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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
'Iros', 'idos' y otros chistes
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
20 de julio de 2017
alcalorpolitico.com
La Academia de la Lengua Española no deja de sorprender con cada anuncio que hace. Como es bien sabido, su función, aparte de otras no tan académicas, es revisar y actualizar su diccionario y normar el uso de determinados vocablos o expresiones para mantener con cierto orden y decoro la lengua castellana. Se supone que esta tarea la comparte con las veintidós Academias de los otros países hispanoparlantes, lo que, a decir verdad, no ha ocurrido muy frecuentemente.
 
En su más reciente anuncio, la Academia ha dado el visto bueno a una expresión que, a decir verdad, solo es usada en España y resulta totalmente ajena al lenguaje de los habitantes de los demás países donde se habla la lengua castellana. En efecto, se trata de la palabra iros, que los españoles emplean (ahora, empleaban) incorrectamente para formar la segunda persona del plural del modo imperativo del verbo ir.
 
Se trata del verbo más pequeño del castellano. Cuando una persona quiere ordenar a alguien que vaya, es decir, que se dirija o encamine hacia un lugar determinado, debe usar el verbo ir en su modo imperativo. El problema es cómo usarlo para la segunda persona del plural, pues al quitarle su terminación de infinitivo (“-ir”), ¡no queda nada! Entonces, para salvar la dificultad, a la pequeñísima raíz “i” se le añade una “d” y se forma la palabra “id”. Así, podemos decir: “Vosotros, id a comer al jardín”, “Id y ved qué hermoso paisaje”. Los españoles suelen usar este imperativo añadiendo el pronombre “os”, lo que debe formar “idos”. Pero resulta que esos mismos españoles (mayoritariamente, dicen los académicos de la lengua) suelen sustituir el idos por iros, lo que es (era) una incorrecta y rústica expresión.
 

Los académicos españoles, después de consultar su banco de datos, compuesto por unos cuatrocientos millones de registros, según explicaron, decidieron dar por bueno ese aborrecido iros, como anteriormente habían aceptado ese españolísimo giro ir a por agua, en lugar del sencillo ir por agua que usamos los de acá, de este lado del Atlántico.  
 
Por fortuna, para nosotros ese problema no existe, pues no usamos ni el idos ni el iros, sino simplemente el vayan ustedes y con esto resolvemos olímpicamente el enredo y hablamos más correctamente sin necesidad de que los sabios académicos nos den permiso especial. Así pues, con toda tranquilidad decimos ¡Váyanse al diablo!, que suena más satisfactorio que el españolista ¡Iros al diablo!, aunque ahora tenga la venia de la Academia.
 
Los todovalistas de la lengua, quienes dicen que todo se vale y que no debe haber más autoridad que el uso común y corriente para hacer válida cualquier expresión, aplauden esta medida y también estarán de acuerdo en que otras aberraciones lingüísticas se acepten como sucedió con la antes mencionada. Así por ejemplo, el muy usual habemos o habíamos o hubimos que tantos y tantos usan incorrectamente, y no solo los pedestres, los que andan a pie, sino hasta quienes tienen la obligación de expresarse con corrección por su cargo o su profesión, es decir, profesores, abogados, médicos, ingenieros, predicadores, locutores, comunicadores, etc. (etcétera que no incluye a los políticos, pues ellos, en general, hablan peor que carretoneros, con perdón de estos). Así pues, mientras los académicos de la lengua no digan lo contrario, si queremos decir que estuvimos muchos en la reunión, no debemos decir hubimos muchos…, sino hubo muchos… y, ni modo, añadir y también nosotros o también yo, si es que allí nos encontramos. Y lo mismo sucede con ese adefesio de Venimos ayer a la escuela, cuando lo correcto es Vinimos…, aunque nos duela. Si es hoy, presente, es Venimos; si fue ayer, entonces Vinimos. Y también deben evitarse las “s” que muchos añaden a expresiones como comiste, dijiste, corriste, leíste, convirtiéndolas en las indebidas comistes, dijistes, corristes, leístes, etc.
 

No se trata de ser puristas, sino de mantener una cierta decencia en el decir; claro, mientras la Academia de la Lengua Española no se vuelva todovalista.
 
Por cierto, la lengua castellana tiene un poco más de noventa y tres mil palabras. ¿Cuántas usamos y con cuántas nos expresamos?
 
Ahora, iros a descansar…
 

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