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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Cerebros artificiales
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
15 de febrero de 2018
alcalorpolitico.com
Vamos a hablar de cerebros artificiales, de máquinas que ya están siendo diseñadas o, incluso, probadas para suplir al cerebro humano. O mejor, para superarlo, según declaraciones aventuradas de uno de los responsables de este proyecto, en el que la IBM ha invertido miles de millones de dólares.
 
Este megacerebro tiene como antecedente aquel que fue nombrado Watson (en honor del psicólogo norteamericano, no confundir con el biólogo James Dewey Watson, descubridor de la estructura helicoidal del ADN –léase La doble hélice–, sino de John B. Watson, psicólogo fundador del Conductismo –léase Walden dos–). Sin embargo, este nuevo aparato es más sorprendente. Según la IBM se trata de «una de las herramientas más poderosas jamás creadas por nuestra especie, capaz de predecir el clima, ayudar a combatir enfermedades, transformar la educación… Su poder técnico (90 servidores y 2 880 procesadores) tiene el potencial de evolucionar o adaptarse en función del uso que se le dé. Pero lo más relevante es su capacidad para procesar lenguaje natural y aplicarlo a la búsqueda de información en bases de datos estructuradas» (http://www.eltiempo.com/tecnosfera/novedades-tecnologia/la-inteligencia-artificial-de-watson/170728).
 
Para ello, obviamente, el aparato necesita ser alimentado, y no precisamente con vitamina D, sino con un mundo, o mejor, un universo de información mediante una trasfusión que ya está siendo procesada por los ingenieros de la empresa. Al momento, «En la base de datos de Watson reposan millones de archivos, de diccionarios a novelas, de enciclopedias a tesauros. En total, se estima que tiene a su disposición el contenido equivalente a un millón de libros», entre los que llega a citarse hasta la saga de Harry Potter…
 

Con tal acervo bibliográfico, el aparato será capaz de diagnosticar enfermedades y recetar los medicamentos y las terapias óptimas, resolver a los inversionistas sus dudas sobre en qué acciones invertir o en qué países llevar sus huevos a incubar, a los comerciantes cómo almacenar productos para anticiparse (o crear) la inflación que les conviene para atormentar a los indefensos consumidores, a producir guiones cinematográficos sin haber estudiado ni jota del asunto o hasta crear canciones sin saber ni la escala musical, a los diseñadores de autos para ganar los Grandes premios, a los futbolistas para adiestrarlos en cómo empalmar el balón para que entre en la portería exactamente allí donde el guardametas no lo alcance (eso si el pobre carece de su poderoso “cerebro IBM”)…
 
En el campo de la genética, el robot de marras ha logrado algunos éxitos. Por ejemplo, «permitió identificar cinco genes que hasta ahora nunca habían sido relacionados con la esclerosis lateral amiotrófica y, en virtud de dicha relación, establecer que 21 drogas tienen potencial para combatirla».
 
Sin embargo, este sensacional aparato aún está en dificultades, especialmente en los campos en donde su lenguaje es más específico (las matemáticas, por ejemplo) o donde abundan los tecnicismos o un vocabulario tan especializado como es la medicina y con los cientos, miles de enfermedades que son reacias a encasillarse, pues los virus y bacterias tienen la inasible e ingeniosa capacidad de mutar a su real antojo. De hecho, así lo han reconocido los propios fabricantes: «Aunque IBM creó una división de oncología para su inteligencia artificial, ha visto una lenta adopción en centros médicos. De hecho, un hospital danés decidió suspender las pruebas luego de que Watson recomendó, en la tercera parte de los casos, tratamientos que los especialistas consideraron “descabellados”». Lo curioso (o dramático) del caso es que «Con todo, Watson está en uso en hospitales de China, India y Corea del Sur. IBM afirma que el sistema aprende rápido y que para comienzos del año entrante será capaz de recomendar tratamientos para 12 tipos de cáncer, que cubren el 80 por ciento de los casos en el mundo».
 

Extraño que no se haya implementado ya en México, donde es bien sabido que se experimentan desde vacunas hasta nuevos impuestos y el pueblo paga sin remedo y sin remedio. O, como sugerencia, se puede recomendar a la SEP para que implante uno de estos aparatos, aunque sea en pequeña escala, para que los alumnos puedan superar pruebas de comprensión lectora y, cuando ya esté mejorado, resolver operaciones matemáticas tan complejas como sumar decimales… Sin duda, tendríamos óptimos resultados en las pruebas Enlace y en las que aplica la OCDE, quien pondría al país como ejemplo de cómo hacer excelentes reformas estructurales, sobre todo, en el campo educativo.
 
Así dejaría de haber «irracionales descontentos sociales».
 
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