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Columnas y artículos de opinión
La codicia del poder
Helí Herrera Hernández
9 de octubre de 2017
alcalorpolitico.com
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Twitter; HELÍHERRERA.es
 
¡Renuncia al PAN porque quería ser candidata de su ex partido a la presidencia de la República y no la dejó Ricardo Anaya!. Ese el argumento toral que en distintas charlas con los medios de comunicación manifestó Margarita Zavala. Lo acusó de cooptar los órganos del partido blanquiazul y, como consecuencia, cerrarle el paso a sus aspiraciones.
 
Lo que pocos observan es que la ex primera dama viene a ser sólo la punta del iceberg, la vocera de un grupo de neo-panistas que desde su llegada a Acción nacional lo transformaron de doctrinario y pragmático a un partido oligárquico, movido por la codicia del poder.

 
Lo explico: A raíz de la nacionalización de la Banca, un grupo de empresarios intento crear un partido político llamada Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), pero al no poder cumplir con los requisitos legales optó por tomar paulatinamente al PAN, insertando gente del mismo DHIAC, de PROVIDA, de las cámaras empresariales como la COPARMEX (de donde vino El Maquio) y que fueron desplazando a los antiguos dirigentes del PAN, hasta que se apoderaron de todo el partido.
 
Allí están infinidad de declaraciones de fundadores de Acción Nacional, militantes desde 1939, como Pablo Emilio Madero, Jesús González Schmall, José González Torrez, Bernardo Bátiz, Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, Gabriel Jiménez Remus y Juan de Dios Castro, el primero de ellos dirigente nacional de ese partido y el resto integrantes de ese alto cuerpo de dirección, que acusaban a los “bravos del norte”, como se autodenominaron los neopanistas, de “un indebido y antidemocrático acercamiento con el gobierno”; de “injerencia creciente de los empresarios en la vida del partido e intransigencia con los grupos y opiniones deferentes”.
 
Trajeron todos ellos la doctrina conservadora-fascista-demagógica y la manipulación de la religión a su favor. En esas tesis se forma Felipe Calderón y su esposa Margarita, dado que militaban en la organización de niños panista denominada >pandillas<, que dirigió a nivel nacional Felipe, más tarde en la juventud (que también dirigió en el país el ex presidente de México), y que bien aplicó cuando fue dirigente nacional del PAN, desde donde construyó su candidatura a la presidencia de la República, utilizando los mismos métodos de los que hoy acusan a Ricardo Anaya, haciendo a un lado a Santiago Creel que a pesar de todas las chapucerías que le hicieron el matrimonio Calderón-Zavala, no renunció a Acción Nacional.

 
Felipe como Fox, herederos de esa ideología ofrecieron en charola de plata los recursos naturales y el destino político de la nación a los intereses de las potencias capitalistas y sus empresas trasnacionales, las mismas que están detrás de la candidatura de Margarita ya en el PAN, como independiente, o del mismísimo PRI, para el caso es lo mismo.
 
Por eso tanto rebumbio, porque para que la haya a nivel nacional y la magnifiquen todos los medios se necesita dinero, mucho dinero. Dinero que no hubo cuando renunciaron los dirigentes nacionales panistas miembros del Foro Doctrinario y Democrático al PAN, o cuando el exgobernador de Nuevo León Fernando Elizondo Barragán y exsecretario de Energía, acusó a los neopanistas de apátridas y también abandonó al partido de Manuel Gómez Morín.
 
Esa es la mano que mece la cuna, la que está detrás de Margarita, de varios senadores, diputados y otros muchos funcionarios y miembros panistas que se plantearon continuar con las políticas públicas que impulsa Enrique Peña Nieto para el siguiente sexenio. Políticas que hay que decirlo, sólo fueron posible con los votos de todos ellos, y con la aprobación de la dirigencia nacional blanquiazul de Madero y Anaya, inclusive.

 
No nos perdamos ni confundamos, los dueños del capital son propietarios de los dos partidos, con ellos busca eternizarse en el poder, son sus instrumentos para seguir explotando mano de obra y recursos naturales de esta nación. La renuncia de Margarita es por el poder mismo, no de divergencia por el modelo de desarrollo que requiere el país. Si la leemos despacio, con puntos y comas no encontramos una contrariedad con la doctrina neoliberal de ambos institutos políticos. En ella no hay un asomo de ideales, sino de persecución de un régimen expoliador.