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Columnas y artículos de opinión
Ropa Nueva
Luciano Blanco González
6 de abril de 2018
alcalorpolitico.com
Decenas de años, quizás siglos, han transcurrido desde que se elevó la voz en el mundo político y social en contra de las prácticas corruptas en la administración pública, tanto en las monarquías, dictaduras o democracias, colocándola como el peor lastre que sufre la humanidad en menor o mayor grado, desafortunadamente para nosotros los mexicanos, las estadísticas mundiales nos colocan como uno de los países más corruptos del planeta, lo que ha provocado que sexenio tras sexenio y elección tras elección, escuchemos la vana e inútil promesa de combatirla y exterminarla, dictando medidas que no terminan de legislar, mientras el gato retoza y se roba el queso sin que haya ley o autoridad que lo castigue.
 
Habría que hacer un paréntesis histórico en justicia, porque prominentes hombres honorables del gobierno como don Adolfo Ruiz Cortines, quien abominó la corrupción y abrazó a la honradez como un credo bendito de fe, la practicó de manera admirable como un verdadero apóstol de esta importante y patriótica causa, demostrando que con voluntad y principios es posible resistir a cualquier tentación.
 
Su actuar fue una respuesta plausible, a la exigencia incisiva de las voces nacionales en contra de su antecesor, Miguel Alemán Valdés, a quien su generación por la enorme riqueza que acumuló como Presidente, lo distinguió con la admiración de ser el hombre más rico de su tiempo, ya que como esta dicho, durante su gestión, junto con sus amigos utilizaron el poder para amasar grandes fortunas y con ello concentrar un gran poder económico y político que aún persiste, disputándole un primerísimo lugar al indiscutible campeón mundial en esta materia, a nuestro también paisano, Antonio López de Santa Ana.
 

Sin embargo, a los gobiernos unipartidistas, que lo centralizaron todo, no se les acusaba más que de abuso de poder, centralismo, represión, a veces de izquierdismo, hasta el periodo de Luis Echeverría, pasando por el General Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos o de Lacayo yanqui a partir de López Portillo, pasando por Fox y Calderón, hasta el presente en que todavía somos “amigos” y socios de Trump, aunque ya coexistimos en multialternancia partidista.
 
Es de destacar que a los gobiernos priistas no los ha debilitado el ejercicio drástico del poder, cuando ha tenido que hacerlo, al PRI no lo acaba la represión López Mateista a los ferrocarrileros o a los maestros. Ni el Tlaltelolcazo o el jueves de corpus, o los sangrientos enfrentamientos con las fuerzas guerrilleras. No lo acaba el doloroso asesinato de Luis Donaldo Colosio, provocado en la época negra del Salinato, lo tambalean las crisis económicas recurrentes como las devaluaciones, el desabasto, la inflación, vamos ni el FOBAPROA logró hundir el barco, aunque sí logró desestabilizarlo, con una fuerza similar al llamado gasolinazo.
 
El PRI ha logrado subsistir a todos los embates violentos o a los eventos temporales de crisis, porque garantiza estabilidad social y económica, a través de medidas a veces dolorosas pero necesarias para paliar los graves momentos de crisis por los que hemos transitado como país a lo largo de casi cien años.
 

Hoy, la situación es diferente, al gran controlador se le soltaron los hilos, se ha roto el monopolio de la opinión pública que ejercían los medios tradicionales de comunicación, atrás quedan las televisoras y comunicadores, cualquier escándalo se resolvía con un boletín de prensa o una opinión enajenante de los voceros en turno, cualquier proyecto tomaba forma y línea con su difusión dirigida y controlada por el Estado, ahora los medios informativos que eran los mecanismos del control de la opinión publica han sido rebasados y desfasados por las redes sociales, preferidas y usadas por los mismos gobernantes quienes con tuits y videos se enlazan con la población en general, en ellas fluye todo lo que uno necesita o quiere saber, en ellas circula todo tipo de información, opiniones y acontecimientos de manera instantánea, nada se puede ocultar, inclusive la intimidad que es espiada, todo puede deformarse e interpretarse, reflexiva o irreflexivamente de la manera que convenga, utilizando el mismo criterio o interés para difundirlos u ocultarlos.
 
La situación del PRI, en estos momentos es consecuencia del fétido ventarrón que escandaloso impregnó a la nación, con las noticias del insultante saqueo que Javier Duarte y su camarilla hicieron en Veracruz, indignando e irritando al máximo la conciencia nacional y provocando un estigma difícil de borrar por su trascendencia mediática.
 
A ello hay que agregar la lenta investigación y el tardío ejercicio de la acción penal que hicieron presumir a los habitantes del país, que existía colusión y complicidad del gobierno federal con el Duartismo, a quien aparentemente se le estaría brindando impunidad.
 

Por ello se elevaron las voces de todos los ciudadanos, de todos los partidos, incluido el PRI, se levantaron en coro para exigir castigo a los depredadores, lo grave es que por tratarse de un gobernador priista en la óptica plural, se generaliza y se confunde al individuo con la institución, identificando a todo miembro del PRI, como parte igual que aquel, compartiendo por tal razón el mismo lastre.
 
Pero el Priismo remonta, tiene buenos candidatos, a los que ha seleccionado con sumo cuidado y con 2 signos vitales: capacidad y honestidad para gobernar y para servir.
 
No encuentro ninguno de estos signos en Ricardo Anaya, quien obsesionado en colocarse en el supuesto segundo lugar que otorgan las encuestas, se desgañita en intentar hacer daño al PRI, señalándolo como partido corrupto, solo que le falta señalar que éste postula a un candidato honesto y la gente admite que en este caso el PAN es un buen partido, pero con un candidato corrupto y advierten en el contenido de sus discursos y en sus gestos a un hombre hipócrita y ambicioso capaz de proferir las peores mentiras para engañar al pueblo con tal de lograr su objetivo.
 

Brillante sí, por algo ha logrado amasar una gran fortuna cuyo origen es cuestionable, porque no es un empresario y sus actos de comercio los ha ejercido a través de familiares prestanombres y de empresas inexistentes, su vena es el ser político y se presume que ha utilizado el poder para en su provecho personal realizar jugosos negocios.
 
Lástima que en México somos tan fijados y el ser candidato le da algo de impunidad por el que dirán, el gobierno mexicano debe de tomar el ejemplo de Brasil, en donde el candidato favorito a la Presidencia de la República, Luiz Inacio Lula Da Silva a pesar de contar con las mayorías y una inmensidad de gente apoyándolo en las calles, ha sido sometido a juicio precisamente por corrupción y ello le impedirá participar en la elección de octubre próximo.
 
Anaya es tristemente ignorado por las fuerzas productivas del país, pues ni tan siquiera cuenta con su propio proyecto de nación y en sus declaraciones y discursos hace ridícula segunda al candidato del PRI, José Antonio Meade, sobre el Aeropuerto de la Ciudad de México, La Reforma Energética y La Reforma Educativa.
 

Parte de la sociedad mexicana está confundida con su gritoneo, la indecisa, la que decide de último momento, no sabe ahora si irse a Morena o si continúan con el PRI, que le ofrece probados garantías de realizar sus esperanzas de superación como individuos y como nación.
 
Ella sabe quién quiere que sea el próximo Presidente, pero también sabe quién no quiere que sea el próximo Presidente y por este último motivo, habrán de cerrar filas contra el enemigo común y lo harán sin ponerse de acuerdo, sin asambleas, sin presiones, midiendo el alcance de la verdad de cada uno, de sus posiciones falsas y demagógicas y de sus respectivos proyectos, esta será una gran elección.
 
Están equivocados quienes creen que el pueblo va a jugar con fuego, o va a divertirse con nuevos ensayos de las que ya está decepcionado hasta la frustración.
 

Máxime cuando el país marcha bien, cuando menos hemos mejorado sensiblemente en economía, salud, educación, empleo, combate a la pobreza, infraestructura, democracia y justicia, entre otros renglones, excepto en el pago de la gran deuda que heredamos de Felipe Calderón, con la guerra de más de 10 años en el combate a la delincuencia, cuyos resultados son atroces por las miles de vidas que se han perdido a lo largo y a lo ancho del país, provocando desconfianza, angustia, zozobra, y una latente inseguridad en la vida propia de la familia y de nuestro patrimonio.
 
Esta situación se reflejó cerca de nosotros en nuestro hábitat, en donde el gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, ha realizado el mayor de los esfuerzos para combatir la delincuencia, la corrupción y la impunidad.
 
Aquí aunque un sector de la sociedad lo acuse de represor por sus presumidos excesos contra el Duartismo, que opinaría este segmento, si a la manera de López Obrador, ofreciera una amnistía o indulto general a la delincuencia y al Duartismo para que los criminales, los secuestradores, los cobra piso, los violadores, los ladrones de los arcas publicas, los asaltantes, los implicados en desapariciones forzados y toda esa ralea, obtuvieran el perdón y la libertad, como estrategia para congraciarse con sus críticos y con los inconformes, claro que seria una barbaridad que nos llevaría a un caos social rompiendo al maltrecho estado de derecho y convirtiéndonos a todos en desvalidas víctimas pues prevalecería la ley del más fuerte, sin orden, sin justicia, destituyendo y destruyendo de un plumazo la acción de los magistrados, jueces, agentes del ministerio público y policías.
 

Claro que imponer la fuerza del derecho y el imperio de la ley tiene sus consecuencias, pero si no se aplican, los resultados son catastróficos y la inacción desencadenaría hechos similares en cualquier parte del territorio.
 
Por ello, excepto los miembros de Morena y sus grupos de choque, personificados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que pretenden hacer plaza en Xalapa, bloqueando las calles, y trastornando la circulación de vehículos y de las personas, excepto ellos, todos los Xalapeños aprobaron la acción gubernamental de imponerles una sanción administrativa de retención y multa a todo el comando Chiapaneco que participó en esta acción.
 
Igual impresión entre los veracruzanos de todas las latitudes, causo el retiro violento de un grupo de manifestantes que bloquearon la carretera de Misantla, todos ellos con un sello muy conocido con enclave en la capital del estado que tomaron como pretexto una causa inventada, sin fundamento, con el no a la privatización del agua, que nadie está privatizando.
 

El Gobernador Yunes está bien, lo que está fallando es parte de su cuerpo de colaboradores a quienes la opinión publica califica como ineficientes no tan solo en el todo, sino también en los mínimos detalles, sobre todo en los puntos mas sensibles, cuyas fallas y desaciertos ofenden y lastiman a la sociedad.
 
Altos funcionarios de su gobierno están muy golpeados, muy desgastados y nada bueno ni nuevo se espera de ellos, aunque hagan las cosas bien, sus críticos siempre tendrán un pero, para invalidar sus buenas obras y aunque han realizado una eficiente labor en beneficio de la sociedad veracruzana, esta no valora, ni reconoce, guiándose en sus críticas por errores operativos que desgastan la figura del gobierno estatal y del mismo Gobernador, quien en materia de seguridad y de procuración de justicia durante su campaña, creó grandes expectativas que cautivaron la voluntad ciudadana y en cuya lucha por lograrlo visiblemente a puesto todo el esfuerzo.
 
Es momento de reactivar aquella emoción que álgida y profundamente sembró el señor Gobernador entre el electorado y la sociedad en general, que ahora aun cuando tiene una buena policía se siente insatisfecha y anhela el mundo y el ambiente que se le dibujó, quizás con el mismo escenario, pero con distintos actores, retome la confianza, aun es tiempo de adornar el equipo oficial con ropa nueva.
 

Por lo demás si al Gobernador le preocupan las cosas políticas de la sucesión, para su tranquilidad las cosas van a salir bien en el Norte de Veracruz, mayoritariamente hay que reconocer que las fuerzas están equilibradas entre el PRI y el PAN destacando que en este momento la capacidad de movilización y estructura favorece al PAN, aunque en los 86 días restantes para elección pueden traernos sorpresas inesperadas. Sucederá lo mejor.- Por el Bien de la Causa.
 
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