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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Educación: presunción de inocencia
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
2 de marzo de 2017
alcalorpolitico.com
En un artículo de una revista a la que estoy suscrito, un sociólogo (Jordi Cabezas Salmerón) se refiere, dice él, a «uno de los principios fundamentales del derecho procesal penal: la “presunción de inocencia”, recogido por nuestra Constitución y que se expresa en la conocida máxima de que “todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario”». Y añade: «El tal principio da lugar a otro, cual es el de “la carga de la prueba”. Éste, consecuentemente, comporta que sea quien acusa el que deba acreditar la culpabilidad del acusado y por ende no le corresponda al acusado probar su inocencia, dado que ésta se le supone en tanto no exista prueba suficiente en contra».
 
Me llamó la atención esta entrada de su artículo porque el título del mismo no se refería a un asunto legal, o a los de moda juicios orales, sino a un tema educativo. En efecto, el articulista intituló su escrito «¿Educamos en el ejercicio responsable de la libertad?» y empezó a dilucidar el tema a partir de esa mentada «presunción de inocencia». Unos ocho párrafos adelante aborda, por fin, el asunto que se proponía y menciona que ordinariamente tendemos a emitir sentencias condenatorias a diestra y siniestra, olvidando ese principio básico del derecho. Y pone por caso a los pensionistas que tienen (tenemos) que estar comprobando a cada momento que no estamos muertos para recibir la devaluada pensión o hasta para pagar el agua o el predial. Y acto seguido llega al tema central de su artículo. Dice a la letra: «Lo anterior conlleva la consideración de que todos los estudiantes mienten salvo que demuestren que no a través de los precitados certificados […] Considero que educar en el ejercicio responsable de la libertad pasa por permitir que el sujeto la ejerza sin controles demasiado explícitos y así valore la confianza depositada en él, sintiéndose en la íntima obligación de no defraudarla, lo que comportará que actúe responsablemente. Ello le hará crecer en esa libertad».
 
Suena muy bonito. Pero… Recuerdo que en una ocasión, al iniciar clases en un grupo de primer semestre de bachillerato les expuse precisamente esa «presunción de inocencia». Textualmente les dije: Yo no tengo ninguna prueba de que ustedes sean deshonestos en su trabajo escolar. Por lo tanto, presumo que nadie copia, nadie plagia, nadie miente, nadie engaña, nadie roba trabajos, a nadie le resuelve sus tareas su papá o algún maestro contratado ex profeso, etc. Espero mantener mi confianza el resto del curso.
 

Al segundo mes, al menos una tercera parte de los alumnos ya había demostrado su deshonestidad (o mi crasa ingenuidad): se copiaban los ejercicios, usaban los libros de sus compañeros, etc., etc., con todo y mi presunción de inocencia. Al terminar el curso, ya no quedaba en mi morral mucha de esa ingenuidad…
 
El articulista que cito dice que esto se debe a que en lugar de educar para la libertad educamos para el temor a ser descubiertos: «Considero que educar en el ejercicio responsable de la libertad pasa por permitir que el sujeto la ejerza sin controles demasiado explícitos y así valore la confianza depositada en él, sintiéndose en la íntima obligación de no defraudarla, lo que comportará que actúe responsablemente. Ello le hará crecer en esa libertad. El individuo debe “tener miedo” únicamente a no estar a la altura cuando no se le controla; en definitiva, ser fiel a sus valores y regirse por ellos constituyéndose en su propio centinela. De lo contrario, el temor será hacia la represalia ajena por incumplir el control impuesto y no a su propia insatisfacción por el deber no cumplido».
 
No sé si el articulista ha ejercido de maestro alguna vez en su vida. Yo creo que sí y ha sabido sortear la prueba con mayor éxito que yo (y me imagino que conmigo algunos millones de maestros más) y ha logrado esa maravilla que es, sin duda, uno de los grandes anhelos y sueños de esos millones de maestros a los que impliqué en mi afirmación anterior, que siempre pensamos, quisimos y deseamos ardientemente tener la seguridad de que los alumnos que no plagian ni copian ni roban las tareas ni engañan ni mienten son tantos y tantos que podemos presumir con toda tranquilidad de su inocencia u honestidad y no tenemos que meternos a rastrear de dónde sacaron el trabajo mal copiado o a quién le birlaron su cuaderno de tareas o a quién le pagaron por hacerle los ejercicios.
 

El articulista cierra su escrito con estas optimistas palabras: «Obviamente en un entorno de confianza general y de menor control formal existirán abusos pero, en esos supuestos, aún estarán más legitimadas las respuestas censurando esas transgresiones a la buena fe; y quien hizo mal uso de la confianza en él depositada será, a su vez, más consciente de resultar merecedor del consiguiente reproche» (http://ssociologos.com/2017/02/26/educamos-ejercicio-responsable-la-libertad).
 
Algún día, algún día...
 
Mientras tanto, les recomiendo a los maestros esta ingeniosa página para poner a prueba su «presunción de inocencia»: http://manuelgross.bligoo.com/12-herramientas-para-detectar-textos-plagiados#.WLSDIn_Rt80.
 

(Tiempo de lectura: 5 minutos)
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