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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Criminales, impunes
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
24 de noviembre de 2016
alcalorpolitico.com
Aunque el presidente de la república se haya atrevido a sentenciar que «todos somos corruptos» (quizá hablando más por la gente que lo rodea que por los más de cien millones de mexicanos, a quienes ni ve ni oye, secundando la misma falacia de generalización que acostumbra el señor Trump), hay de actos de corrupción a actos de corrupción. Hay unos que son un poco malos, medio malos, más malos, peores, pésimos y los que definitivamente no tienen perdón de ninguno de los dioses que habitan el panteón de cualquier religión de este destartalado planeta.
 
Y, si bien nuestra capacidad de admiración y sorpresa ya haya llegado a su límite respecto a todas las fechorías que han cometido, por lo menos, los últimos gobernantes veracruzanos, la denuncia que en 2014 presentó el que fuera secretario de Salud en el estado, Antonio Nemi Dib, respecto a las fraudulentas pruebas para detectar el Sida, esto en verdad alcanza la última categoría de fechorías que se pueda imaginar.
 
Según aquella denuncia y que ahora se publicitó en El Universal, «El gobierno de Javier Duarte de Ochoa pagó más de 9 millones de pesos por un lote de 70 mil pruebas rápidas de VIH-Sida para mujeres embarazadas, que resultaron inservibles al dar resultados falsos… Según los documentos, la empresa Comercio y Servicios Administrativos del Golfo SA de CV simuló la reposición y sólo cambió las cajas de empaque, pues tenían el mismo número de lote de las anteriores. Sin embargo, la administración duartista pagó 9 millones 49 mil pesos a la empresa, por lo que el entonces secretario de Salud, Juan Antonio Nemi Dib, presentó una denuncia ante el Ministerio Público de la Federación y notificó los hechos a la Contraloría General del Estado» (http://www.eluniversal.com.mx/articulo/estados/2016/11/21/investigan-fraude-con-pruebas-de-vih-sida).
 

Ha habido fraudes, según un excontralor del gobierno veracruzano, con algo así como 600 empresas fantasmas; también en obras públicas, en los apoyos sociales a adultos mayores, en programas de supuesto beneficio social (PROSPERA), en compra de votos para el PRI, en pagos hechos a los medios de comunicación, en el dinero de los pensionados y de los maestros; en resumen, en todos los ámbitos de la administración estatal. Pero el fraude denunciado por el exsecretario de Salud (y que no ha logrado que se investigue y castigue a los responsables), excede todos los límites de la sinvergüenza y del daño que se puede causar a una persona. Y a este fraude de las pruebas del VIH-Sida debe añadirse el denunciado también a su tiempo respecto a las medicinas clonadas proporcionadas a enfermos de cáncer, durante la administración de Fidel Herrera. El doctor Jorge Tanaka, director de los laboratorios Roche, lo denunció en el año 2011 al indicar que los medicamentos proporcionados a los enfermos del Hospital Central de Cancerología no eran de patente.
 
Ambos son crímenes de lesa humanidad. No podemos ni siquiera imaginar el daño físico, psíquico y moral causado, en el primer caso, a las mujeres embarazadas sanas a quienes se les diagnosticó Sida, o enfermas a quienes se les notificó que estaban sanas, y, en el segundo caso, a enfermos de cáncer a quienes les suministraron placebos. Y junto con los enfermos, el mal causado a sus familiares, amigos y conocidos. Y mientras el daño de inconcebibles dimensiones se distribuía a diestra y siniestra por todo el territorio veracruzano, los responsables de la administración estatal y sus beneficiarios gastaban dispendiosamente los recursos en viajes a las Vegas, en casinos, en restaurantes de lujo, en comilonas y borracheras dominicales, en almacenar autos, en promover su imagen personal, en adquirir propiedades y más propiedades, con una voracidad y una inmoralidad sin límites, dignas de las más aberrantes conductas de un sátrapa.
 
Y todos impunes, todos incólumes, muchos deambulando tranquilos por los malecones del puerto jarocho, en los parques de Córdoba, Xalapa, Orizaba, Tuxpan, Coatzacoalcos. Algunos, tapándose con la zalea de periodistas, escribiendo cínicamente sobre corrupción, mala administración, tráfico de influencias, etc., y criticando ahora a quienes fueron sus mismos socios de fechorías; otros, nuevamente trepados en algunos de los escaños del poder: en regidurías, alcaldías, diputaciones, oficinas, secretarías, protegiéndose unos a otros, o acusándose mutuamente para saldar viejas rencillas políticas.
 

El daño causado a las personas afectadas es irreparable, pero se agrava por el originado a toda la sociedad, al conjunto humano, a los niños y a los jóvenes que ven al malviviente deambular, impune, por las calles de su ciudad, de su pueblo. Muchos, asistiendo hipócritamente a templos e iglesias, ejerciendo como empresarios, como comerciantes, como notarios, como médicos, como maestros, como abogados, como periodistas, enseñando a todos, y especialmente a las nuevas generaciones, que el que no medra, no avanza.
 
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