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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
No
Miguel Molina
26 de mayo de 2022
alcalorpolitico.com
No. Alguien tiene que decirle al presidente López Obrador que la honradez de Cuitláhuac García Jiménez y la de Adolfo Ruiz Cortines son dos cosas distintas, y para eso basta con revisar la historia, que tarde o temprano pone a todos en su lugar.
 
Don Adolfo fue candidato del Partido de la Revolución Mexicana, de donde nació el Revolucionario Institucional, y como gobernador de Veracruz estableció la comisión de zonificación y planificación del estado, reglamentó los fraccionamientos urbanos, propuso una reforma que permitió la participación de la mujer en funciones electorales y de gobierno municipal, pacificó el campo, construyó escuelas y carreteras, revisó el aparato impositivo y erradicó la corrupción.
 
Ofreció un gobierno ocupado en la tranquilidad pública y la confianza colectiva, en la seguridad de las personas y los bienes, y en la elevación de la moral administrativa y pública, y prometió un gobierno para todos, con cooperación recíproca, anunció que se revisarían los sistemas impositivos para basarlos en la equidad, y una administración pública eficiente y estrictamente honrada, cuya economía social coordinaría las acciones privadas y las públicas.
 

Era un hombre honrado y fue gobernador cuatro años. Vivió con poco y murió con menos. También era un hombre del sistema. Parece que cumplió parte de lo que había prometido. La historia recogió y los historiadores contarán lo que hizo y lo que no pudo hacer en Veracruz. Yo me quedo con lo que dijo el domingo de octubre de hace setentaiún años, cuando se convirtió en candidato a la presidencia:
 
Todos sabemos que ya no es honrado ofrecer lo que no se esté en la seguridad de cumplir, ni crear esperanzas o inquietudes a sabiendas de que están fuera de nuestro alcance los medios de satisfacerlas, dando ocasión a que la propaganda democrática degenere en demagogia vituperable (...) Los ciudadanos que van a depositar los destinos del país en las manos de un hombre tienen el derecho y el deber de conocerlo, de analizarlo y de juzgarlo.
 
No tengo por qué dudar de la honradez del gobernador García Jiménez ni de sus buenas intenciones. La historia recogerá lo que hizo y lo que no pudo hacer, y uno recordará lo que vio y lo que vivió en su tiempo. El juicio de la historia tarda, por más que uno quiera adelantarlo.
 

Pero la honradez no basta para manejar los asuntos públicos. Se requiere una mano firme para dirigir una administración más allá de toda sospecha, eficiente y estrictamente honrada, y se necesita la voluntad de impedir la demagogia vituperable que condenaba Ruiz Cortines. Todavía falta.
 
Desde el balcón
 
Es una tarde gris, acalorada, y las hormigas impacientes van y vienen anunciando la lluvia, tal vez para esta noche. Las ranas del estanque celebran otra vez sus bodas de agua. Uno las oye y calla, y bebe un sorbo de malta.
 

Lejos, del otro lado del mundo, en Veracruz, las autoridades ambientales lograron expropiar un acuario que no saben manejar y siguen ignorando la contaminación de los mantos acuíferos y la destrucción de los bosques. Es para no creerse.
 
La burocracia actúa solamente si puede poner multas sin meterse en honduras políticas, como se puede comprobar si uno lee lo que dicen los medios. Que se están rellenado humedales en las afueras del puerto: no pasa nada. Que los tiraderos al aire libre siguen envenenando el aire y las corrientes de agua del subsuelo: no pasa nada.
 
Las ranas del estanque siguen celebrando sus bodas de agua, y las hormigas van y vienen, anunciando la lluvia. Uno bebe otro sorbo de malta, porque no hay mal que por bien no venga, y espera que venga el manto tempestuoso cayendo en el silencio, como anunció Neruda.