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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Lo que enseña esta campaña políica
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
31 de mayo de 2018
alcalorpolitico.com
Que la historia dé lecciones a quienes la viven no quiere decir que estos la aprendan. Queden como prueba muchos jalones de la historia patria (dejemos a un lado la universal, que está igual de quejumbrosa). Independientemente de la ideología (e incluso, del modo de pensar, que no es lo mismo) de cada uno, releer los aconteceres que han forjado un país da los suficientes elementos como para estar atentos a los que ahora se viven y pronto se vivirán. Y entre ellos están los relativos a este cambio de poder, de muchos poderes, desde el de la presidencia del país, hasta el de muchas regidurías de los más desvalidos municipios desperdigados por el territorio nacional. En total, 629 cargos federales y 17 670 autoridades locales (incluyendo nueve gubernaturas).
 
Una de las múltiples enseñanzas que ya estamos viviendo, aparte de la crisis tan profunda en que está sumergido eso que se llama la democracia representativa, en la que unos se arrogan el poder de todos, está la insólita crisis de los partidos políticos. Por más que le demos vueltas a sus respectivas historias particulares, el conjunto de estas agrupaciones políticas está en uno de sus peores (o el peor) momento. Desde aquellos viejísimos tiempos en que los únicos partidos que existían eran los copiados de Estados Unidos, fundados a partir de logias, hasta los que se llamaban de izquierda, de centro o de derecha en las postrimerías del siglo XX, pasando por la época de los federalistas y centralistas y los liberales y conservadores de un siglo más atrás. Ahora, a pesar de que algunos siguen hablando de izquierdas y derechas, e incluso de extrema izquierda y extrema derecha, las coaliciones que se han formado para apoderarse de la clientela electoral han desfigurado el rostro de los partidos integrantes.
 
Sin duda, las permanentes alianzas PRI-PVEM ya revelaban esta desfiguración de las ideologías de cada partido. Nos referimos a las que existen en sus documentos fundacionales y no las que se dan en las épocas electorales. Las actuales crisis de esas alianzas revelan que los intereses particulares las han sobrepasado. Recientemente, la alianza PRD-PAN puso más de manifiesto que ni la izquierda es izquierda ni la derecha es tal: solo es la urgencia de obtener el poder lo que mueve a ambos partidos, que no dudan ni un segundo en conciliar (olvidar, renegar, abolir) las ideologías más contrapuestas en aras de auparse al poder. Y la más reciente fusión de “regeneración nacional” y del partido Nueva Alianza, el primero autonombrado de izquierda y el segundo de reconocida ideología ultraconservadora, que provocó no solo un general desconcierto entre sus partidarios sino un alejamiento muy significativo de destacados simpatizantes.
 

¿Cuál es la ideología de cada partido? ¿La declaración de principios de cada uno significa una identificación de la postura de sus respectivos candidatos ante los ingentes problemas nacionales, que exigen, desde ya, una pronta y radical solución? ¿Se puede decir qué es lo que piensa hacer cada candidato respecto a la inseguridad (más allá de boberías como el “indulto” o el “mochamanos”)? ¿Y respecto a los migrantes, y a las minorías étnicas o sexuales? ¿Y ante al incontenible endeudamiento del gobierno? ¿O frente a las bravuconerías del gobernante gringo? ¿O para revertir la pobreza y la miseria? ¿O ante la crisis educativa? ¿O la imparable devaluación del peso?
 
En resumen: ¿cuál es la posición de cada candidato ante la crisis de Estado, en que muchas de sus instituciones se devalúan tan aceleradamente que nos hace pensar en una descomposición casi total, o en la desintegración precisamente del Estado como tal?
 
Se ha criticado la superficialidad de los candidatos y su permanente evasiva en los debates y en sus abrumadoras declaraciones, desviando la atención con improperios y descalificaciones en lugar de fijar posturas. Y esto se debe a la imposibilidad de mezclar al agua y el aceite, y cada candidato teme quedar mal con tirios o con troyanos si se define ideológicamente.
 

A esta indefinición ideológica se suma el asunto de los financiamientos. Los partidos han recibido, oficialmente y en conjunto, 11 800 millones de pesos para las campañas. Pero un estudio publicado recientemente por la revista Integralia, que dirige Luis Carlos Ugalde, y coordinado por María Amparo Casar, descubre, por ejemplo, que «Por cada peso que se reporta como gasto ejercido en una campaña de gobernador, hay 15 pesos que se mueven debajo de la mesa, que nunca se reportan y cuyo origen se desconoce. En promedio, los candidatos a gobernador gastan diez veces más que el tope legal. Las principales modalidades de desvío de recursos públicos son recaudaciones en efectivo que no ingresan a las tesorerías; el uso de facturas apócrifas; las adjudicaciones directas y subcontrataciones forzosas con sobrecostos; los descuentos de nómina, entre otros. Las modalidades de financiamiento privado ilegal implican la comisión de algunos delitos como lavado de dinero, defraudación y evasión fiscal, simulación de operaciones mediante empresas fantasma o fachada, cobertura ilegal de medios, entre otros. El dinero a campañas se entrega en efectivo o en especie, ya sea directamente al candidato o partido, o mediante terceros usando esquemas de triangulación. El principal destino del dinero ilegal en campañas es el clientelismo electoral: compra, movilización e inhibición del voto, así como el pago de estrategas de campaña y de cobertura en medios […] Información del Banco de México muestra que en los años con elecciones existe un aumento inexplicable por razones económicas en el uso de efectivo en el país. Por ejemplo, durante las elecciones federales del 2012 el flujo de efectivo aumentó más de 37 mil millones de pesos (5%) de febrero a junio, sin que hubiese un fenómeno estacional, de consumo o de crecimiento que lo explicase». (https://dinerobajolamesa.org/wp-content/uploads/2018/05/Dinero-Bajo-la-Mesa.-Financiamiento-y-Gasto-Ilegal-de-las-Campa%C3%B1as-en-M%C3%A9xico.pdf).
 
Todo este inaudito caudal de dinero, «limpio y sucio», ¿será el precio que se tenga que pagar para entender que este sistema de partidos, anacrónico y acartonado, con su adyacente democracia representativa, tienen que ser suplantados por otro modelo de organización política y por una democracia participativa digna de un país civilizado?
 
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