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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Pronunciamiento de los filósofos mexicanos
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
19 de julio de 2018
alcalorpolitico.com
«A nadie se le escapa que la educación en México se encuentra en crisis. Esta crisis se manifiesta en la falta de una infraestructura adecuada, el fracaso a la vista de los resultados que se han obtenido en diversas mediciones del aprovechamiento escolar en el nivel básico, la subordinación de lo académico a lo político, la imposición de políticas educativas sin consenso de los involucrados, la alta deserción escolar en todos los niveles, la reducción de la educación a mera instrucción, la asunción e implementación acríticas de las ‘recomendaciones’ de la OCDE y la falta de una dimensión humanística como complemento necesario de la enseñanza tecnocrática».
 
Con este párrafo, el Observatorio Filosófico Mexicano arranca su Pronunciamiento sobre la crisis de la educación, hecho público este mismo mes.
 
Y no resulta extraño que sea esta institución que agrupa a filósofos y maestros de esta materia quien haga esta severa advertencia, preocupados como han estado por la situación crítica de la educación de niños y jóvenes mexicanos. Sí extraña que la Academia Mexicana de la Educación, la Academia Mexicana de la Lengua y las demás instituciones a quienes corresponde el ámbito educativo guarden un «prudente», continuado, sospechoso y cómplice silencio, cuando debían formar un solo frente a las maquinaciones doctrinarias que han pretendido (y logrado) encaminar la educación de los niños y jóvenes mexicanos con un sesgo mercantilista, utilitarista y pragmático, como ha sucedido con la Organización Mundial del Comercio (desde fuera) y Mexicanos Primero (desde dentro).
 

Ahora, nuevamente, es apropiado este llamamiento del Observatorio Filosófico Mexicano. No se trata de oportunismo y se sumarse al coro de pedigüeños que ven en esta futura administración la solución mágica y engañosa de todos los problemas que aquejan al país, y muy especialmente, al ámbito educativo.
 
El OFM insiste, una vez más, en que, sin chovinismos ni malinchismos, se elabore un proyecto educativo que verdaderamente ponga los intereses y las necesidades de niños y jóvenes en consonancia con los auténticos requerimientos de la sociedad mexicana, y estos en consenso con el ámbito mundial.
 
La formación educativa producida por el neoliberalismo ha sesgado la política educativa con una visión parcial, utilitaria, individualista y simplista. Aclaramos: no ha sido deficiente por lo que hace sino por lo que omite, por lo que ha negado, y esto ha sido tan dañino que ha producido egresados ayunos de una formación integral, en donde el espíritu humano, abierto, reflexivo y crítico se ha esfumado en función de las exigencias de un mundo mercantilista y pragmático. «La dimensión técnico-productiva es una condición necesaria que debe satisfacer un proyecto educativo en la llamada sociedad del conocimiento, pero no puede ser comprendida como una condición suficiente, puesto que la técnica, en sí misma, no soluciona problemas sociales como la exclusión económica, la desigualdad social, la violencia, la corrupción ni la discriminación de género», señala el documento.
 

En efecto, las ciencias y la técnica son sumamente exigidas en la integración de un currículo escolar. Ambas avanzan vorazmente, pero esa vertiginosa carrera no puede eludir a quienes las deben producir y ejercer. No se puede soslayar que es la persona, las personas concretas, de una sociedad concreta, con exigencias y requerimientos muy precisos, quienes las van a tener en sus manos y con ellas pueden contribuir a su propia infelicidad y al deterioro de la misma sociedad en que se crían y forman.
 
En el centro de todo está el hombre mismo y este va más allá de su eficacia en el diseño, construcción y manejo de una máquina, de un equipo de transmisión, de un equipo técnicamente sofisticado. El hombre tiene una dimensión superior, una inteligencia, una voluntad, unos sentimientos y unas emociones que es necesario conocer, desarrollar y orientar hacia fines más elevados que el provecho egoísta: la solidaridad, el servicio, la conservación del entorno, la rectitud en la conducta, la convivencia pacífica, la aversión al delito, la corrupción, la impunidad, el fetichismo monetario, la ambición de poder y el uso del mismo para la explotación del semejante y todos esos vicios que ahora pululan en la sociedad.
 
Por ello, como señala el Pronunciamiento de los filósofos mexicanos, «Una orientación humanística resulta indispensable como reflexión crítica y acción guiada por la reflexión en la solución de problemas éticos y políticos que la ciencia por sí sola no podrá resolver ya que no está en su campo de incidencia dicha solución. Reducir la educación al ámbito de las tecnociencias está dando como resultado una dinámica social que afecta, incluso, a quienes abogan por una educación reducida estrictamente a la adquisición de saberes y competencias científico-técnicas (piénsese en este sentido, por ejemplo, en la violencia que no respeta clases ni géneros ni edades)».
 

No está por demás recordar que la ciencia y la técnica son, en sí, amorales. Son instrumentos en manos de un ser humano, y este le da el carácter de buenas o malas según su intencionalidad, su orientación, su propio sistema de valores.
 
«Necesitamos por ello –insiste el OFM– una educación integral que incorpore a las humanidades y a la filosofía paralelamente a las tecnociencias justamente para atender problemas como los anteriormente mencionados sin cuyo esclarecimiento, diagnóstico y eventual solución el propio desarrollo de la ciencia, la técnica y la sociedad en su conjunto pierden su sentido» (http://www.ofmx.com.mx/inicio/wp-content/uploads/2018/07/Pronunciamiento-OFM-JULIO-20182.pdf).
 
Ahora, con mayor razón, la lucha a favor de un México distinto debe seguir.
 

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