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Columnas y artículos de opinión
Septiembre, mes de la Mexicanidad
Luciano Blanco González
1 de septiembre de 2017
alcalorpolitico.com
Los tiempos transcurren y son testigos silenciosos de los grandes acontecimientos que transforman la vida de los pueblos a veces de un solo salto y otras pausadamente, claro que tenemos que aceptar dialécticamente que toda época es diferente, pero hay momentos que imprimen en cada periodo huellas indelebles de su fragoroso transitar glorioso o vergonzante.
 
El México que vivió aquel periodo oprobioso de sumisión a la corona española, del sometimiento esclavista de su población, aún quedan huellas imborrables ahora con el nombre de pobreza y marginación.
 
Tal como en aquellos tiempos pre independentistas, ahora, el gobierno español y la iglesia romana, complementaban sus perversos métodos de dominación caracterizados por la fuerza y la violencia física y el gobierno espiritual fundado en el fanatismo religioso y la consecuente ignorancia que éste genera, contra los dominados y sufridos mexicanos.
 

Hoy no es diferente, padecemos una colonización absoluta de la que es responsable el gobierno en todas sus facetas y los partidos en la más amplia perspectiva, pues ellos son los encargados de diseñar las políticas en todos los ámbitos a través del poder Ejecutivo y Legislativo. Aquélla se llamó conquista y dominación, ésta se llama entreguismo.
 
Así en materia religiosa tenemos una absoluta dominación extranjera, la católica es Romana, las iglesias cristianas son creadas influenciadas y subsidiadas por los gringos que hacen soñar a sus seguidores con el paraíso terrenal de Jehová que está en Israel, renegando de nuestra patria, de nuestra bandera y de nuestro himno como los Testigos de Jehová. Las sectas musulmanas que son en su mayoría de los países árabes y finalmente el judaísmo que tiene sus bases en Jerusalén (Israel). Estamos invadidos por miles de embaucadores con el título de ministros religiosos como sacerdotes y pastores. Autóctonos solo contamos con la Iglesia Católica Mexicana fundada en la época de Plutarco Elías Calles y actualmente en plena decadencia. La secta de la Luz del Mundo que florece con amplitud.
 
La banca es gringa, española, holandesa, inglesa japonesa, escocesa. La minería en manos de los empresarios mexicanos más ricos de México y compitiendo los 3 por el primer lugar en el mundo (Germán Larrea, Carlos Slim y Alberto Bailleres) así como de los canadienses.
 

La industria y el comercio, electrónico, telefónico, hotelero, restaurantero y en general al ver nuestro entorno y leer las marcas nos percatamos de que la mayoría de artículos de consumo doméstico, de aseo, de belleza y de toda clase, son de patentes y de capital extranjero y lo nuestro mínimamente lo encontramos sin marcas en mercados y tianguis de barrio o provinciano.
 
El Petróleo como la minería, son nuestros por disposición constitucional pero ahora por concesiones gubernamentales son saqueados y extraídos despiadadamente por compañías que pertenecen al imperialismo mundial que sólo ha generado pobreza y desesperación a miles de trabajadores mexicanos.
 
Absortos por la globalización y el nuevo colonialismo voraz, consumistas en veloz carrera de lujos y satisfactores, resignados como pueblo a nuestra situación de pobreza, quienes vivimos en situación de confort nos resistimos a aceptar que en la historia haya habido hombres idealistas que se revelaron en contra de todo lo establecido por injusto y por denigrante, como lo hizo el cura de Dolores, Don Miguel Hidalgo.
 

Este cura excomulgado y perseguido por la autoridad eclesiástica mexicana, fue el autor de la más grande catástrofe que le pudo haber sucedido al soberbio Imperio Español de Fernando Séptimo y a la intocable púrpura romana, que por las consecuencias de este movimiento perdieron las enormes riquezas de todo un continente y el sacerdocio los privilegios y el poder que como gobierno espiritual ejercían sobre la población americana.
 
Tan grande fue el enojo de los déspotas y tiranos españoles como de los hipócritas y crueles representantes del hijo de dios, prometedores de un mundo de salvación, al que convirtieron en un maldito infierno para este santo laico, sublevado contra la mentira y falsedades terrenales de la iglesia y el indignante sistema de explotación animalesca que practicaban los españoles sobre los naturales que cuando fue aprehendido en una sala del hospital Real de Chihuahua, amarrado de pies y manos, inmovilizado como animal, en un acto de cruel tortura a sangre viva, sin anestésicos o calmantes, le fue raspada la piel de la coronilla, con un filoso cuchillo que fue frotando y restregando la dermis, mientras escurría sobre su cara la sangre bendita, con este acto sus bestiales verdugos arrancaban el santo crisma con que fue consagrado sacerdote.
 
Acto continuo y seguramente desmayado, a nuestro salvador le fueron arrancando una a una las yemas de los dedos pulgares e índices que habían sido consagrados en su ordenación para luego entregarlo a los oficiales realistas quienes regocijados lo fusilaron sin otorgarle ningún derecho a la confesión o a sacramento alguno, al que el más vil de los reos tiene derecho. Para culminar su feroz venganza, a Hidalgo le cortaron la cabeza, la llenaron de sal como si fuera carne de puerco y atravesándola con una pica la exhibieron por todo el bajío y finalmente la colocaron como trofeo y para escarmiento en una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, esto fue en 1811 y estuvo ahí expuesta hasta que el ejercito trigarante en 1821 la bajó para rendirle todos los honores.
 

Su azaroso peregrinar bajo el estandarte de la virgen de Guadalupe, fue tortuoso, Hidalgo era un fiel creyente del altísimo y corroía su conciencia y golpeaba su fe el rabioso decreto de excomunión, dictado por el obispo de Michoacán el ilustrísimo Don Manuel Abad y Queipo, cuya lectura hace temblar la tierra ante tanto odio humano y rencor católico, escrito con la torcida idea de castigo, venganza y purificación. Veamos íntegramente en que términos y formemos nuestro propio juicio. Así dice:
 
“Por la autoridad de Dios Todopoderoso, el Padre, Hijo y Espíritu Santo; y de los santos cánones, y de la Inmaculada Virgen María madre y nodriza de nuestro Salvador; y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominios, papas, querubines y serafines y de todos los santos patriarcas y profetas; y de los apóstoles y evangelistas; y de los santos inocentes, quienes a la vista del Santo Cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción; y de los santos mártires y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos elegidos de Dios:
 
Sea condenado Miguel Hidalgo y costilla, ex cura de Dolores. Lo excomulgamos y anatematizamos, y lo secuestramos de los umbrales de la iglesia del Dios omnipotente, para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Dathán y Abirán, y aquellos que dicen al Señor, ¡Apártate de nosotros! porque no deseamos uno de tus caminos y así como el fuego del camino es extinguido por el agua, que sea la luz extinguida en él para siempre jamás.
 

Que el Hijo, quien sufrió por nosotros, lo maldiga.
 
Que el Espíritu Santo, que nos fue dado en nuestro bautismo, lo maldiga.
 
Que la santa cruz a la cual ascendió Cristo por nuestra Salvación, triunfante de sus enemigos, lo maldiga.
 

Que la santa y eterna Virgen María, madre de Dios, lo maldiga.”
 
“Que todos los ángeles y arcángeles, principados y potestades, y todos los ejércitos celestiales, lo maldigan.
 
Que San Juan el precursor, y San Pedro y San Pablo y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo juntamente, lo maldigan.
 

Y ojalá que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por sus predicaciones convirtieron al mundo universal, y ojalá que la santa compañía de mártires, y confesores, quienes por sus santas obras se han encontrado agradables al Dios Todopoderoso, lo maldigan.
 
Ojalá que el Cristo de la Santa Virgen lo condene.
 
Ojalá que todos los santos desde el principio del mundo y todas las edades, quienes se hayan ser los amados de Dios lo condenen; y ojalá que los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos, lo condenen.
 

Que sea condenado donde quiera que esté, en la casa o en el campo: en los caminos o en las veredas; en las selvas o en el agua, o aún en la iglesia.
 
Que sea maldito en el vivir y en el morir; en el comer y el beber; en el ayuno o en la sed; en el dormitar o en el dormir; en la vigilia o andando; estando de pie o sentado; acostado o andando; mingiendo o cantando y en todas las sangrías.
 
Que sea maldito interior y exteriormente. Que sea maldito en su pelo. Que sea maldito en su cerebro.
 

Que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos; y en sus cejas y en sus mejillas; en sus quijadas y en sus narices; en sus dientes anteriores y en sus molares; en sus labios y en su garganta; en sus hombros y en sus muñecas; en sus brazos, en sus manos y en sus dedos. Que sea condenado en su pecho, en su corazón, y en todas las vísceras de su cuerpo.
 
Que sea condenado en sus venas, en sus músculos, en sus caderas, en sus piernas, pies y uñas de los pies.
 
Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo. Que desde la parte superior de su cabeza hasta la planta de sus pies, no haya nada bueno en él. Que el Hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga, y que el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra él, lo maldigan y lo condenen.” “Amén. ¡Así sea! Amén”.
 

La respuesta del cura Hidalgo, fue la de un sacerdote indignado por el uso de la religión y de sus principios para enfrentar un problema que era con el gobierno y no con la iglesia desnudando crudamente la acción injusta ilícita y torpe de los ministros católicos que de esta manera contribuían a sostener el despotismo y la opresión de la America.
 
Así respondió este hombre extraordinario a la Santa Inquisición y aún prisionero en Acatita de Baján, en manos del terrible tribunal mantuvo su actitud digna, aunque atado y a culatazos le obligaron a arrodillarse para escuchar su sentencia de muerte y degradación sacerdotal. Mas adelante agrega refiriéndose a la clerecía, “abandonan hasta la ultima reliquia de honradez y hombría de bien, se prostituyen las autoridades mas recomendables, FULMINAN EXCOMUNIONES QUE NADIE MAS QUE ELLOS SABEN QUE NO TIENEN FUERZA ALGUNA: PROCURAN AMEDRENTAR A LOS INCAUTOS Y ATERRORIZAR A LOS IGNORANTES PARA QUE ESPANTADOS CON EL NOMBRE DE ANATEMA, TEMAN DONDE NO HAY MOTIVO DE TEMER”
 
 ¨ABRID LOS OJOS AMERICANOS, NO OS DEJEIS SEDUCIR DE NUESTROS ENEMIGOS; ELLOS NO SON CATOLICOS SINO POR POLÍTICA; SU DIOS ES EL DINERO, Y LAS CONMINACIONES SOLO TIENEN POR OBJETO LA OPRESIÓN. ¿Creías acaso que no puede ser verdadero católico el que no esté sujeto al déspota español? ¿De donde nos ha venido este nuevo dogma, este nuevo artículo de fe? ABRID LOS OJOS, vuelvo a decir, meditad sobre vuestros verdaderos intereses; de este precioso momento depende la felicidad o la infelicidad de nuestros hijos y de nuestra numerosa comunidad. Son ciertamente incalculables, amados Conciudadanos míos, los males a que quedan expuestos, si no aprovecháis este momento feliz que la Divina Providencia os ha puesto en las manos; NO ESCUCHEIS LAS SEDUCTORAS VOCES DE NUESTROS ENEMIGOS QUE BAJO EL VELO DE LA RELIGIÓN Y DE LA AMISTAD OS QUIEREN HACER VICTIMA DE SU INSACIABLE CODICIA”
 

En Acatita de Baján, frente al terrible tribunal eclesiástico, Hidalgo mantuvo una actitud digna, amarrado, fue obligado por la soldadesca a arrodillarse para escuchar la oprobiosa sentencia de muerte y degradación sacerdotal.
 
Finalmente este venturoso mes de septiembre, mes de la libertad, de la mexicanidad es ocasión para recordar a este hombre abnegado, al que la iglesia corrió de su reino y los católicos laicos hemos reivindicado para colocarlo en el altar de la patria y en el sagrado nicho de nuestros corazones. Es el mes de los homenajes en que millones de mexicanos le haremos manifestaciones de gratitud, pero también es tiempo de hacer conciencia sobre la triste situación de nuestra patria entregada a la expoliación del capitalismo mundial y a la seducción del discurso celebrativo y engañoso que nos impide ver la patética realidad de millones de compatriotas condenados a la desgracia.- Por el bien de la causa.
 
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