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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Pensiones: se acabaron los análisis
Miguel Molina
13 de abril de 2017
alcalorpolitico.com
Ahorra o nunca, dice el anuncio. Guarda pan para mayo, dice el consejo. Y uno sigue la recomendación y va y deposita parte de su sueldo en un fondo de pensiones, y trabaja hasta donde puede para ganarse una vejez tranquila y descansar de los esfuerzos de una vida más o menos productiva.
 
Así funcionó la cosa durante casi cuatro siglos. En Alemania, las viudas comenzaron a recibir pensiones a mediados del siglo diecisiete, y pocos años después el sistema incluyó a los maestros. La edad de retiro fue de setenta años durante mucho tiempo y se redujo a sesenta y cinco hace poco más de un siglo, y ha ido subiendo y bajando según los humores o las cuentas...
 
El Instituto de Pensiones (IPE) de Veracruz sólo tiene sesenta años y está a punto de venirse abajo por los daños patrimoniales y administrativos que le causaron sucesivas generaciones de depredadores desde el poder, que se fueron con el dinero ajeno, entre otras cosas mayores y menores, y pusieron en riesgo vidas y haciendas de personas que nada tenían que ver.
 

Hubo un tiempo en que el IPE era una institución próspera que manejaba cines y hoteles y balnearios y otras cosas, y acumulaba fondos para pagar sus obligaciones, y todos estaban más o menos contentos. Rafael Hernández Ochoa era gobernador y José Luis Lobato Campos era el director del IPE, una institución autosuficiente que permitía ofrecer préstamos y otros beneficios a los retirados y no comprometía mayormente a las arcas estatales.
 
Pero flores tan bellas nunca suelen durar. Sucesivos gobiernos de Veracruz, rinconcito donde hacen su nido las olas del mal, saquearon o permitieron que saquearan los fondos de pensiones – que usaron como caja chica con el beneplácito de quienes manejaban y manejan el IPE – y poco a poco echaron a perder las vidas de miles de personas que trabajaron durante décadas al servicio de la cosa pública.
 
Así nos enteramos de que el IPE de Veracruz ya no podrá pagar pensiones en julio porque tiene un déficit de doscientos millones de pesos al mes. Y nadie dice nada. Nadie parece tener una idea de lo que va a hacer el gobierno – ocupado con razón en combatir la delincuencia, reducir la violencia y perseguir a los saqueadores – para impedir que los jubilados sufran lo que sufrieron durante los gobiernos priistas de los últimos tiempos.
 

Tampoco habrá quien pueda impedir que los jubilados vuelvan a las calles, como antes, para exigir que les den lo que es de ellos. Quién sabe si haya quien les eche encima a los policías, quién sabe si haya alguien que mande desalojarlos si deciden tomar el Palacio de Gobierno.
 
El director del IPE, doctor Hilario Barcelata, que llegó al puesto gracias a sus críticas y sus análisis de los problemas de la institución, no ha respondido a los diputados locales que quieren hablar con él sobre este delicado asunto, ni ha dicho nada más, aunque antes de llegar al cargo que ahora tiene dijo mucho y señaló a muchos (https://www.alcalorpolitico.com/informacion/columnas.php?idcolumna=11574&c=77#.WO4vLFJ7GRs).
 
Se acabaron los análisis. Hasta donde se sabe, el doctor Barcelata no ha organizado su proyecto de crear el Banco Veracruzano para la Seguridad Social, ni tiene posibilidades de recuperar lo que le debe el gobierno del estado a los pensionados, casi siete mil millones de pesos.
 

Nadie hizo caso a los señalamientos que publicó hace apenas siete meses el doctor Barcelata, responsabilizando a funcionarios y miembros del consejo directivo (entre ellos, como él asegura, líderes sindicales que se beneficiaron del saqueo y siguen en sus puestos) por la quiebra del instituto.
 
Nada ha cambiado. Mayo se acerca. Pero se acerca más junio, que es mes de elecciones. Y luego viene julio.
 
Pensiones generosas
 

Aquí hay que mencionar el increíble caso de las pensiones de entre cincuenta y cien mil pesos mensuales que al parecer reciben menos de quinientos veracruzanos. Entre el resto, hay quienes tienen menos de mil quinientos pesos para vivir dos quincenas, que a veces no llegan. Algo no está bien.