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Columnas y artículos de opinión
La sombra de la Revolución Bolchevique
Helí Herrera Hernández
6 de noviembre de 2017
alcalorpolitico.com
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twitter: HELÍHERRERA.es
 
El 25 de octubre de 1917 comenzó la Revolución Rusa basándose en las teorías de Karl Marx. Vladimir Ilich Lenin encabezó la primera revolución comunista del siglo veinte. Instauró la dictadura del proletariado; adoptó como régimen político la República Federal Socialista Soviética Rusa; expropió a los terratenientes las tierras y la repartió entre los campesinos; las empresas pasaron a ser propiedad del Estado bajo el control de los mismos trabajadores. La Revolución de Octubre >acontecimiento político-económico-social más importante del siglo XX< tuvo lugar el 7 de noviembre de 1917 de nuestro calendario (sucede que al momento de la revuelta Rusia aún se regía por el calendario Juliano, mientras que la mayoría de los países occidentales se regían por el gregoriano).
 
El próximo martes cumplirá cien años y por tal motivo ha inundado las librerías con una voluminosa riada de publicaciones, consecuencia de la fascinación que aún despierta ese movimiento, que fue inspiración para muchos otros en diferentes partes del mundo, y que no pocos historiadores la han comparado con la mexicana que estalla en 1910, y se institucionaliza en 1917 con la publicación de La Constitución del 5 de febrero.  

 
La Revolución Rusa, a diferencia de la mexicana, tuvo un impacto mundial con vigencia más prolongada durante todo el siglo; en cambio, la mexicana fue una revolución democrático-burguesa que se justifica y entiende cuando los representantes de los sectores populares como Emiliano Zapata y Francisco Villa son marginados, reprimidos y asesinados dado que no eran compatibles con la naturaleza burguesa de Francisco Madero, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, inclusive.  
 
La Revolución de octubre es una revolución socialista, anti burguesa y anticapitalista, aunque ambas traicionaron más adelante sus orígenes. La Revolución Rusa fue espejo de larga duración que influyó en el mundo, que inspiró la fundación de los partidos comunistas en el planeta. Fue original, buscó construir una economía no regida por la lógica de la ganancia y de la acumulación del capital, buscando como antítesis la construcción de una sociedad sin clases sociales, moderna, de autogobierno popular.
 
La Revolución Rusa trató de edificar una nueva sociedad comunista, sin explotación económica, sin clases sociales ni desigualdad social, sin Estado, sin jerarquías ni discriminación cultural. Y así en la búsqueda de ese objetivo Rusia pudo modernizarse, industrializarse, alfabetizarse y desplegar un extraordinario desarrollo social, político y cultural que le permitió, entre otras muchas cosas, lanzar un hombre al espacio antes que ninguna otra nación; el segundo arsenal militar del planeta y se convirtió en la segunda superpotencia en el mundo, compitiendo en condiciones de igualdad con Los Estados Unidos en los más diversos campos económicos, políticos, culturales, deportivos, científicos, artísticos y en la carrera espacial.

 
La Revolución Mexicana también expropió las tierras para repartírselas a los campesinos, también nacionalizó empresas fundamentales para la industrialización y el desarrollo económico del país (Pemex, ferromex, guanomex), también distribuyó de mejor forma la riqueza nacional alcanzando inclusive el bautizo a esa etapa importantísima como el “milagro mexicano”, pero tardó más de 17 años para hacerlo, gracias al gobierno del General Lázaro Cárdenas y cuando éste termina, se inicia un lento retroceso de todos esos logros proletarios, agudizándose con la llegada de los neoliberales al poder a partir de 1982.
 
Por eso afirmo que ambas revoluciones traicionaron sus orígenes y han colocado ahora a sus pueblos al borde del colapso económico-social, en una franca regresión social. De allí la explicación de la multiplicación de libros que hacen referencia a ellas, y en este centenario de la revolución rusa, como fuente de inspiración para todos aquellos que este 7 de noviembre abarrotarán la plaza roja, con el mausoleo de Lenin como testigo, exigiendo ahora la caída del capitalismo y el regreso de los derechos a la vivienda, a la salud, a la educación y a la alimentación que su Revolución les garantizó por más de 62 años.
 
Tuvieron los rusos que haber vivido este modelo económico para valorar lo que perdieron en 1989.