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Columnas y artículos de opinión
Venezuela: el precio de la resistencia
Helí Herrera Hernández
31 de julio de 2017
alcalorpolitico.com
[email protected]
twitter: HELÍHERRERA.es
 
Están por cumplirse siete meses que un director de un medio para los que escribo me había solicitado un artículo sobre todo lo que sucedía en Venezuela. Le comenté que hacerlo de manera reflexionada discreparía con la información que él mismo difundía como notas principales, y temía que varios no lo publicaran dado que la casi totalidad de los periódicos, noticiarios en radio y televisión y portales electrónicos alentaban el linchamiento sobre Nicolás Maduro, más por sus vaciladas que por el fondo del problema que esa nación y pueblo padecen.
 
Le explique la táctica mediática de los monopolios televisivos y radiales sobre el caso, que defienden de manera apasionada los intereses del gran capital extranjero, que estaba siendo afectado desde la llegada de Hugo Chávez a esa patria Bolivariana con las nacionalizaciones que realizaba, y como éstos se encuentran en toda la América desde allí se orquestaban las estrategias para desestabilizar primero al gobierno de Chávez hasta con un golpe de estado, y más adelante de Maduro, magnificando las ocurrencias esas de que le hablaba un pajarito.

 
Le dije que las acusaciones de desabasto de alimentos, medicinas y ropa en los supermercados no era por culpa del gobierno venezolano, sino de los dueños que planearon con esas medidas enojar a la sociedad, violentarla para que saliera a las calles, con cacerolas en mano (como las mujeres pinochetistas en Chile), y también, de esa forma, acusar a Maduro de estar matando de hambre a su pueblo.  
 
Le puse, como ejemplo, el que los Walmart, Sorianas o Chedrauis no tuvieran llenos sus anaqueles con esos satisfactores, cuestionándolo sobre de quién era la culpa, si del gobierno o de los dueños por no surtirlos. Creo que lo entendió.
 
El viernes me invitó a tomar un café vespertino y me cuestionó el no haber escrito aquel artículo, Que para él era sorprendente que Nicolás Maduro no hubiera caído y más por las muertes que las protestas nacionales han arrojado, a lo que le contesté que las mismas son culpa del quienes las convocaron, los mismos que dotaron de máscaras de gases a los miles de manifestantes (esas sí las encontraron en los supermercados, que chistoso), y que por cierto nunca encabezaron sino las dirigían a control remoto.

 
Le comenté qué si la oposición venezolana era mayoría, tenía que participar masivamente en la elección de ayer domingo, que fue vigilada por miles de observadores internacionales para integrar la Asamblea Constituyente, y que ya quisieran otras naciones, inclusive México, que el presidente convocara a un referéndum de tal magnitud. (Que Peña Nieto les hubiera pedido a los compatriotas si se realizaba la reforma educativa o la energética, por mencionar solo dos -ya no la revocación del mandato-).
 
Le pregunté si creía que el cerco contra Maduro era por tener Venezuela las mayores reservas mundiales petrolíferas, partiendo de lo que el imperio norteamericano ha hecho toda su vida con todas aquellas naciones-gobiernos que también tienen el oro negro, y por fin, aceptó que era una probabilidad que por ello fueran tantas agresiones contra ese gobierno,
 
Hoy puedo agregar, a todo lo platicado con mi amigo, que ayer millones de venezolanos salieron a votar por La Asamblea Nacional Constituyente. La burguesía interna aliada con el capital foráneo trataron de boicotear la elección sin lograrlo, pero no dudo que hoy mismo desconocerán sus resultados y exigirán a la comunidad internacional el rompimiento total con el gobierno de Maduro. Al final, a Venezuela y su pueblo solo le quedan dos caminos: La invasión del imperio como antes lo hizo con Irak, Libia, Kuwait o Afganistán, o el secuestro del presidente como lo ejecutaron contra el General Manuel Antonio Noriega de Panamá, bajo el pretexto que todos los líderes de esas naciones eran dictadores.

 
Ese es el precio de la resistencia popular.