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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Escándalos y convenios veracruzanos
Miguel Molina
8 de diciembre de 2016
alcalorpolitico.com
Pues ya hay nuevo gobierno en Veracruz, y el tema que domina las noticias y las redes sociales no se refiere a las acciones para recuperar la seguridad, dotar de medicinas y otras cosas a los hospitales, reparar las carreteras y los caminos, y aplicar la ley a quienes se robaron el dinero público, sino al título profesional del secretario de Gobierno, Rogelio Franco Castán.
 
El equipo de Miguel Ángel Yunes Linares cumple este jueves una semana en el poder, y tiene ante sí la tarea grande de reorganizar el estado y poner a las personas y las cosas en su lugar. La inseguridad, la inquietud y el desencanto no han desaparecido: siguen ahí, entre los veracruzanos, aliviados temporalmente por la esperanza.
 
Pero hay muchos nuevos millonarios y todavía no hay dinero para pagar, siguen las quiebras y el desempleo (y habrá más cuando la administración termine de despedir a quién sabe cuántos, entre trabajadores y aviadores).
 

Sin embargo, los veracruzanos esperan que la vida vuelva a ser como era, aunque en el fondo sepan que nada vuelve a ser lo que fue. La crisis de Veracruz (política, económica, social, etcétera) sirve para resaltar la diferencia entre quienes hacen planes para las elecciones que vienen y quienes piensan en las generaciones que vendrán.
 
Por lo pronto, el escándalo del título rápido del secretario de Gobierno muestra que alguien no pensó bien las cosas (o que alguien pensó muy bien las cosas) y encargó al ex dirigente de la izquierda – de alguna forma hay que llamarla – el manejo político de la entidad sin tomar en cuenta que su circunstancia académica era irregular, en el mejor de los casos, y la cosa podría terminar en la sustitución del funcionario.
 
La Universidad Veracruzana, mi Alma Mater Dolorosa, compró boleto para un baile que no le tocaba y sufre las consecuencias de una decisión sospechosa y apresurada, porque ahora está moralmente obligada a publicar detalles de la vida académica de Franco Castán (o Castan, como dice el título).
 

Pero el gobierno es nuevo y todo está por hacerse. La lógica – cierta lógica – sugiere comenzar por la relación con los medios porque a fin de cuentas percepción es realidad, sobre todo en el siglo de la internet: el exceso de datos ciertos y falsos ha provocado que uno busque confirmar sus opiniones y estimular sus emociones más que informarse a partir de los hechos.
 
A todo eso hay que agregar la ausencia de una política de comunicación social. La gubernatura de dos años puede servir como una magnífica oportunidad para sentar las bases de una nueva manera de hacer las cosas, y el trato con los medios en particular y con los veracruzanos en general puede ser el principio.
 
Ya han comenzado a surgir voces que piden la desaparición de los convenios que promovían la propaganda y desalentaban el periodismo. Desaparecer los subsidios disfrazados de convenios de publicidad puede ser una cosa buena, porque los medios y los reporteros tendrían que buscar información en vez de limitarse a recibirla, y el gobierno se vería obligado a someter sus actividades a un escrutinio con muy pocos compromisos.
 

Lo que falta por ver es si alguien se atreve a ponerle el cascabel a un gato que ya ha engordado mucho gracias a lo que recibe sin maullar demasiado. Y después, o antes, o mientras, hacer todas las otras cosas que necesita Veracruz.