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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
¿Qué? con gobernador de medio tiempo
Francisco L. Carranco
31 de octubre de 2016
alcalorpolitico.com
Todavía rezumba y suena una de las frasecillas de Duarte cuando se despidió de la gubernatura, luego que a nivel nacional, en un noticiario del canal de las estrellas, dijo “Veracruz no necesita un gobernador de medio tiempo, necesita un gobernador de tiempo completo" realmente, ¿qué quiso decir?
 
La gestión de Javier Duarte, como gobernador del estado, ha sido criticada por ser, quizás, la peor administración de la que haya memoria, no sólo en México sino en todo Latinoamérica por la caótica y salvaje forma de ejercer el poder y violentar todas las acciones del Estado en detrimento de las políticas públicas gubernamentales, que en lugar de fomentar el desarrollo y el progreso de la entidad, sumió a Veracruz en la pobreza, violencia, inseguridad y estancamiento social.
 
Esto lo vivimos y constatamos los veracruzanos que desde hace cinco años y meses, empezamos a padecer todas las anomalías atribuidas a la mala toma de decisiones del Gobernador, el ineficiente Doctor Duarte, no tiene la capacidad política para gobernar el estado, decían, y los yerros de sus colaboradores eran exhibidos por las decisiones bipolares del ejecutivo. Que mal trabajan, se pensó. ¿Pero?
 

Constantemente, la Secretaria de Finanzas, emitía comunicados diciendo que cada año el estado entraba en austeridad que los recursos no bajaban, la bursatilización para obra pública comprometía las participaciones, luego préstamos y adeudos para programas ficticios, la famosa LICUADORA, mezclaba los recursos, pero nadie sabía el destino final de ellos.
 
El compás de espera para el pago a proveedores, empresarios, constructores, prestadores de servicios, se hacía eterno; luego el adeudo a prestaciones a maestros y sueldos, luego pensiones, luego compensaciones de burócratas, pago de impuestos y todo lo que tuviera que ver con recursos estatales o federales se detuvo. Pelegrín decía ahí están pero no están.
 
Los constructores dieron cuenta que los adeudos a sus empresas no eran recientes, sino que se venían arrastrando de años anteriores, no se recuerda bien pero al parecer las últimas obras que se reportaron como terminadas fueron las de 2012, de ahí en adelante fueron muchas obras inconclusas que año con año de refrendaban, se pedía más recurso para la terminación pero el pago a los constructores, de no haber sido el anticipo y su respectivo moche, nunca más se supo nada, bueno a los constructores amigos que se les destinó obra, les llegó por lo menos el anticipo.
 

El Orfis y la Contraloría desde 2011, como órganos autónomos, pero, sometidos, coadyuvaron a tapar, corregir, limpiar, maquillar las cifras para que todos los veracruzanos pensaran que todo estaba más o menos bien, que la obra iba lenta pero iba, que los sueldos atrasados sí, pero se pagaban, etcétera, etcétera, mentiras, agarradas de mensos y todas las artimañas que estábamos a punto de conocer.
 
Los entes fiscalizadores, incluido el Congreso, taparon las cuentas públicas y el aparente desorden de la administración duartista, el propio gobernante prefirió cargar con el descredito total de ser un mal gobernador, ineficiente, que dejó crecer la violencia e inseguridad, hundió más en la pobreza a la sociedad veracruzana en cualquiera de sus tipos; urbano y rural. Pero ¿por qué?
 
Enfatizó la división de clases, él y su gabinete legal, ampliado y algunos de siguiente nivel de autoridad y en la toma de decisiones, iniciaron el saqueo de las arcas públicas; la nueva clase política dorada representada por sus secretarios, subsecretarios, directores generales, directores, asesores, “asesoras” y un sequito de chalanes con acceso al efectivo, inician un notorio despilfarro de recursos, de repente autos de lujosas marcas, casas en lujosos fraccionamiento, cuentas en lujosas restaurantes, caros regalos, viajes, escuelas particulares para los hijos, más mansiones y más autos, ropa de marca para la familia, gastos onerosos a cargo del gasto corriente de las dependencias, gasto, gasto, gasto.
 

Las participaciones federales y los recursos propios por contribuciones, derechos y otros recursos de recaudación estatal, empezaron a desaparecer: la obra pública y los programas sociales, de educación y salud igual a escasear, por poner un ejemplo, luego los multicitados sueldos de profesores y pensiones, apoyos al campo y otros tantos sectores que hemos conocido, por tantas manifestaciones que se han tomado a la capital del estado, para exigir pago de adeudos, cientos de ellos cotidianamente acuden a protestar.
 
Dos constantes aparecieron en los últimos años 1) que los recursos federales a través de participaciones y la recaudación de los recursos propios del estado ingresaron puntualmente a la Sefiplan y 2) esos recursos, todos los que representaban efectivo, empezaron a desaparecer, puntualmente cada mes, sin conocer, hasta la fecha, el destino final.
 
Dos suaves destellos de que algo estaba pasando fueron las advertencias y señalamientos de la Auditoría Superior de la Federación y la Secretaría de la Función Pública, contra la administración duartista, una por posible daño patrimonial y la otra por simulación de solventar las observaciones emitidas contra el estado.
 

El Orfis y Contraloría, en absoluto silencio, envalentonaron al ex gobernador y sus funcionarios, desacreditando a las dependencias porque habían, previamente, aprobado las cuentas públicas que avalaban, irresponsablemente, el ejercicio de los recursos en la gestión gubernamental.
 
Pero, lo que nunca previeron el ex gobernador y sus cómplices, fue la investigación del periódico digital, Animal Político, que descubre y da cuenta de un aparato muy complicado y perfectamente diseñado para el desfalco de los recursos públicos de los veracruzanos, 37 EMPRESAS FANTASMAS, operado por prestanombres y socios que mantenían el lavado de dinero para transacciones millonarias en bienes raíces dirigidas, precisamente, por el ex gobernador Javier Duarte de Ochoa.
 
En este punto queda claro que el ex gobernador estaba dedicado completamente al ejercicio de las operaciones inmobiliarias de sus empresas comprando y vendiendo casas, departamentos, ranchos, propiedades en Estados Unidos, Estado de México, Veracruz, Cd. De México, Campeche, España, Italia, Brasil, Miami, Canadá y vaya usted a saber en dónde más, el mundo es muy grande y la ambición más.
 

El ex gobernador, no gobernaba Veracruz ni de medio tiempo, su atención estaba en el enriquecimiento ilícito y el incumplimiento de un deber legal; por eso sus funcionarios del gabinete legal se pusieron igual que él, a saquear lo que les correspondió o la cuota que el preciso solicitaba, para fortalecer el acopio del dinero, para sus transacciones.
 
Se olvidaron de la seguridad pública, del desarrollo social, del progreso de la entidad; queda claro que el ex gobernador no tenía tiempo para gobernar, por eso crecieron los problemas económicos, de seguridad y violencia, y los sociales conocidos, le faltaba tiempo para administrar el gran emporio inmobiliario a través de las empresas fantasmas.
 
Flavino Ríos en unos días de gobierno, demostró que su antecesor mantenía la ingobernabilidad y entre tatos reclamos y protestas, desviaba la atención para administrar su invaluable fortuna proveniente de su aparato fantasma (las 37 empresas detectadas por el SAT).
 

Por supuesto que aún queda por explicar y resolver las denuncias que la federación y el propio estado, a partir del 1 de diciembre, tienen en contra del ex Gober y sus personajes más allegados, por la desaparición de los recursos estatales destinados a pagos de sueldos, prestaciones, proveedores, pensionados, UV, burócratas y hasta los mismos alcaldes que en este momento tienen clausurado el Palacio de Gobierno de Veracruz. Veremos.
 
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