icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Nueve días, un modelo, una vergüenza
Miguel Molina
12 de julio de 2018
alcalorpolitico.com
"Ya van nueve días desde que AMLO ganó las elecciones y todavía no me han dado ni mi Ingreso Básico Universal ni mi salario rosa", dice en broma un amigo en las redes sociales. "No veo grupos de venezolanas caminando por las calles, ni puestos de arepas. No veo ningún cambio".
 
Lo que dice mi amigo ilustra la amargura de quienes perdieron, aunque muchas veces también se vea en las redes y en otras partes la soberbia y el desdén de algunos de los que ganaron. Los insultos son menos pero no han parado, aunque ya comenzó a borrarse la tinta en los dedos de quienes votaron.
 
Muchos de ellos — o ninguno — jamás alzaron la voz en las redes sociales ni en ninguna otra parte (al menos con sus nombres y apellidos, porque anónimos hubo de sobra) exigen ahora lo imposible, porque ningún gobierno puede hacer nada antes de ser gobierno.
 

Los candidatos de antes y de ahora y de después pueden hacer promesas, lanzar amenazas, levantar dedos admonitorios, pronunciar frases lapidarias y hacer declaraciones contenciosas en nombre propio y de sus partidos. Y la gente va y vota por ellos o por otro, sean del PRI, del PAN, de Morena o de cualquier otra cosa.
 
Los gobiernos — de antes, de ahora y de después — están obligados a tomar decisiones que afectan a quienes votaron por ellos y a quienes votaron en contra y a quienes no votaron. Tienen que gobernar para todos, hasta para quienes reclaman a un gobierno que todavía no es gobierno.
 
Pero nadie se ha ido. Ni los que anunciaron que se mudarían a otro país (como si fuera tan fácil), ni las empresas ni los empresarios ni los capitales grandes. Tampoco se han quedado los que se van a otra parte a buscar una vida que no sea la que les ha ofrecido esta suave y ensangrentada patria que todavía no les ofrece nada.
 

No ha cambiado nada. Y poco va a cambiar cuando los nuevos gobiernos asuman el poder, porque un país no cambia por decisión superior sino porque su gente quiere hacer, por fin, las cosas de otra manera. Si esperamos que México y los mexicanos cambien por obra y gracia del gobierno, de cualquier gobierno, estamos jodidos.
 
Un modelo
 
No he podido dejar de pensar en Adolfo Ruiz Cortines, quien como gobernador de Veracruz modificó la Constitución para permitir el voto de la mujer, amplió la infraestructura del puerto, impulsó el establecimiento de escuelas técnicas, y creó el Instituto de Antropología, entre otras cosas.
 

Como presidente, Ruiz Cortines fue austero pero al mismo tiempo puso en marcha un programa de obra pública que modernizó las carreteras y las redes ferroviarias, reparó y construyó hospitales y escuelas, erradicó el paludismo, creó el Seguro Agrícola, expropió latifundios, y modificó la Constitución (como había hecho en Veracruz) para dar el voto a las mujeres.
 
También creó el Instituto Nacional de la Vivienda, fortaleció industrias pequeñas y medianas, impulsó la creación de empleos, sentó las bases para el desarrollo de la petroquímica nacional, y alentó la Marcha al Mar. Y murió en la honrada medianía en la que había vivido.
 
Aistá.
 

Una vergüenza
 
No es difícil ver el símbolo: 'La Libertad', bienvenida o tolerada en los gobiernos de Fidel Herrera y de Javier Duarte, desaparece en el gobierno de Miguel Ángel Yunes.
 
El espacio teatral que creó Abraham Oceransky en un terreno del Instituto de Pensiones del Estado había logrado resistir "los embates de la burocracia y la ignorancia", como bien dijo Luis de Tavira, cuyo nombre también es punto de referencia en el teatro contemporáneo mexicano. Ganó la ignorancia.
 

No he logrado imaginarme para qué le urge al IPE el terreno de Ignacio de la Llave que tenía en comodato la comunidad teatrera xalapeña, qué ganancia representa, qué utilidad tiene, qué urgencia resuelve. Si alguien sabe, que por favor nos informe...
 
Tampoco entiendo por qué la comunidad artística de Xalapa, que ya ha perdido otros espacios, que vio desaparecer festivales de danza, que ha vivido como puede con lo que puede, no ha tomado las calles para pedir cuentas, o al menos para convocar a la solidaridad pública.
 
Comprendo que las instituciones — incluido el Ayuntamiento que quiere hacer que Xalapa florezca tal vez de otra manera — hayan guardado silencio. Dudo que hayan abogado en lo oscuro para que se mantuviera viva 'La Libertad'. No he visto ninguna declaración del IVEC, de la Universidad Veracruzana, de ningún funcionario, en la prensa que se puede leer desde lejos. A las instituciones no les interesan esas cosas. La cultura no es negocio.
 

Me dio tristeza leer lo que dijo Oceransky, considerado por muchos aquí y en otros países como "testimonio indispensable para la causa del teatro en México", y reconocido por la UNESCO como pilar del teatro.
 
El gobierno del cambio pasará a la historia por muchas cosas, entre ellas la vergüenza de haber cerrado un espacio cultural que abrió un artista que vino a Xalapa para hacer lo que sabe porque la gente era muy chingona en lo que entonces se conocía como la Atenas veracruzana. Y se topó con esto...
 
Perdona, Abraham. No todos somos como ellos.