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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Un probable escenario en la ruta del 2018
Francisco L. Carranco
30 de octubre de 2017
alcalorpolitico.com
México se enfrenta a un proceso electoral muy difícil en el cual la ciudadanía tendrá que elegir al sustituto de Peña Nieto con las pocas opciones que el sistema de partidos ofrece, pero, con la alternativa de la figura de candidatos independientes que pudiera resultar la única opción para un cambio político en el país.
 
En ese sistema de partidos está incluida la histórica oposición, con, primero, el partido Acción Nacional que representa la ideología conservadora contraria al PRI y que por dos ocasiones, en el 2000 y 2006, logró la alternancia y obtuvo la presidencia de la República en dos periodos consecutivos.
 
Las izquierdas radicales, en segundo lugar, PRD, Morena y PT, que han constituido la parte contraria al sistema político implantado por el revolucionario institucional, que con la longeva estructura partidista ha mantenido subyugado a la oposición con esos partidos, por ser mayoría aplastante en cualquier respingo de esos partidos.
 

Tercero: los demás partidos que han mantenido su registro a través de los simpatizantes o por cachar el voto útil de los indecisos que sí participan en los procesos electorales y que no quieren dar su voto ni al PRI, ni a la Izquierda ni derecha, y destinan su voto, para cumplir con su derecho y obligación cívica de votar, pero, por otras alternativas que aparecen con los partidos denominados “chiquitos” Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano, Verde Ecologista, Encuentro Social y otros que aparecen y desaparecen, por citar un ejemplo, estos partidos apenas obtienen el porcentaje mínimo en cada elección para permanecer como con su registro.  
 
La lucha electoral tradicional se ha dado entre el PRI, PAN, PRD y MORENA, en esa disputa electiva el PRI y el PAN han ganado ya a través de elecciones ciudadanas a todos, que aunque hayan obtenido una votación importante de sufragios no han sido suficientes para lograr el anhelado triunfo, por ejemplo, el de MORENA que ha protestado todas las elecciones contra el PAN y PRI llamándoles elecciones fraudulentas, sin embargo, las elecciones en México se deben de ganar con triunfos inobjetables, es decir, que haya tanta votación que no se pueda hablar de fraude.
 
Y eso se da cuando la ciudadanía sale a votar y ejerce su derecho, a las instituciones electorales nos le queda más que reconocer el triunfo, por el número de votos, que demuestren que la voluntad popular se ha manifestado y el cambio de políticos se puede llevar al cabo, como sucedió en 2000 y 2006.
 

Este 2018, las expectativas para que la alternancia se de en México son sobresalientes, la ciudadanía, al parecer, está dispuesta a realizar el cambio de gobierno al ser consciente que el PRI ha agotado su sistema de gobierno, que los políticos sin convicción ideológica que, con la cobertura y protección partidista, se dieron a la tarea de desfondar los principio que construyeron el imperio del PRI, ese sistema revolucionario que quizás en alguna época de esplendor de México, logró un incipiente democracia que nunca llegó a madurar.
 
Los presidentes patriotas el ultimo, con toda la reserva que el caso amerita, Gustavo Díaz Ordaz, entregó un país estable y todavía presumible del “Milagro Mexicano” con instituciones fuertes, un peso sólido, ciudadanos comprometidos y un presidencialismo mesurado, el declive empieza con la siguiente administración, con la de Luis Echeverría, que provoca el inicio del desfondo económico, social, político y emerge la corrupción desmedida y ofensiva en medio del deterioro económico a causa de las devaluaciones provocadas por la ambición de la clase política desbocada.
 
Los años siguientes y todos los presidentes que siguieron, con la clase política priísta, avasallaron a México y a los mexicanos, convirtiendo el poder en dos clases: la clase política, por un lado, Senadores, Diputados, Presidente de la República, Gobernadores, Embajadores, Cónsules, Alcaldes, Síndicos, Regidores y funcionarios de los tres niveles, Directores de Paraestatales, líderes sindicales y, todos, todos, todos, los priístas que, como peloteros del beisbol aguardaban su turno al bate, que les permitiera acceder al poder que el PRI otorga o lo que como, popularmente, se conoce como el “hueso”.
 

La otra clase de este país, los ciudadanos mexicanos, comunes y corrientes, excluidos de la clase política construida por el PRI, los que se quedan en la lucha por la sobrevivencia, jóvenes, hombres, mujeres, trabajadores, obreros comerciantes y todos aquellos que subsisten dentro de la cultura del esfuerzo, que no tienen más que lo que han logrado dentro del sistema de la clase dominante.
 
Obviamente, debemos destacar que el sistema político actual ha creado también una serie de complicidades, redes y privilegios con empresarios y dueños del capital que, en forma recíproca, son favorecidos por las componendas, arreglos y tranzas que hacen instaurando sistemas profesionales de corrupción que se vuelven cotidianos a la luz pública (Aquel que no tranza no avanza).
 
Esos grandes y poderosos consorcios empresariales que ocupan a los millones de trabajadores y empleados mexicanos que no tienen mayores opciones económicas más que lo que los patrones dicen, con apoyo del gobierno determinan lo que los asalariados deben de percibir, obviamente, las Cámaras patronales, industriales, empresariales y comerciales, bajo arreglo con el régimen, determinan los ingresos máximos y salarios mínimos de lo que un trabajador debe de ganar.
 

Pudiéramos hablar de más cosas, pero, toda esta descomposición que se ha fomentado a través de esa corrupción emanada de las mismas entrañas del gobierno-nación que ha provocado la pobreza de los ciudadanos, sin incluir a los campesinos y las clases más vulnerables del país, aquellos que han sido afectados con las reformas estructurales que han traído al traste a las estratos sociales urbanos y rurales, que sin oportunidades de ser incluidos ellos o su trabajo, permanecen en el último vagón del tren sin ninguna posibilidad más que las alternativas que ofrecen las conductas antisociales; trácalas robos, delincuencia y crimen organizado.
 
Este punto de vista social que ahora comparto en una consecuencia del dejar hacer de los políticos y el sistema social sostenido por la corrupción, el hartazgo ciudadano, ante estas prácticas puede poner a prueba por segunda vez en la historia de la política mexicana, la posibilidad de que el gobierno obtenga una alternancia en el poder presidencial, a través del voto ciudadano sea por una figura independiente o por una de oposición…
 
¿Y si es Meade, y si gana… la candidatura?
 

Este joven y privilegiado político conocedor hasta donde sabemos de la política de desarrollo social, puede ser un buen candidato del PRI, porque no tiene fama pública de corrupto, ahora, de eso a que gane pues está difícil, puesto que el hartazgo de ciudadanía es contra los políticos actuales que se perdieron en el camino de la corrupción, para él, nuevo en la carrera política, le será una gran carga bastante embarazosa para deshacerse de ella sobre todo cuando la corrupción marca al PRI y sus políticos, obviamente, a sus candidatos, en fin, este es un solo escenario que, quizás, alguien más piense, por supuesto, que Margarita como independiente, el PAN con o sin Anaya; con o sin el PRD y Movimiento Ciudadano, y Andrés Manuel con Morena levantarán paciones y serán opciones, esto apenas empieza.
 
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