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Columnas y artículos de opinión
Detrás de la Noticia
Hoy no respira
Ricardo Rocha
23 de marzo de 2016
alcalorpolitico.com
A ver: la norma internacional señala que en cualquier país medianamente civilizado no deben excederse los cien puntos de los dichosos Imecas, salvo una hora anualmente

Se trata de que nos tatúen un número en la frente del uno al siete, correspondiente a un día de la semana, en el que de plano tendremos prohibido respirar. Así que en cuanto jalemos aire por la nariz o simplemente abramos la boca, uno de nuestros muy eficientes policías metropolitanos nos pondría un masking tape doble, además de una megamulta. El propósito fundamental es obvio, aprovechar y democratizar el poquito oxígeno que nos queda en este valle de lágrimas repartiéndolo en dosis mínimas entre los más de 20 millones que somos.

Yo sé que no respirar puede entrañar algunos riesgos para la salud. Pero como están las cosas, respirar implica riesgos todavía mayores. Además, el Hoy no respira aplicaría nada más de las cinco de la mañana a las diez de la noche y generaría empleos al menos entre los maestros de yoga. Para algunos, esta puede sonar como una propuesta desesperada. Por supuesto que lo es. Admito que hasta un tanto irracional. Pero créanme que no más que la respuesta de nuestros gobernantes a la contingencia ambiental que padecemos en la llamada megalópolis en los años, meses y días recientes y que nos ha convertido en los seres humanos que respiran más porquerías en todo el planeta.


A ver: la norma internacional señala que en cualquier país medianamente civilizado no deben excederse los cien puntos de los dichosos Imecas, salvo una hora anualmente. En la ahora CDMX los rebasamos ¡200 días cada año! Y no sólo durante una hora sino hasta cinco horas diarias. En esta crisis reciente, estuvimos fuera de la norma por un criminal periodo de más de diez horas continuas. Pero lo más grave es que no hubo una coordinación elemental para suspender clases en las escuelas sobre todo de educación básica. Así que mandamos a respirar ozono y pusimos en riesgo la salud de al menos dos millones de niños.

Y a propósito, nos falta coordinación, pero nos sobra confrontación. Eso y no otra cosa fueron las atrilescas, escenográficas y públicas intervenciones de los señores Peña Nieto, Ávila y Mancera, que en un mismo día organizaron una batalla campal de culpas y descalificaciones; una auténtica guerra de basura. En lugar de sentarse en mangas de camisa a dirimir cómo resolver una crisis que está afectando la salud del centro neurálgico del país.
Por cierto, y a riesgo de parecer ingenuo, lo único bueno que nos podrían dejar como lección estos días absurdos, es la urgente necesidad de implementar una gran reforma —pero de veras— en materia ambiental. Porque la catástrofe no se manifiesta sólo en nuestras grandes ciudades: noventa de cada cien de nuestros ríos están contaminados, la mitad de ellos en grado irreversible; perdemos 20 mil hectáreas de bosques y selvas ¡cada día! Y hemos destrozado miles de kilómetros de hábitat marino en nuestras costas.

Sin embargo, habría que considerar la propuesta de mi amigo Ramón Ojeda Mestre, Secretario de la Corte Interamericana de Arbitraje Ambiental, para —en vista del fracaso de los gobiernos— llevar al Congreso la creación de un organismo autónomo conformado por científicos, académicos, expertos y ciudadanos que —con todas las facultades— tenga a su cargo la política y las acciones concretas para preservar nuestra posibilidad de sobrevivencia. Asumir por fin que nuestro colectivo crimen ambiental es un asunto de Estado. Mientras tanto, vayámosle pensando al Hoy no respira.
Periodista

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