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Columnas y artículos de opinión
De Política y cosas peores
Catón
4 de febrero de 2017
alcalorpolitico.com
Un amigo de Servilio le dijo: "No puedo creer lo que me contaron de ti: que le besaste la mano al gerente del banco para que te otorgara un préstamo de 100 mil pesos". "¡Anda! -se burló el tal Servilio-. ¡Y no sabes lo que tendrá que besarme él a mí para que se los pague!". Empédocles Etílez, hombre dado a beodeces, iba en el coche con su esposa. Soplaba un viento helado, y sin embargo Empédocles llevaba abierta la ventanilla. Le dijo su mujer. "Hace mucho frío. Sube el vidrio". "Tienes razón" -admitió él. Y así diciendo echó mano a una botella de tequila que traía bajo el asiento, y llevándosela a la boca le dio dos grandes tragos. Don Draconio, juez penal, abrió el expediente del reo que había sido llevado a su presencia. Leyó en él: "Fraude. Fraude. Fraude. Acoso sexual". Dirigió una mirada interrogativa al tipo. "Sí, señor juez -explicó él-. No todo es dinero en este mundo". La gente de La Laguna ha sido siempre muy batalladora. Torreón ha dado a Coahuila y a México valiosos ejemplos de civismo y democracia. Sorprende el elevado número de agrupaciones de ciudadanos que hay en esa laboriosa comunidad, cuyos habitantes saben defender sus derechos y combaten con energía los vicios y lacras de nuestra vida pública. Mañana se llevará a cabo en Torreón una magna manifestación para protestar contra la corrupción y la impunidad. A esa marcha han convocado cerca de una veintena de organizaciones cívicas. Ya se ve que los laguneros no se dejaron convencer por dádivas ni obras de relumbrón cuyo propósito era parte de la corrupción que se denuncia. Si yo estuviera en Torreón participaría en esa marcha de tan alto contenido ciudadano. Alguna vez tuve el honor de ser declarado lagunero por adopción. Quizá eso me permitiría colarme entre quienes caminarán desde la Plaza de Armas hasta la Plaza Mayor a fin de expresar su repudio a los males que tanto daño han hecho a Coahuila y al país. Por desgracia me encuentro en gira de peroraciones. Eso no me impide enviar por medio de estas líneas una amplia felicitación a los laguneros. Si todos tuviéramos su espíritu cívico otra sería la suerte de México y de Coahuila, tan lastimados ahora por males de corrupción y caciquismo contra los cuales todos debemos luchar con nuestro voto y nuestra participación. Lord Feebledick llegó a su finca rural después de la cacería de la zorra y sorprendió en la alcoba a su mujer, lady Loosebloomers, ocupada en ilícito trato de libídine con Wellh Ung, el toroso mancebo encargado de la cría de faisanes. "Bloody be! -exclamó en paroxismo de iracundia-. Esto, el gobierno de Lloyd George, las amenazas del Kaiser Guillermo, la conducta de Oscar Wilde y las ideas de Mr. Bernard Shaw son cosas que no se pueden tolerar. Enviaré una carta al Times". "Ay, Feebledick -le reprochó lady Loosebloomers-. Siempre te he dicho que no hagas escenas delante de la servidumbre". Un individuo iba en su coche y desobedeció una señal de alto. Lo detuvo un oficial de tránsito, y al pedirle sus documentos advirtió que el sujeto llevaba una pistola al cinto. Le dijo: "Queda usted arrestado por tener en su persona un arma ofensiva". Esa misma noche el patrullero hacía su ronda habitual y vio un automóvil estacionado en un lugar oscuro y solitario. Eso le pareció sospechoso. Se acercó al vehículo y proyectó hacia su interior la luz de su linterna. En el asiento trasero del auto estaba una pareja haciendo el amor. La mujer vio al policía y prorrumpió en dicterios contra él empleando maldiciones que habrían avergonzado a un carretonero. Le dijo el oficial al tipo: "Queda usted arrestado por tener en su arma una persona ofensiva". FIN.

MIRADOR

Te recuerdo como eras, Terry, amado perro mío. Poseías la distinción de tus ancestros, cuando en las cortes europeas se consideraba lujo tener un cocker spaniel.
Jamás te rebajaste a perseguir un gato. Eso habría sido indigno de tu condición. Una vez, sin embargo, hiciste algo que aún no sé cómo explicarme.

Caminábamos en el huerto de nogales y vimos unas palomas de ala blanca que comían de las nueces pisadas por los animales. Otra cosa vimos: el gato de la casa estaba agazapado entre la hierba. Seguramente iba a saltar sobre la paloma que tenía más cerca.
Entonces tú corriste hacia las palomas, que emprendieron el vuelo, asustadas. El gato se quedó relamiéndose los bigotes, como en las fábulas. Cuando pasaste junto a él te dirigió una mirada rencorosa. Tú le correspondiste con otra de desdén.
¿Espantaste a las palomas, Terry, para salvarlas de la muerte o para hacerle una trastada al gato? No lo sé. Si fue por lo primero alabaré tu buena obra. Si por lo segundo fue te guiñaré un ojo en seña de complicidad. Lo mismo habrías hecho tú conmigo.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS


". Una mujer enterró a siete maridos.".
La dama que les comento,
viuda consuetudinaria,
pedía en la funeraria
que le hicieran ya un descuento.