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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
La afición a leer
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
10 de mayo de 2018
alcalorpolitico.com
Obviamente, quienes lean este artículo son lectores. Esto no es perogrullada, sino una verdad digna del filósofo de Güemes (epd). Porque lector es quien habitualmente se pone delante de un escrito, sea periódico, libro, revista, blog, etc., con la intención de enterarse, conocer y reflexionar sobre el tema que le interesa.
 
Hay algunos lectores que lo son por puritita necesidad. Obviamente, los redactores, los abogados, los profesionistas, en general, que tienen que sorber información porque es un requisito indispensable para ejercer al menos pasablemente su labor cotidiana. Por ejemplo, un médico que no lee es un peligro social, porque la información que ya adquirió se le va desconfigurando día a día.
 
Sin embargo, lo que llamamos ordinariamente un lector es aquella persona que, en sus lecturas, va más allá de sus exigencias profesionales, digamos, técnicas, y se adentra en el mundo de las letras por hambre intelectual, por saber más y de algo más que de su propio quehacer cotidiano y laboral. Es quien toma un periódico y va más allá de los titulares o de las entradas de las noticias y busca no solo los qué, quién, dónde, cuándo y cómo, sino también los porqués, y va a los análisis para cotejar su punto de vista con otros y así abrir y enriquecer su mente, su vida…
 

Las encuestas que año con año hacen ciertos organismos para medir el paso que lleva en nuestro país este asunto de le lectura nos sirven, ya no tanto para sorprendernos [a excepción de aquellas manipuladas y sucias como las que hizo la Secretaría de Cultura (eso, ¿existe?) cuando fue comandada por el fallido Tovar y de Teresa], sino para decirnos o recordarnos: hay que leer, hay que leer, hay que leer.
 
En este año, el Inegi (que también suele hacer de las suyas con los números), nos salió con esto: «De cada 100 personas, sólo 45 leyeron al menos un libro durante los pasados 12 meses en México, mientras el tiempo que dedicaron a leer fue de 38 minutos por sesión… 54.7 por ciento no leen libros; 43.4 leen periódicos; 41.8 por ciento, páginas de Internet, foros o blogs; 37 por ciento, revistas; y 5.4, historietas… Tres cuartas partes de lectores dicen entender todo o la mayor parte de lo que leen, y 20.4 por ciento reconocen que es poco o sólo la mitad… 46.6 por ciento corresponde a mujeres que declararon haber leído algún libro el año anterior; mientras el promedio para hombres disminuye 3 puntos porcentuales, lo cual significa que leen menos… quienes leen libros (41.2 por ciento) y revistas (63 por ciento) lo hacen por entretenimiento, mientras 65 por ciento de quienes prefieren la lectura de periódicos lo hacen por cultura general». Y la nota concluye: «A diferencia de otros años, el Inegi no reveló el número de libros que los mexicanos leen por año (durante 2016, el promedio fue de 3.8 ejemplares, cifra inferior al resto de los países en América Latina en 2013, cuando el más alto fue de 5.4 ejemplares)» (http://www.jornada.unam.mx/2017/04/22/sociedad/031n1soc).
 
Como se aprecia, nada nuevo, excepto que esa cifra del 3.8 ejemplares leídos al año por los mexicanos en 2016, fue fabricada cuando se entronizó a De Teresa en esa Secretaría de Cultura a que ya nos referimos, desde luego, para tratar de engañar a quien se dejara.
Pero, sean peras o perones, lo cierto es que seguimos siendo un país de muy pocos lectores. Porque en ese dato del 45 % de lectores de libros y del 63 % de revistas van incluidos los estudiantes o profesionistas que lo hacen porque deben hacerlo a fortiori. Pero, bueno, al menos algo leen.

 
La afición a la lectura se crea, se inculca, se fomenta desde la más tierna infancia. Desde el momento en que la mamá o el papá o la abuela o la tía le compran, o simplemente le ponen ante los ojos un libro a un niño, ya están creando una rutina en su mente, una necesidad en sus ojos, un afán en su espíritu. Si el niño, además, ve que mamá, papá, abuela, etc., ellos mismos toman un libro y leen, su imagen se torna una impronta en su memoria y su ejemplo perdurará en algún rincón de su cerebro y en el recóndito depósito de las emociones y los deseos. El niño lo agradecerá por siempre, como consta a quienes han sido promotores de la lectura y han hecho su parte en el compromiso educativo de niños y jóvenes. Ese plus les redituará toda su vida.
 
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