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Columnas y artículos de opinión
Mi historia: 40 años con ideales
Uriel Flores Aguayo
27 de mayo de 2016
alcalorpolitico.com
Con las imágenes del golpe de Estado en Chile (1973), la edad y borrosas ideas revolucionarias, empiezo a participar en el Partido Comunista con la campaña de Valentin Campa (1976), quien se presentó sin registro por la presidencia de la Republica; era curioso llamar a votar en el espacio en blanco, hacer proselitismo sabiendo que los sufragios no se contarían; fue un acto máximo de idealismo y la definición política por derechos democráticos. De ahí se derivaría la reforma política de 1977 que dio registro al PCM, cuya alianza de izquierda pudo participar legalmente en la elección federal de 1979; en esa elección fui representante de casilla por primera ocasión.
 
Ya como PSUM tuve la oportunidad y el privilegio de ser regidor en el Ayuntamiento de Xalapa en 1982, a los 23 años de edad. Seguí la ruta de la fusión de la izquierda al PMS, partido que cedió su registro al PRD, la organización política surgida del movimiento del 88 encabezado por Cardenas. He apoyado a los candidatos presidenciales de la izquierda desde Campa, Arnoldo Martínez, Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas, tres ocasiones, y López Obrador, dos ocasiones. En el año 97 el PRD vivió una crisis de la que nunca se repuso del todo, cuando fue vetada por Cardenas y AMLO la candidatura de Morales Lechuga, al gobierno de Veracruz; en ese momento la lealtad partidista se puso a prueba, imponiéndose en mi caso la prioridad a la sigla y al proyecto.
 
Sigo en el PRD, actualmente como candidato a diputado local y como parte de una alianza electoral que se propone alcanzar la alternancia y derribar la dictadura tricolor. Recientemente estuve distanciado por coyuntura local y por no coincidir con la línea política que lo llevó al Pacto por México y algunas reformas de las llamadas estructurales. Considero al PRD como un espacio político, como un medio para hacer política y una opción abierta si se mantiene en la independencia y la vocación de poder.
 

A estas alturas observo a partidos con débil o nula ideología y políticamente corridos al centro; me resulta curioso que todavía se pretenda fundar organismos sectarios y de pensamiento único. Creo que el debate, la reflexión y la autocrítica son el camino para sacudir la política, abrirla y hacerla útil socialmente. Aunque me defino de izquierda pienso que permanentemente todo está a revisión, que no hay ideas eternas y que la ubicación digamos ideológica de a cada quien depende de las circunstancias y el momento.
 
Las grandes causas son la igualdad y la democracia, resultarán de un largo proceso, pero hay muchas luchas que dar por asuntos concretos y personas concretas. La acción política, abriéndose paso en la simulación y el fanatismo, puede ser eficaz para la gente, puede ser liberadora. Mantengo por absoluta convicción, sin pose y mayor esfuerzo, una vida austera y orientada al pensamiento. La lectura, la información y el ejercicio de derechos son mis actividades centrales.
 
No hay monopolio de la izquierda, ni centro impartidor de certificados de pureza ideológico; el mundo real no es de buenos y malos. Todos los partidos con registro son parte del sistema, aceptan sus reglas y reciben recursos públicos; jugar al revolucionario luce para incautos o feligreses pero no explica nada ni sirve para algo que no sea el aplauso fácil. Voy a seguir luchando por un mundo mejor, de la mejor manera, con resultados para hoy, sin falsos heroísmos y apostándole a una estrategia que concrete algunos cambios hoy. No quiero envejecer en la mediocridad que nos envuelve, en el abuso de poder y la apatía ciudadana. No me consuela esperar 10 o 20 años para decir que tenía razón. Si no lo logramos al menos seremos ejemplo y moriremos en el intento.
 

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Recadito: Sin la candidatura que había vendido el Trastupijes se devaluó a grillo despensero.