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Columnas y artículos de opinión
Trinchera Final
¿OPLE? hasta suena feo ese nombre...
Jenaro del Ángel Amador
7 de julio de 2017
alcalorpolitico.com
1.- No sé en qué momento autoridades de gobierno y dirigentes de partidos políticos permitieron que el antiguo IEV <<Instituto Electoral Veracruzano>> perdiera su nombre y su identidad.
 
En el Estado de México el tal OPLE se llama Instituto Electoral; en Coahuila sucede lo mismo, en la ciudad de México igual, sólo por citar algunos.
 
Y aquí por qué caprichos se llama OPLE al organismo que es responsable de las elecciones locales y federal ante la aberración de que el Instituto <<y aquí si ese nombre>> Nacional Electoral, pueda, si quiere, meterse en elecciones locales.
 

Regresar al pasado <<en cuanto al nombre>> no afecta a nadie y el Instituto conservaría lo Veracruzano.
 
Es lo menos que deberían hacer quienes cobran por andar en política.
 
2.- Ayer asenté ¿Flexibilizar Estatutos? Allí está el PRI para eso…Y ahora, de alguna manera, Raymundo Rivapalacio, en su espacio de El Financiero, aborda con claridad y certeza el asunto de la candidatura en la sucesión presidencial en el PRI. Esto dice:-----------“…2018. Choques en el Paraíso.- Los campos de batalla en el PRI se han establecido. Por un lado, Enrique Ochoa, impuesto por el presidente Enrique Peña Nieto como líder del PRI para enviar una señal al interior del partido, que él era el jefe supremo. Por el otro, Manlio Fabio Beltrones, quien renunció a la presidencia del PRI tras las derrotas en 2016 en la contienda de 12 gubernaturas, donde ofreció su cabeza al presidente como un sacrificio para que ajustara el rumbo de su gobierno, que tanto daño había causado en las urnas. Peña Nieto lo ignoró y sólo Beltrones pagó costo de la humillación. Desde entonces, las fisuras en el PRI se han acentuado, donde la minoría, ubicada en el entorno peñista, controla a la mayoría por la vía de los recursos que tiene la presidencia para destruir a quien sea, si así se lo propone.
 

Beltrones, que probablemente tiene más prestigio hoy en día dentro del PRI que Peña Nieto y todo su gabinete juntos, fue crecientemente presionado por los cuadros más experimentados del partido para que definiera su posición y dijera qué quería. Buscaban tener en él la cabeza del desafío a Peña Nieto, pero rechazaba las presiones. Hasta después de las elecciones en el Estado de México podría darse un posicionamiento, insistía a quien le preguntaba. Finalmente, esa definición se dio en una entrevista con Reforma, donde anticipó que definirá si compite por la candidatura presidencial después de la Asamblea Nacional del PRI en cinco semanas, pero advirtió de que su partido no puede servir de "taxi" de aspirantes sin identidad partidista.
 
Ante el pañuelo lanzado, Ochoa aceptó el reto. Al hablar con periodistas sobre la Asamblea, dijo que serán sus delegados quienes decidirán si aceptan o no a un candidato sin identificación partidista, que podrían ser él mismo o el secretario de Educación, Aurelio Nuño, entre el grupo presidencial que se encuentra entre los aspirantes. Ochoa fue más ambicioso y abrió la baraja para darle a Peña Nieto mayores márgenes para su decisión. Dirán los priistas, adelantó, si permiten que sea un no militante candidato por el partido a la presidencia, con lo que abrió al debate público el cabildeo intramuros para que se modifique el estatuto que exige 10 años mínimo de militancia y que hayan tenido algún cargo de representación priista, que pudiera ser incluso representante en su casilla en una elección, que permitiría contender por la franquicia al secretario de Hacienda, José Antonio Meade.
 
Este candado es la piedra de toque de la Asamblea General del PRI y en donde se juega el destino de la sucesión presidencial. Ochoa es la avanzada para el cabildeo que trata de eliminar ese candado de los estatutos, incorporado por los priistas en la ola de furia contra el expresidente Ernesto Zedillo, a quien muchos consideran trabajó contra el PRI desde el interior del PRI, y allanó el camino para que Vicente Fox acabara con el reinado priista en el poder. Impedir la llegada de otro perfil como Zedillo a una candidatura, sirvió durante años tanto como el modificado artículo 82 de la Constitución, escrito en 1917 con dedicatoria al ministro de Hacienda, José Yves Limantour, y que evitó que figuras como Carlos Hank González nunca pudieran aspirar por la candidatura presidencial al haber nacido uno de sus padres en el extranjero. La disidencia priista ya planteó a la secretaria general del partido, Claudia Ruiz Massieu, que estarían dispuestos a eliminar ese candado a cambio de que Peña Nieto abriera el proceso de selección del candidato presidencial.
 

La respuesta de Los Pinos no ha llegado. Aceptar esa propuesta sería el equivalente para Peña Nieto de entregar la facultad, intocada hasta ahora, de decidir a quien desee como sucesor. Los resultados de la elección del Estado de México le permitieron afianzar ese recurso metafísico de la política priista, y no hay señales de que abra el proceso de sucesión para hacerlo más incluyente, como lo hizo Miguel de la Madrid, en 1987. Pero hay algo más. En la Asamblea General se espera que participen cerca de 10 mil priistas, pero más de 70 por ciento serán música de acompañamiento para efectos prácticos, pues unos dos mil 500 delegados serán los únicos que tomen las decisiones sobre el rumbo del partido.
 
Los preparativos de la Asamblea General no los ha realizado Ochoa. Peña Nieto encargó esa responsabilidad a Ruiz Massieu, que es una negociadora dura y con bajos niveles de tolerancia, y al ex procurador Jesús Murillo Karam, quien ha trabajado estrechamente con el presidente en materia electoral y partidista desde hace más de una década. La convocatoria para la Asamblea, redactada por Murillo Karam, no deja espacios para el debate abierto, menos aún para sorpresas. Es decir, podría argumentarse que si la mayoría de esos cerca de dos mil 500 delegados deciden respaldar los deseos de Peña Nieto, podrá haber eliminación de los candados y construir el andamiaje para que decida por quien le plazca como su sucesor.
 
Una decisión vertical, como esa, mandaría un mensaje al PRI, donde Peña Nieto ha perdido sistemáticamente influencia, de autocracia partidista. Pero, ¿llevaría a una fractura como en 1987? La mayor parte de los priistas consultados piensan que no, y que habría subordinación. Pero esas preguntas se hicieron antes de la definición de Beltrones, quien ya habló y a quien todos escuchan. El choque entre el PRI de Peña Nieto y el de Beltrones, en todo caso, comenzó…”.
 

Pero insisto: los verdaderos candados que se le pusieron al PRI de Ernesto Zedillo eran más consistentes que los que se dejaron. En este sexenio se dinamitaron para dejar esa facultad meta constitucional del priismo.
 
En fin, que cada quien mate cucarachas como mejor le convenga.
 
P.D.- ¿El PVEM se le rebela al PRI en Chiapas? Que lo diga Enrique Ochoa Reza...