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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Un funcionario que ya no quiere queso…
Arturo Reyes Isidoro
26 de abril de 2018
alcalorpolitico.com
El 10 de diciembre pasado, el Secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, sufrió un desmayo, de acuerdo a la Secretaría de Salud.
 
Ese día, Jaime se desvaneció durante el último informe del entonces alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez.
 
Según el comunicado que se emitió: “El desmayo se originó por ayuno prolongado, cansancio y estrés. Durante más de un año el Secretario de Seguridad Pública no ha tomado un solo día de descanso”.
 

Se dijo entonces que por instrucciones del gobernador Miguel Ángel Yunes, él y otros servidores públicos integrantes del Grupo de Coordinación Veracruz tomarían una semana de descanso durante la temporada navideña.
 
En “Prosa aprisa” del día siguiente, expresé: “Para su fortuna –es mi opinión personal– al menos por el momento el problema no pasó a mayores y se le desea que estudios posteriores confirmen que está bien de salud”.
 
En aquella fecha lo sacaron en camilla y lo trasladaron a la Beneficencia Española del puerto de Veracruz. No se supo cuándo salió y si su amigo y además jefe cumplió y lo envió siquiera a Cancún.
 

Pero por lo que acaba de ocurrir el lunes pasado, se advierte que el hombre no está bien, que anda afectado y necesita en forma urgente ayuda que le devuelva al menos su tranquilidad.
 
El día 23, Téllez Marié se quebró ante reporteros del puerto de Veracruz y no pudo evitar que se le escurrieran las lágrimas ante las cámaras de los chicos de la prensa.
 
Había acudido a una condecoración de policías en el zócalo de la ciudad y ahí se le acercaron los periodistas.
 

Recordando lo que le había ocurrido en diciembre, un reportero le preguntó por su estado de salud.
 
Respondió diciendo que el suyo es un trabajo en el que descansa poco y que los dos años de la actual administración lo comprometieron a trabajar hasta los domingos; que por eso casi no ve a su familia.
 
En ese momento, según las crónicas periodísticas, fue cuando empezó a perder la voz y, como registró la nota de e-consulta Veracruz, entonces los ojos se “le vidriaron”. Una foto de Crónica de Veracruz quedó como mudo testigo.
 

Cuando los reporteros salieron de su sorpresa, le preguntaron si en caso de ser invitado en el próximo gobierno aceptaría.
 
"Lo hablaríamos, trataríamos de modificar un poquito más, porque se necesita descansar un poquito más. A lo mejor descansando más pueda uno dar más resultados".
 
Con lágrimas en las mejillas, de acuerdo a los periodistas, les comentó que su segunda familia son los integrantes del Grupo de Coordinación Veracruz.
 

"Decía el almirante Castañón, en una de las reuniones, el Día de la Familia: yo quiero felicitar a toda nuestra familia, que es esta, con la que nos reunimos cada ocho días".
 
Qué vida, si es que a eso se le puede llamar vida, vive este funcionario. Debe ser un martirio para él: por un lado tener la presión de saber que puede ser víctima de la delincuencia y por el otro tener encima a su jefe, que es fama que les exige hasta sudar sangre, no les permite protestar y tampoco los deja ir si intentar renunciar. Es rehén de unos y de otro.
 
Al paso de los meses los hechos han ido demostrando que no era el más adecuado para el cargo por las circunstancias de violencia e inseguridad que vive Veracruz.
 

Él es abogado y cumplió tareas menores en el área de Tránsito en Boca del Río, es un civil seguramente bien intencionado pero no tiene la fortaleza física y tal vez hasta mental como la que poseen los militares, a quienes se les prepara para ser duros, en todos sentidos, y para eso pasan por la prueba de sobrevivencia, que puede llegar a ser un infierno para ellos pero que los templa para enfrentar la peor situación sin quejarse.
 
El más grave problema que padece Veracruz es el de la inseguridad y vamos comprobando que la persona responsable de combatirla tiene ya recaídas, bien físicas, bien emocionales. Se necesita una gente completamente sana en el cargo.
 
He tratado poco al Secretario pero lo conozco desde hace muchos años. Mi impresión personal es que es buen hombre y que seguramente sería un excelente funcionario en otra área.
 

Debe ser doloroso para él tener que acatar órdenes superiores y a su vez dar órdenes a sus subalternos para aporrear a la población civil, cuando tal vez eso no va con su talante.
 
Se ve que ya está muy presionado, muy estresado, que ya llegó a su límite y una persona así, por muchas buenas intenciones que tenga, ya no rinde al cien por ciento. Le haría muy bien, y con ello se ayudaría al Estado, que lo enviaran un buen tiempo a estar con su familia y en su casa. Un relevo fresco tal vez mejoraría la calidad del trabajo, que se traduciría en mejor protección para los veracruzanos.
 
¿Qué dirán los militares del Ejército y de la Marina cuando ven que el Secretario de Seguridad Pública ya se está quebrando?
 

¿Nadie se pone a pensar en las consecuencias que podría haber si, Dios no lo permita, en pleno operativo contra la delincuencia el Secretario enferma o tiene un estallido emocional? ¿Si le pasara algo a él? ¿O si por pasarle algo a él le pasa también a civiles?
 
¿Por qué lo castigan manteniéndolo en el cargo cuando ya se queja –no puede entenderse otra cosa– de que trabaja mucho, de que no tiene descanso, de que extraña a su familia, de que si estuviera descansado podría dar más resultados?
 
Me atrevería a pensar que el suyo es un caso para la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que debiera intervenir para salvarlo y protegerlo.
 

En los años de reportero que tengo, toda una vida, nunca había ocurrido que un Secretario de Seguridad Pública derramara lágrimas como una forma de desahogarse por la presión que está viviendo.
 
Para colmo de Téllez Marié, la batalla contra la delincuencia la van perdiendo; peor, en el cargo seguramente se ha hecho de muchos malquerientes, porque la Secretaría a su cargo no es para ganar simpatías menos para hacer amigos.
 
En este espacio he narrado que, por si fuera poco, adentro de la corporación los policías están totalmente inconformes, han tenido y tienen intención de amotinarse porque se quejan de agravios, y para nada los calmó el anuncio del gobernador de que les van a aumentar el 9 por ciento su salario. Los 10 mil policías siguen su campaña contra la campaña del candidato del PAN, y tal vez culpen al Secretario.
 

El mismo Jaime Téllez Marié reconoció el lunes que se les anunció el aumento pero que no tienen dinero y que no sabe de dónde van a sacar para pagárselos.
 
Y la inseguridad continúa imparable en toda la geografía estatal, y para colmo hasta se involucra a policías.
 
Cuando el funcionario no responde directamente gustoso que sí, que sí le gustaría repetir en el cargo, no cabe duda que ya no quiere queso sino salir de la ratonera.
 

¿Su caso será el mismo de otros funcionarios que ya no aguantan la presión que se vive adentro? ¿O es que les están exigiendo que entreguen tal número de votos porque si no los van a responsabilizar si se pierde?