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Columnas y artículos de opinión
Zeitgeist
Bono demográfico en México… ¿oportunidad o desperdicio?
Armando Chama Tlaxcalteco
9 de marzo de 2011
alcalorpolitico.com
A propósito de la publicación de los resultados del censo 2010 en México y como parte de un trabajo personal considero que es bueno recordar que a lo largo de su historia demográfica, el país observó siempre una población principalmente de niños y jóvenes. Así en el periodo que va de los años de 1950 a 2000 la población de cero a 14 años constituía el 45 por ciento del total de la población, pero esa situación ha estado modificándose debido a la disminución de las tasas de crecimiento poblacional, natalidad y mortalidad. Esa tendencia ha tenido como consecuencia que la tasa de dependencia económica haya registrado una disminución desde hace ya 20 años [(la relación de dependencia es la relación que existe entre los grupos económicamente inactivos (0-14 y 65 y más años) y los activos (15-64 años)].
 
En el año de 1970 la tasa de dependencia era de 99.71, es decir, había 0.99 personas inactivas por cada persona activa. Para el año 2000 la relación fue de 0.61 y según las proyecciones de CONAPO en cuanto al comportamiento de los tres grandes grupos de edad, esa relación seguirá su franca disminución hasta caer a 0.46 en 2030, cuando se registrará un mínimo nacional histórico. Así la proporción de la población en edades laborales continuará aumentando más rápidamente que la población dependiente escolar y adultos mayores.
 
Dicho evento se la llama bono demográfico puesto que es la circunstancia histórica en la que existe una mayor proporción de la población en edades aptas para trabajar, ahorrar, producir etc., a la vez que se ve reducida la participación de las edades infantiles y seniles, por lo que, si ésta situación es aprovechada será posible originar un proceso de acumulación de riqueza y desarrollo económico para una sociedad.
 
Cuando una sociedad cuenta con una mayor proporción de niños y jóvenes pierden la capacidad de ahorro que en sociedades en las cuales existe una mayor proporción de la población en edades productivas.
 
Por lo que esta situación demográfica, es una oportunidad para que el país genere un mayor de nivel de ahorro, y éste se pueda canalizar a la mejora social y económica de los grupos menos favorecidos. Un aspecto que salta a la vista es el de la educación, pues, al comenzar la disminución de los grupos en edad escolar, el simple hecho de mantener el nivel de gasto público en educación será suficiente para que los recursos por cada estudiante sean mayores.
 
Un número mayor de recursos por alumno debería implicar una educación de mejor calidad y por supuesto la cobertura a lugares marginados, y en el largo plazo convertirse en una generación de mano de obra calificada que a su vez redundaría en una productividad del trabajo más elevada y la consiguiente mejora de salarios.
 
Tomando como ejemplo la salud, el reto que representan los jóvenes es de magnitud insospechada pues se trata de casi un tercio de la población, y de un sector que generalmente queda al margen de los servicios tradicionales de salud, porque es bien sabido que las personas jóvenes en general no se enferman. Sin embargo adolescentes y jóvenes se enfrentan problemas relacionados con su salud sexual, lo que sugiere la idea de aumentar los servicios de educación e información sobre la sexualidad que permita a su vez una disminución drástica de los embarazos juveniles no intencionados y protección contra las enfermedades de transmisión sexual.
 
El bono productivo brinda la oportunidad construir a través de la inversión en educación y salud y de la creación generalizada de fuentes de empleo, las bases necesarias para el mejoramiento en la calidad de vida y la abolición de las condiciones que mantienen en la pobreza y marginación a gran parte de la población, propósito tantas veces propuesto por algunos movimientos sociales.
 
Todo indica que en los próximos años, al menos hasta el 2030, en estos municipios así como en casi todos los 2 449 del país, la fuerza de trabajo principalmente joven, será un soporte potencial de la economía en estos lugares, sin embargo como vimos, no solo no se cuenta con fuentes y programas de empleo, sino que además el aspecto rural, que es el que predomina en algunos de los municipios estudiados, será un obstáculo difícil de encarar.
 
El problema es dejar pasar esta oportunidad económica que representa el bono demográfico, porque al final, la carga que representará un número mayor de personas de la tercera edad, se convertirá en un problema aun mayor, porque la presión fiscal por parte del estado oprimirá a pocos para poder soportar a muchos.
 
Una de las características más importantes de este proceso lo representa el hecho de que las modificaciones en la estructura por edades de la población están alterando la llamada razón de dependencia demográfica; esto es que el número de mexicanos en edades laborales comienza a exceder dos o tres veces al de personas en edades dependientes (menores de 15 y mayores de 60 años). El valor más bajo de la razón de dependencia demográfica se alcanzará alrededor del año 2020, para luego comenzar a elevarse, como resultado del crecimiento de la población adulta mayor, lo que terminará por cerrar esta ventana de oportunidad.
 
Si se aprovecha esta ventaja demográfica de manera eficiente y adecuada será posible contribuir a impulsar un círculo virtuoso de más empleos, más ahorro, más inversión, y nuevamente más empleos, que es tan necesario para generar los recursos que requiere el país con el fin de hacer frente al legado de rezagos y desigualdades y romper el círculo perverso de privaciones en el que se encuentran millones de mexicanos.
 
Cabe destacar que si no se aseguran las condiciones económicas y laborales apropiadas para aprovechar el bono demográfico, la oportunidad no sólo terminará por desperdiciarse, sino que el mismo podría transformarse en un pagaré demográfico que cobraría sus dividendos mediante el incremento del subempleo y el desempleo en una sociedad en pleno envejecimiento.