icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Resurgir de los escombros
Helí Herrera Hernández
16 de octubre de 2017
alcalorpolitico.com
[email protected]
Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Aun no terminamos de llorar nuestra tragedia y el Partido Revolucionario Institucional por conducto de su presidente nacional ya volvió a la normalidad, a su habitual vida de chantajes, provocaciones y balandronadas. Para él el temblor ya pasó, quiere enterrar sus efectos y vuelve a ser ese hombre que olvida lo que es y sólo observa a sus adversarios políticos.
 
Desde el momento mismo que borra de la agenda nacional el terror vivido por millones de nuestros compatriotas por las dos sacudidas que la tierra nos dio, y cambia las pompas fúnebres por las precampañas electorales que por su conducto realiza el PRI, lo muestran tal cual es, un tipo sin valores, sin ética, sin corazón, totalmente deshumanizado.

 
No han pasado los 40 días del muerto, como se acostumbran en los pueblos guardar respeto por el fallecido, y Enrique Ochoa Guzmán ya anda como anduvo antes de los dos terremotos, retando a López Obrador a debatir, pero ahora sus baterías las enfoca contra el Frente Ciudadano Nacional y dos de sus dirigentes: Ricardo Anaya Cortes y Alejandra Barrales.
 
Por sus acciones y enojos observo que al presidente nacional de MORENA ya no lo ve como el candidato a vencer. Ahora quien le quita el sueño es el FCM y dos de los tres partidos que lo integran, y sin descanso, día con día los acusa de deshonestos, de enriquecimiento inexplicable, de mezclar el agua con el aceite o éste con la manteca, aunque con ello demuestre la ruina en que se encuentra el PRI y su jefe político Enrique Peña Nieto.  
 
Por mandato de Los Pinos decidió ya no guardar luto por los muertos de los temblores, y cual si fuera un pugilista reta a golpes al PAN, al PRD, a Movimiento Ciudadano para que se suban al ring a pelear con él (no con Peña), y de esa contienda resurgir, renacer, revivir porque se esfuman cada mes, cada semana, cada día sus esperanzas de mantenerse en Palacio Nacional, tal como lo resumen infinidad de encuestas nacionales, por no decir todas.

 
Se resiste a dejar el poder a través del cual se hizo de 500 placas de taxi, a través del cual los exgobernadores Javier Duarte, Tomás Yarrington, César Duarte, Roberto Borge, Andrés Granier, Fausto Vallejo o Rodrigo Medina se robaron del erario casi 45 mil millones de pesos (suficientes para reconstruir todos los edificios y casas destruidas por los terremotos del 7 y 19 de septiembre), a través del cual han dejado a México en las ruinas.
 
Y así, con actos desesperados porque nadie de los que ha retado a liarse con él lo han siquiera volteado a ver busca con sus aliados azules torpedear desde dentro al panismo, destruirlo, fabricando candidaturas independientes en un esfuerzo por debilitar al Frente porque lo angustia y le quita el sueño, y porque de nada le sirven ya al priismo los Calderón-Zavala adentro del PAN (faltan muchos más).  
 
El priismo quiere y realiza actos desesperados para que los mexicanos cuando nos despertemos el dos de julio del año próximo el dinosaurio siga allí, sin darse cuenta que los dos temblores los sepultaron y la inmensa mayoría de los mexicanos le están rezando en su tumba. Por eso el fajador Ochoa se refiere a la fortuna de Anaya, a las mansiones de Barrales, a la “trayectoria estoica de Margarita y su marido Felipe dentro de Acción Nacional”, pero nada dice de los Fideles, de los Salinas, de los Peña y muchos más priistas connotados, expertos en robo a las arcas nacionales.

 
Ese es el priismo desprestigiado antes y más después de los sismos. El que quiere resurgir de las cenizas, el que quiere formar cuerpo de los lodos que ha dejado, el que se niega a morir, pero ya está recibiendo los santos oleos, el que jadea buscando desesperadamente aire fresco.