más reciente en los Estados Unidos en donde aún se investiga la intromisión rusa en las elecciones de los Estados Unidos que llevaron al triunfo a Donald Trump, mediante un entramado cibernético y logístico que se operó entre colaboradores cercanos y la familia de quien fuera candidato.
 

Por eso son preocupantes las declaraciones y los actos que se observan en la cúpula gobernante mexicana, que hace pensar, por tanta obsesión y acercamiento con el pueblo de la bestia, que aquí han corrido a mares los rublos rusos en las campañas electorales y en los partidos políticos que ahora les es imposible ocultar la lealtad comprada y que, detrás de cada elogio, hay el pago y correspondencia a un compromiso ya pagado, cuyo fondo pretende ocultarse en un aparente inocentismo.
 
Pues el problema no es de ideologías, Rusia ya no está en la línea Marxista- Leninista, este camino lo abandonó hace tiempo, ahora es una potencia mundial a la que hay que tenerle miedo, por su fuerza armamentista, por su falta de escrúpulos y por su insaciable apetito de dominio, ni siquiera es un país que disfrute de una democracia, por el contrario, su pueblo está dominado por una tiranía que no admite la disidencia a la que persigue, encarcela y asesina.
 
Que en estos momentos de atropellos a la soberanía de un pueblo le reclamemos a los Estados Unidos el por qué están apoyando a la sufrida y heroica patria ucraniana y no a los países centroamericanos para su desarrollo, es pretender ignorar que existe un lacerante problema humanitario, una emergencia mundial de la que no se puede ser ni indiferente, ni neutral.
 

Es aberrante y ofensivo para la libertad y para la conciencia de un pueblo como el nuestro que en el seno de una de nuestras máximas instituciones, como es El Congreso de la Unión, un partido político en el poder, el Partido del Trabajo (PT) exalte la amistad del pueblo de México con la bestia sanguinaria que amenaza la paz y la tranquilidad mundial, cometiendo con su ejército las peores atrocidades en contra de los civiles.
 
Ante el reclamo mundial de la invasión, por la posible admisión de Ucrania a la Unión Europea y su posible admisión en la organización militar de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), su líder declaró: Ucrania no importa, importa la seguridad de Rusia.
 
La cita se hace nuevamente porque, si no oteamos lo que nuestro vecino acaba de declarar y no lo desciframos, no entenderíamos el sentido y el fin de las declaraciones del más alto mando militar de aquella nación, cuando le dice a su pueblo, a sus aliados y al mundo en general, de que en nuestra nación se encuentra el mayor número de agentes rusos. El fondo no es difícil de adivinar, si las peras se ponen de a veinte, los vecinos tocarán a la puerta o la derrumbarán.
 

Finalmente, hay que concluir que la posibilidad de desencadenar una guerra cruenta, con las poderosas bombas de uranio, misiles y cohetes imparables, veloces y de largo alcance, la guerra química y bacteriológica son un hecho, el lenguaje de sus actores es ríspido, duro, sin visible intención de conciliar, afirma la bestia que no tendrá tiempo ni de parpadear quien se oponga, resista o combata contra ella. Cuidado, no queremos la guerra en México, su costo es muy alto y muy doloroso. Por el bien de la causa.