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Columnas y artículos de opinión
Del país de unos cuantos, al país de todos
Helí Herrera Hernández
3 de abril de 2017
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
En Banco de México ha venido subiendo la tasa de interés tardíamente buscando con ello evitar la fuga de capitales hacia instituciones financieras extranjeras, tanto a naciones que son consideradas paraísos fiscales como a los Estados Unidos. (La semana pasada volvió a incrementarla en 50 puntos, pasando de 5.75 en que se hallaba a 6.25, buscando con ello alicientar a los ahorradores con buenos intereses, y de esa manera mantenerlos en el país).
 
En un país donde el ahorro es prácticamente nulo, y ese privilegio lo detentan, de acuerdo con las estadísticas, sólo un 7 por ciento de los mexicanos, el beneficio en consecuencia es un privilegio para unos cuantos enriquecidos, mientras el restante 93 por ciento seguirá sufriendo las consecuencias de la errática política económica de los gobiernos post Miguel de la Madrianos, que decidieron divorciarse de los objetivos del Estado Benefactor para beneficiar a minúsculos grupos que han concentrado al poder económico el político en México desde 1985.

 
De todos es sabido que esta tasa hará que el crédito se encarezca tanto para los que ya lo tengan, como para los que se vean en la necesidad de buscarlo para vivienda, para auto, para prestamos personales y, desgraciadamente para todo el dinero en plástico, es decir, el que utilizamos en las tarjetas de crédito que al no pagarlo en los tiempos de vencimiento mensual, acabará por ahogar al tarjeta-habiente perdiendo lo poco que tenga y engrosando las ganancias multimillonarias de los banqueros.
 
Si de suyo esta noticia es terrible, más lo es el panorama tan sombrío que se le avecina al país y a los mexicanos, dado que no tendremos ni en este 2017 ni en 2018 los crecimientos económicos del 6 por ciento que nos prometió como candidato Enrique Peña Nieto, que si bien nos va para éste será de 1.3 como piso o 2.3 como techo, y para el que viene, donde se efectuarán las elecciones para el cambio de gobierno federal, podría alcanzar entre el 2 y 2.5 por ciento por la incertidumbre que dicha elección genera interna y externamente.
 
Otro dato que abonará a la continuidad de los sacrificios de bienestar de las grandes masas lo es la continua caída de las reservas probadas de petróleo crudo, dado que entre enero de 2016 y 2017 cayeron de 7 mil 900 millones de barriles a 7 mil 37 millones, lo que sería un equivalente, para ejemplificarlo claramente, a perder 8.9 años en el futuro el oro negro, y que decir del gas, el otro energético, donde la caída de reservas probadas fue de 17.8 por ciento, con 10 mil 402 millones de pies cúbicos diarios en la producción de gas natural.

 
Los buenos augurios del gabinete económico que afirmaron que la caída de los precios del petróleo solo era pasajera y que antes que el sexenio concluyera volveríamos a tener a poco más de 80 dólares el barril, quiero decirles que de acuerdo con datos de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo, la OPEP, para 2018 el precio por barril fluctuará entre 46 y 52 dólares, y que de acuerdo con la calidad del nuestro nunca rebasará los 49, precios que seguramente lo sabe Peña Nieto pero que los oculta para no anunciar desde hoy, el recorte de programas gubernamentales sociales para el próximo año.
 
En efecto, a la futura catástrofe habrá que adjuntarle el pronóstico de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de recortar el gasto programable de 2018 >incluyendo la inversión pública de alto impacto económico y social< en 43 mil 800 millones de pesos, bajo el pretexto de equilibrar las finanzas públicas. Esto equivale a un ajuste de 0.2 por ciento del Producto Interno bruto y se aplicarán en menos recursos económicos para la educación y para la salud. (si en estos momentos nos quejamos de falta de hospitales, camas hospital, material quirúrgico, medicamentos, ayuno de médicos y enfermeras, peor nos irá en 2018). Algo similar ocurrirá en materia educativa, beneficiando con ello a la educación privada monopolista, no así a la independiente que la misma crisis económica las está quebrando, elitizándola cada vez más y mas, convirtiéndola en inaccesible para los sectores de clase media que voltearán de nueva cuenta a la educación pública, desfondada y sin futuro por no tener recursos destinados a su ampliación, eficientización y de investigación.
 
Así, contrario a lo que se esperaba por el dinamismo de la producción industrial de Los Estados Unidos por encima de lo previsto; a la recuperación de la industria de la construcción más acelerada y de mayor inversión privada en vivienda; al repunte de la inversión y el consumo privado mas vigoroso de lo proyectado por el gobierno norteamericano que repercutiría en una mayor productividad de las empresas e industrias maquileras que surten al mercado norteamericano, México no alcanzará a cumplir las metas que el actual gobierno federal le pronosticó desde hace cuatro años y medio, y que podrían ser más severas si no entienden los hombres del poder político que tenemos que cambiar las políticas económicas públicas fortaleciendo el mercado interno en principio, dotando de mayor capital a la banca de desarrollo para que impulse a la industria nacional, a las micro, medianas y grandes empresas así como al campo mexicano que con el modelo desarrollista (sustitución de importaciones), dio muestras de su gran potencialidad al convertirnos en una nación exportadora de bienes de consumo.

 
Mientras nosotros mismos no entendamos que tenemos que luchar para convertir al país de unos cuantos al país de todos, seguiremos abonando a la desigualdad social, a la pobreza, a la miseria, a los privilegios, al caos social del cual ya estamos demasiado cerca, muy cerca diría yo y si no, vea usted las cifras que arrojó el informe del titular de La Comisión Nacional de los Derechos Humanos Raúl González Pérez ante el presidente Peña, el pasado sábado, donde da cuenta del infierno que se vive, auspiciado y solapado por las mismas instituciones gubernamentales.