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Columnas y artículos de opinión
¿Debemos de creer en ellos?
Helí Herrera Hernández
16 de julio de 2018
alcalorpolitico.com
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titear: HELIHERRERA.es
 
El PRI surgió como el partido que enarboló los objetivos de la Revolución Mexicana y en el poder, por más de 40 años, se construye al México de las oportunidades, del crecimiento económico, de la capacidad de compra del salario, del IMSS y del ISSSTE, de las escuelas normales, del Politécnico Nacional, del INFONAVIT, de las presas e hidroeléctricas, de las autopistas, de la autosuficiencia en materia alimentaria, de estabilidad economía y financiera, gracias a la economía mixta que aplicaron sus gobiernos, donde el Estado intervenía en la economía como equilibrador en el mercado.
 
A raíz que muchos hijos de políticos priistas de esa época se fueron a estudiar al extranjero, a su regreso empiezan a cuestionar el modelo económico y coinciden con la ideología del PAN, que se funda en 1939 para luchar contra las políticas publicas cardenistas que generaron el milagro mexicano. En poco tiempo se apoderan del poder publico desplazando aquel PRI revolucionario por un PRI neoliberal, e inician el desmantelamiento del sector estatal de la economía, vendiendo y en muchos casos regalando empresas públicas tan importantes como TELMEX; le dan muerte al Ejido reformando el artículo 27 constitucional; le regresan poder y fuero a la Iglesia católica reformando el 130 constitucional; modifican la Ley de Inversiones Extranjeras permitiéndoles a inversores extranjeros realizar negocios con 100% de su dinero, y ya no con el 49% como lo tenían permitido. Allí surge aquella frase lapidaria del panista Diego Fernández de Ceballos en 1991 en la Cámara de Diputados, que “el PRI gobernaba con el programa de gobierno del PAN.”

 
Los priistas desplazados, los que seguían defendiendo al Estado Interventor deciden abandonar al que fuera su partido y fundan el PRD. Allí están, por mencionar solo algunos al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, a Ifigenia Martínez, a Cesar Buenrostro, a Porfirio Muñoz Ledo, a Andrés Manuel López Obrador, y declaran como enemigos de la Revolución a Carlos Salinas de Gortari, a Manuel Bartlett, a Ernesto Zedillo, a Esteba Moctezuma, y arengan al pueblo de México a derrotar en las urnas a los priistas empanizados a través del partido del sol azteca, que se convierte en poco tiempo en la alternativa para sacar a México de la terrible crisis económica a la que nos habían conducido los gobiernos Priistas neoliberales, con el apoyo incondicional del partido de Manuel Gómez Morín.
 
Fueron años de un PRD en constante crecimiento, revolucionario, de avanzada, hasta que los oportunistas incrustados en él volvieron de nueva cuenta los ojos al PRI-derechizado de Salinas, y de la nueva generación de panista venidos desde sus juventudes como Felipe Calderón, y deciden impulsar con ellos proyectos de gobierno (Pacto por México). Justo allí es cuando por voluntad propia deciden salir, como años atrás, los mismos priistas progresistas como Cárdenas, López Obrador, Muñoz Ledo, acusando a los que se quedan de pactar con Salinas, con Bartlett, con los caciques sindicales como Elba Esther Gordillo y de traicionar al pueblo de México.
 
Como antes lo hicieron con el PRD, ahora fundan MORENA con el empuje de soñadores de Izquierda, con jóvenes cansados y molestos que no pueden estudiar ni trabajar, con una sociedad inconforme porque las instituciones publicas de salud ya no les prestan la atención médica humana necesaria, por la corrupción en que han caído los que se encuentran dentro del aparato gubernamental que genera inseguridad, por el desempleo galopante, por el elitismo en que ha caído la educación publica que limita espacios, pero también lo hacen con Manuel Bartlett, con Esteban Moctezuma, con Elba Esther y con cuanto priista que antes acusaban de traidores, sumándole, además, a los panistas mas ultraconservadores, enemigos declarados del Estado interventor como Manuel Espino Barrientos, Gabriela Cuevas, Germán Martínez Cázares, entre otros, a quienes los hacen, después del primero de julio, diputados, senadores, gobernadores, es decir, socios-miembros del aparato estatal y desde allí, compartir el poder público.

 
A los que acusaron de traidores hoy son sus compañeros de proyecto de gobierno. A los que creyeron derrotar cuando salieron del PRI hoy están con ellos sin importar los fraudes gigantescos que hayan hecho; a los que afirmaban que eran sus adversarios ideológicos (del PRI y del PAN), hoy son sus voceros y futuros miembros de gabinete. Estos priistas revolucionarios y progresistas que defendieron el cardenismo dentro de ese instituto político hoy caminan hombro a hombro con los enemigos del cardenismo.
 
Destruyeron al PRI, (baste ver los resultados electorales del primero de julio), porque al combatirlo luchaban contra Salinas, contra el grupo Atlacomulco, contra Peña Nieto. Convirtieron al PRD en despojos por el entreguismo de los Chuchos con Peña Nieto-Salinas, y con Fox y Calderón. Quebraron estructuralmente al PAN porque afirman que por su ideología, son sus adversarios naturales; pero a los que han convertido a la patria en una nación de miedos, de pobreza, de miseria, de falta de oportunidades, de deseos de abandonarla, ya fueron perdonados e incrustados en el futuro nuevo gobierno.
 
El 12 de febrero de este año escribí el articulo “El PRI, su quinta transformación”, y vea usted si no siguiendo esta historia.

 
¿Los que creímos en ellos cuando abandonaron el PRI neoliberal para fundar el PRD, y hoy a éste para fundar MORENA, debemos de seguir creyendo en ellos, si por quienes salieron hoy están con ellos?