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Columnas y artículos de opinión
¡Combatir al homo economicus!
Helí Herrera Hernández
24 de septiembre de 2018
alcalorpolitico.com
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titear: HELIHERRERA.es
 
Los saldos de este largo cuarto de siglo neoliberal son desastrosos. La esperanza que sus intelectuales nos vendieron con la caída del muro de Berlín en 1989, y el colapso de la Unión Soviética en 1991 de tener un mundo más justo, más pacífico, más solidario y más humano se ha esfumado.
 
Las clases medias perdieron buena parte de sus conquistas. Los pobres no dejaron atrás la pobreza y los ricos, ellos sí, se hicieron mucho más ricos a consecuencia de las políticas públicas impuestas por los líderes capitalistas triunfadores de esa guerra que libraron más de cuatro décadas con la izquierda socialdemócrata o comunista (no la Moista). Ya envalentonados se apropiaron de los partidos políticos de la derecha, tomaron el poder y se alinearon a las directrices del Consenso de Washington con los resultados que ya conocemos: hambruna, inseguridad, violencia, tristeza, miedo, pesimismo; en pocas palabras, el caos.

 
Desde entonces, la población en el mundo no se ha vuelto ni más próspera ni mas feliz y ha venido deteriorándose en su bienestar individual y familiar. Las enfermedades del sistema capitalista, como lo afirmaba Marx, cada vez son más agudas, más graves y dejan podredumbre por doquier, tanto en los países tercermundistas como en las otrora naciones desarrolladas (por ejemplo la gran recesión en Los Estados Unidos en 2007), lo que ha provocado el ascenso de ese nacionalismo obtuso, racista y xenófobo que hoy prevalece en USA y en Europa, con líderes como Donald Trump, Lepen, Orban, Salvini, entre otras, o del populismo, que disfrazado de izquierda para ganar elecciones, ya como gobierno dejan intactas las columnas que sostienen el modelo económico neoliberal.
 
Y ante la desesperación de los pueblos empobrecidos, la democracia formal ha ganado terreno a la democracia integral, y acuden a las urnas a legitimar a hombres o mujeres que les prometen remedios a sus enfermedades, en lugar de aquellos que ofrecen curaciones totales. Prefieren el bienestar del mañana en lugar de luchar por el bienestar de vida. Optan por la despensa o la dádiva mercantil en lugar de desmantelar ese sistema político-económico que ha empobrecido, y luchar por construir uno nuevo que garantice satisfactores permanentes.
 
Para estos intelectuales tecnócratas egresados de la Escuela de Chicago, el Estado era el causante de crecimientos superiores al 3, aunque menores al 6%, pero que generaban salarios cuatro o cinco veces superiores a los costos de la canasta básica. Para ellos era injusto los efectos del bienestar que disfrutaba la mayoría del pueblo, dado que en primerísimo lugar colocaban la felicidad de la minoría enriquecida, dueña de los instrumentos y medios de producción. Por ello desmantelan el Sector Estatal de la Economía aprovechando el derrumbe de la izquierda en gran parte del mundo sin encontrar casi oposición. Su victoria fue tan contundente que en aquellos países donde la socialdemocracia llegó a gobernar (Chile, Argentina, Brasil, Ecuador, Francia, España etc.), lo hizo ajustándose meticulosamente a las reglas económicas de sus enemigos de clase, la burguesía reaccionaria y voraz.

 
Las políticas públicas que generó el Estado de Bienestar fueron abandonadas por los mismos líderes de aquella izquierda social-demócrata ya empoderados; ya por decisión propia u obligados por la debilidad de los partidos políticos que los hicieron triunfar, pero que perdieron sustento popular al no buscar cambios profundos a la macroeconomía en los primeros meses de sus gobiernos.
 
La mano invisible de Adam Smith ha sido el motor, no para lograr la redistribución de las ganancias que en teoría ofreció, sino para que el egoísmo que Marx señalaba, se apropie del comportamiento del individuo y deje de luchar por un porvenir más justo para la humanidad.
 
La izquierda se ha desvirtuado, es cierto, pero ante el fracaso del neoliberalismo existen las condiciones para que se recupere con mayor solidez ideológica, aprendiendo de sus errores, depurando los liderazgos que simulan y son oportunistas. La visión de estos nuevos conductores sociales debe ser más coherente y contundente, porque el paraíso prometido por la derecha en el mundo con el neoliberalismo, fracasó. Ya nada tienen ahora que ofrecer como alternativa a la sociedad, como décadas atrás cuando lo colocaban por encima del socialismo-comunismo o social-democracia.

 
Es la hora de la convocatoria para la construcción de una izquierda remasterizada, y salir a combatir al homo-economicus con conciencia de clase