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Columnas y artículos de opinión
Los empleos de Peña Nieto
Helí Herrera Hernández
13 de diciembre de 2017
alcalorpolitico.com
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twitter: HELÍHERRERA.es
 
Son numerosos los actos públicos donde el presidente Enrique Peña Nieto hace alusión a que durante su administración México está cerca de alcanzar la cifra de tres millones de empleos formales con beneficios sociales. Llegó al grado de bautizar al suyo como “el sexenio del trabajo” al haberse generado fuentes laborales como nunca en la historia del país, que reflejan el crecimiento de la economía y una clara señal de que “México está avanzando”.
 
"En 4 años y medio se crearon más empleos (dos millones 800 mil), que en los seis años completos de cualquiera de las administraciones anteriores" sostuvo, precisando que se tratan, además, de empleos de calidad que dan acceso a los mexicanos a la seguridad social, servicios de salud, guarderías, pensión y posibilidad de obtener crédito para una vivienda.

 
El término utilizado por el Ejecutivo Federal de empleos de calidad, arrojaría una lógica donde los trabajadores han alcanzado una línea de bienestar familiar suficiente no solo para satisfacer la canasta básica, sino para disfrutar de una buena salud, de una buena educación y de estándares de felicidad básicos, pero la realidad nos dice otra cosa porque en México se puede trabajar tiempo completo y se vive en la pobreza.
 
42 por ciento de las personas ocupadas perciben ingresos que no les alcanza para comprar una canasta básica para una persona, lo que habla de la contradicción de los principios básicos del modelo económico que desde niños se nos dice que si no queremos ser pobres, se debe de trabajar y en México, los cerca 19 millones de trabajadores inscritos en el Instituto Mexicano del Seguro Social viven en pobreza por ingresos, de acuerdo con datos del CONEVAL.
 
En los países desarrollados y avanzados viven en la pobreza solo los que se quedan sin trabajo, pero el Estado les garantiza un mínimo de bienestar con seguros de desempleo y transferencias de ingreso, mientras acá sucede que la clase trabajadora puede inclusive trabajar horas extra y su pobreza no la superan, porque los gobiernos neoliberales desde Carlos Salinas para acá, impusieron una Comisión Nacional de Salarios Mínimos que año con año lo aumentan, pero nunca en la misma proporción que la inflación, razón ésta por lo cual la pobreza en hambre ha crecido desmesuradamente.

 
Los empleos en México son trampas de pobreza producto de la mano invisible del mercado que ancla los salarios pero libera los precios de las mercancías. Cuando el Estado intervino en la economía sirvió de equilibrio entre esos factores estructurales y le permitió al movimiento obrero alcanzar sus mayores capacidades de compra, que los ubicaron en una creciente clase media, que vino a menos de 35 años para acá.
 
No sirve ni de consuelo pensar que este sexenio Peña-Nietista, que se propone alcanzar 20 millones de empleos en el país, se traduzca en bienestar para las familias de esos trabajadores y trabajadoras, porque la pérfida regla es: por más que trabajes no saldrás de la pobreza.
 
Para reducir la pobreza, para reactivar y ampliar el mercado interno, para reducir factores de inseguridad y violencia se requiere de un cambio de régimen económico y éste no lo realizarán los actuales políticos que habitan Palacio Nacional, porque sus compromisos no son con sus gobernados, sino con los organismos financieros internacionales, tutores de las empresas trasnacionales que han venido a México solo a explotar nuestros recursos naturales y fuerza de trabajo. Los mismos que invertirán miles de millones de pesos en el proceso electoral que se avecina, para apuntalar la candidatura de José Antonio Meade, que en su primer discurso se comprometió a combatir la corrupción donde se desprende a) que acepta que la hay en el gobierno de Enrique Peña Nieto y b) que siendo parte de ese gabinete nunca la denuncio y por tanto, es cómplice de la misma.