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Columnas y artículos de opinión
¿Qué hacemos con la izquierda en México?
Helí Herrera Hernández
24 de octubre de 2016
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Tuve la honrosa oportunidad de asistir a tres encuentros de partidos políticos de izquierda en el mundo. En Damasco, Siria en 1994; en La Habana, Cuba en 1989 y en la ciudad de México en marzo de l987, convocada ésta última por el Partido Popular Socialista, que dicho sea de paso reunió a la inmensa mayoría de los partidos obreros y comunistas que se encontraban en el poder en esos años.
 
Independientemente que las circunstancias que rodearon a éstos fueran diametralmente distintos del que coloco en último lugar, porque aún no caían los gobiernos socialistas en Europa oriental, lo cierto es que en las tres una pregunta siempre permeó el contexto: el método para conquistar o reconquistar el poder, o para mantenerlo.

 
Las largas discusiones sobre el método eran interminables. La inmensa mayoría de los asistentes abundaban en hojas de rutas y más, cuando había desaparecido, sin ningún balazo, el bloque de naciones que abrazaban las tesis marxistas leninistas como La Unión Soviética, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, la República Democrática Alemana, Polonia. El infierno de Dante era poco a las agrias discusiones de las que fui testigo, porque la diversidad de opiniones y culpas de los fracasos pesaban más que la actitud de encontrar rumbos que partieran del reconocimiento de los errores cometidos, y poniendo en práctica los aciertos.  
 
El Revisionismo histórico fue el ganador, el que se apoderó de estos encuentros por la orfandad de liderazgos que interpretaran los equívocos y señalaran caminos claros para la lucha social y la toma del poder publico. El primer error fue nunca reconocer las opiniones dadas por Fidel Castro en el del 87, cuando advertía que la simulación y el oportunismo se estaban apoderando de muchos dirigentes de vanguardia en los partidos de izquierda, que estaban “derechizándose”, que ya no practicaban en la toma de decisiones el centralismo democrático y que cada vez más relajaban la rigidez de un modelo económico que, como lo decía Lenin, "mientras exista el capitalismo-imperialismo la humanidad no podrá sentirse tranquila respecto a su futuro: progreso, democracia y socialismo" porque por esa rendija se colarían los enemigos del proletariado para destruirlo, como sucedió.
 
Sus palabras resonaron a distancia en el encuentro de Siria, cuando sus aseveraciones sobre la ausencia de consensos para enfrentar la contraofensiva de la derecha de la mayoría de los partidos comunistas, obreros y socialistas en el mundo, así como la unidad para enfrentar el neoliberalismo iban a ser la loza que sepultaría aquellas naciones que construían el socialismo (visto como un modelo económico más justo, más humano y de oportunidades para todos), se concretizaron.

 
Hoy escribo todo esto después de escuchar al ex presidente Uruguayo José Mujica quien estuvo en la ciudad de México y dio una cátedra de cómo debe ser la lucha contra la derecha en todo el mundo, partiendo de una izquierda unida y no distanciada, "porque vengo a México y me encuentro con una izquierda peleada entre ellos, que uno no sabe si la pelea interna es mas grave o importante que la pelea contra la derecha”. “La izquierda en México no se pone de acuerdo, no construye consensos”. “La unidad de la izquierda debe ser un tesoro para los que dicen estar en ella, y dentro de esa unidad debemos aprender a respetar la diversidad, negociarla internamente y unirnos por un programa para una etapa, pero nunca hasta el juicio final”.
 
“Estamos de acuerdo en cosas que vamos hacer ahora (enfrentar al neoliberalismo), sin dilación alguna, lograr que aquellos que piensan distinto estemos juntos pero no por una coyuntura política (alianza PRD-PAN), sino para construir un país para todos". "Trabajemos a partir de las cosas en que estemos de acuerdo, pero trabajemos (en verdad) en ello y dejemos aparte los desacuerdos; ya verán que trabajando en las cosas en las que estamos de acuerdo vamos generando una visión distinta para los desacuerdos", apuntó, frente a más de dos mil asistentes a la 72 Asamblea de la Sociedad interamericana de prensa, a muchos de los cuales esas sentencias les martillaban el cerebro.
 
"Si amo demasiado al dinero y considero que triunfar en la vida es acumular dinero y entro con esa mentalidad a la política estoy equivocado total y rotundamente. La política no es una profesión sino una pasión creadora en la que uno se siente feliz beneficiando a los demás".

 
Ahora en México la izquierda está toda atomizada y a mi me piden hablar con uno y con el otro (Andrés Manuel López Obrador lo invitó a platicar). Yo le quiero dar un abrazo a todos, pero no me puedo arrimar a uno porque va a pensar que me arrimo para favorecer a éste o el otro". "La izquierda debe tener un programa mínimo en que se ponga de acuerdo y trabaje por ese programa, ninguno tiene que perder su identidad. A nosotros nos funcionó (para tomar el poder en Uruguay)".
 
Y allí está hoy el discurso de Mujica como antes estuvo el de Fidel; éste advirtiéndole a la izquierda mexicana que peleados no sólo seremos testigos del triunfo de la derecha neoliberal sino contribuyentes pasivos a su ascenso y consolidación, y en el caso del PRD y sus alianzas vergonzantes con el PAN, hasta cómplices de esta traición a las masas populares y desposeídas, que ya suman más de 84 millones.
 
Esta llamada de atención resulta oportuna frente a las elecciones presidenciales de 2018 para con todos los dirigentes de los partidos políticos opositores al actual modelo económico. O logran la unidad en torno a un programo político-económico que combata al neoliberalismo depredador, o condenarán al pueblo de México a la miseria y la pobreza por egoísmos mesiánicos o ambiciones personales o de grupo.

 
Serán traidores activos o pasivos, que para la causa de la derecha es lo mismo, porque en ambos casos son peones.